Gautama del Campo
“Salvaje moderado” Karonte, 2021
El saxofonista Gautama del Campo me ha sorprendido gratamente con este “Salvaje moderado” un álbum al que en principio clasificaría como flamenco jazz pero cada vez me suena más flamenco. Creo que es un defecto general el calificar algunos instrumentos sin escucharlos con atención, así el saxofón parece que le debe algo al jazz o el violín a la música clásica, sin pararnos a veces a profundizar más. Gautama toca el saxofón por los motivos que sean (no los conozco) pero los sonidos que salen de su instrumento son flamencos por derecho. Arranca el disco por solea con esa Luna de Mairena, la guitarra de Ezequiel Reina nos conducen con seguridad al compás de la solea, a la batería Daniel Suarez o Guillermo Mcguill no puedo saberlo, Juanmi Guzmán al contrabajo, e Isidro Suarez a las percusiones, y me dirás ¡pues yo escucho jazz! y te diré tu escuchas una sección rítmica perfecta haciendo flamenco. Y el saxofón de Gautama cantando la solea, no como un cantaor, no lo pretende, sino como un músico. Percusiones de tinaja para empezar unas frescas bulerías, Calle Moraima, la guitarra y el contrabajo vuelven a jugar con mucho brillo y Gautama también se deja acompañar por Guzmán, ¡cómo me gusta el trabajo de este contrabajista! Y llega el tema que titula el disco, Salvaje moderado y aparecen los invitados, que son muchos y muy interesantes, introduce el piano de Abdón Alcazar con quién Del Campo enseguida establece un dúo muy interesante, los cantaores El Galli y Cristian de Moret entran resueltos en estas seguiriyas rápidas y el maestro Rafael Riqueni mete esa guitarra única. Pero mi tema preferido es sin duda En el hondo, de nuevo la guitarra de Riqueni abre esa caja profunda de los cantes de Levante y ahora sí, ahora el saxo de Gautama del Campo se va a lo más hondo del corazón y midiendo el tiempo como sólo los grandes saben hacerlo, sabe pasearse por la plaza de la fusión rompiendo las clasificaciones y consiguiendo una canción que tanto sirve para enamorarse de la luna como para cantarla en una mina. Vuelve a la solea con Saxolea, vuelve a jugar con el maestro Riqueni de igual a igual, dejando por supuesto que el maestro se luzca como él sabe hacerlo. Vamos a relajarnos un poco con Huellas de Morón, empieza con la particularidad del bajo eléctrico de Jesús Arispont y la guitarra de Paco de Amparo, un tema que podemos clasificar de canción / bulería y que por supuesto tiene un recuerdo especial para la falseta de Diego del Gastor, que siempre queda bien. Muy bien la voz de El Galli. Seguimos por tangos, Del olivo y cambio de guitarra, ahora le toca a Juan Maya, el saxo vibra y al cante Ezequiel Reina y Inma La carbonera. Seguimos melancólicos ahora con un bolero muy especial, Manuela, atento de nuevo a esa sección rítmica que le da el compás perfecto para que el solista goce de libertad de expresión y se luzca con ese sonido latino que tan bien sabe recrear el saxo tenor. Continúan con Los grillos, unas bulerías que también son llevadas a la canción, Del Campo va pasando en diferentes temas por diferentes saxos, alto, soprano, tenor e incluso una flauta que se llama Duduk. Bajo una caracola son unos tanguillos con unos versos del propio Gautama y de Julio Fernández y dónde aparece el gran Jorge Pardo que mete su flauta de esa manera tan especial que tiene el maestro. Varias voces que nos llevan en el recuerdo hasta Lole y Manuel. Y llega otro soplo profundo, Último fandango en París, sin duda en homenaje a Gato Barbieri, otro gran saxofonista que estaba por encima de clasificaciones, la guitarra de Pedro M. Peña te lleva al fandango, las percusiones te aseguran el sentido, y el saxo de Del Campo y el cante de De Moret nos meten de nuevo en la profundidad de la taranta sin salirse del compás del fandango. Para cerrar Taranta a Santiago, ha cogido Del Campo el toro por los cuernos y se ha atrevido a cerrar el disco con una apuesta difícil. Muchos son los grandes guitarristas que tiene en su repertorio una taranta para tocar sin cantaor, pero creo que es el primer saxofonista que se atreve a solas con la taranta. Durante cinco minutos Gautama del Campo te mete el corazón en un puño y como un rio buscando meandros que le faciliten su llegada, se pasea por este cante rebuscando en su instrumento y en su respiración la tragedia del flamenco ¡Terrible! + info