Hasna El Becharia

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Hasna El BechariaHasna El Becharia
Festival de Músiques del Món
L’Auditori, Barcelona
4 de octubre de 2008

Contemplar y escuchar a una señora entrada en años, muchos años, tocando la guitarra acústica, y la eléctrica es toda una imagen que rompe esquemas y tópicos. Hasna El Becharia es esa señora, una artista que con su dignidad y porte, desde Argel, ha hecho lo que se ha impedido a otras. Perteneciente a una familia de músicos gnawa, desde muy joven sintió la necesidad de aprender música, cosa que hizo de manos de su padre. Ella no se conformaba y quiso más, queriendo tocar el guembri, un instrumento de tres cuerdas y sonido grave que se considera sagrado y fuera del alcance de las mujeres, y típico de la tradición gnawa. Con perseverancia lo logró y ahora desde Francia, lo muestra al mundo.
En el Festival de Músicas del Mundo, la dama, acompañada de tres músicos y una vocalista danzante, dio una muestra de su folclore tradicional. Primero con guitarra acústica, luego con la eléctrica y posteriormente con el guembri. Vestida a la manera tradicional, con túnica y turbante amarillo, Hasna se hizo con el escenario y con el público con espiritualidad y sencillez. Sentada, rodeada de los suyos (Khireddine Medjoubi, Souad Aslaoui, Tawfik Azibi, Abdelwahab Hosni), con agradecimiento y pocos comentarios comenzó a hilvanar las diferentes piezas con total realismo, como si los que estuviesen allí no fuesen asistentes a un concierto, sino personas de su pueblo y de su misma tradición cultural. Con ayuda de las percusiones, el bajo y la compañía vocal, la cantante y guitarrista mostró la tradición musical gnawa, el blues del desierto, haciendo que cada pieza fuese única, formando parte de un momento sagrado, en el que el ritmo y voz impulsaban hacia un trance espiritual. Si, por casualidad, alguien no entrara en ese dinamismo, quizás podría haberse sentido aburrido por una posible reiteración, pero la realidad es que probablemente muy pocos se quedarían fuera. La mayoría cayó cautivada por la grandeza de esta mujer que ha tenido que luchar contra viento y marea para poder conseguir su libertad, trabajar por ella, y mostrar, además, que las mujeres de su país también pueden tener un lugar en la música y en la tradición.
Debido a la edad de Hasna, la artista permaneció sentada la mayoría del concierto, se quedó sola en el escenario en algunas canciones para mostrar su parte más intimista y sacra, y en las últimas piezas decidió ponerse de pie con su guembri para sentir el ritmo en el cuerpo, y para mostrarse más próxima y transparente ante un público sorprendido que salió contento ante el desconocimiento de la artista.
Si el Festival continua por esta línea mostrándonos verdaderas gemas musicales, alejadas de las grandes figuras, pero aportando calidad, nuevas sensibilidades y propuestas, la edición de este año podría dejar huella // Antonio Álvarez