Fira Mediterrània de Manresa 2016
Fira Mediterrània de Manresa
Del 6 al 9 de octubre de 2016
Pocas veces el concierto inaugural de un festival nos da tantas pistas sobre el desarrollo de todos los acontecimientos del mismo. Kepa Junkera y Chango Spasiuk presentaban Mar de fuelles, el proyecto que estuvieron madurando durante varios días recluidos en Val Prat Barrina, una casa rural en la sierra de Castelltallat, al Bages. Ya en el teatre Kursaal, absolutamente lleno, ambos, con el apoyo de Marcos Villalba a las percusiones, ofrecieron una muestra de porqué son, en este momento, dos de los mejores músicos dentro del variado y extenso mundo de los acordeones. Chango Spasiuk se presentaba con su acordeón cromático ―en realidad sacó varios a escena―, el llamado acordeón a piano, con teclas para la mano derecha y botones para las armonías de la izquierda ―el piano de los pobres se llamó en su momento― siguiendo con la tradición musical del chamamé, el estilo en el que él se manifiesta; mientras que Kepa Junkera lo hizo con varias de sus trikitixa, el acordeón diatónico de botones en ambas manos, que el músico ha recuperado desde la música popular de Euskadi hasta los escenarios más importantes de todo el mundo. Nos ofrecieron un concierto extraordinario, donde la fuerza de la música del vasco se unía a la sutileza de las melodías y los acordes del músico argentino; todo ello arropado por los instrumentos de percusión que en algún momento, además de la presencia casi constante de Marcos Villalba como parte importantísima del espectáculo, llegaron a ser interpretados por los mismos acordeonistas. Un guiño al público de Manresa al sacar a escena a un periodista del país para acompañarles con la txalaparta, puso la nota divertida que tanto le gusta tener en sus conciertos a Kepa Junquera. Y una sorpresa final: Marina Rosell, cantando junto a ellos su famoso tema, La Gavina.
La actuación de ambos músicos fue uno de los momentos cruciales del festival y, como decía al principio, una especie de pista de lo que íbamos a ir viendo, mayoritariamente, durante los cuatro días de la Fira Mediterrània de Manresa: instrumentistas y acordeones. Perdonadme esta simplificación, pero a lo largo de esta crónica vais a ver porqué lo digo.
Ese mismo jueves se estrenaba otra de las producciones del festival, en este caso la que se ofrecía como inaugural del mismo. Cuatro artistas de diferentes disciplinas creaban una obra, como lo hicieran en su momento los artistas surrealistas, de forma conjunta pero escalonada, sin comunicarse directamente y partiendo, cada uno de lo que los anteriores habían creado. Así, desde unas fotos históricas de la Fiesta Mayor de Manresa, Armand Carabén compuso en su momento un texto que leyó Mercè Sampietro, que musicalizó Cabo San Roque y del que, finalmente, creo la puesta en escena correspondiente Toni Mira, convirtiéndolo en un espectáculo que se presentaba en la fachada del ayuntamiento de la ciudad, jugando tanto con el sonido, el texto leído, la música, como con las proyecciones sobre la fachada donde aparecían en los balcones, en un juego casi mágico, una serie de personas que se mezclaban con las imágenes filmadas logrando en ese breve periodo de tiempo, poco más de diez minutos, una atmósfera llena de bellas sugerencias. Previamente, en la misma fachada, Reynald Colom, con su trompeta, acompañaba a los bailarines verticales der la Frikar dance company, que evolucionaban siguiendo la música por la fachada del edificio, suspendidos en el aire. Una perfecta preparación para el Cadaver Exquisit que nos ofrecerían posteriormente los cuatro creadores de los que hemos hablado antes.
También ese mismo día, en La Taverna, se celebraba la final del concurso Sons, con Barcelona Ethnic Band, La Puça Diatónica, Sauri y Criatures, estos últimos los vencedores; pasando alternativamente de los ritmos fusionados, a los tabernarios, los relacionados con los cantautores, hasta llegar a los ganadores, un dueto de acordeón diatónica y gralla. Por cierto, entre los participantes, tres de los grupos llevaban algún tipo de acordeón entre sus numerosos instrumentos.
Cerraba la noche Alidé Sans, la cantante de la Vall d’Aran que canta sus canciones, de variadas influencias, acompañándose también de un acordeón, esta vez en la sala Voilà, con su interesante estilo, especialmente en los temas más cercanos a los tradicionales.
Llegaba un viernes absolutamente repleto de actuaciones, comenzando por una representación teatral, El Café de la Granota, donde de una forma divertida, pero profunda, la Cia. Mea Culpa, nos explicaba las últimas horas de una familia que ha de abandonar su hogar de toda la vida porque va a ser inundado por el pantano de Mequinenza. Una obra llena de didactismo que nos explica, acertadamente, momentos de resignación obligada aunque dolorosamente aceptada. Llegábamos corriendo a los últimos momentos de la actuación de la bailarina flamenca Leonor Leal. Una pena no haber podido ver toda su actuación, ya que, por lo que vimos, nos pareció uno de los momentos de danza más interesantes del festival. Tras ella, en El Sielu, la violoncelista Kathy Adam formando dúo con el acordeonista Didier Laloy ―nuevamente el acordeón, y aquí también como coprotagonista―, procedentes de Bélgica, en un contraste de serenidad, la de ella, y movimientos compulsos, los de él, para ofrecernos un concierto especialmente interesante, entre la tradición y el clasicismo.
Volvía el baile, con Daniel Doña, en el patio del Kursaal, con su personal interpretación de A pie de calle, que junto a Cristian Martín, como su bailarín espejo, nos ofrecía. Un acierto. Solo un momento pudimos ver al magnifico interprete portugués de bandolim, Edu Miranda que con su trio nos llevaba a los aires de su país, con un final inesperado por la presencia de Paulinho Lemos junto a él en escena. Interesantísimo momento el que ofrecieron.
Era el turno de Rozalén, a la que ya habíamos visto en otras ocasiones, que presentaba su nuevo trabajo, Quién me ha visto, junto a su banda ―nuevamente el acordeón― y su inseparable compañera Beatriz Romero, interprete de signos y coreografías. Enseguida se hizo con el público, entregado desde el principio, con sus canciones directas y reivindicativas, que en muchos casos eran coreadas por los asistentes, y con la sorpresa de hacer subir al escenario al colectivo de niños de la plataforma, Volem signar i escoltar ―que trabajan por la integración de los sordomudos y la potenciación del lenguaje de signos―, para acompañarla con gestos y también otros niños, espontáneos del público, cantando junto a ella una entrañable versión de Las Hadas existen. Un bonito detalle que está muy en la línea comprometida de la cantautora.
Solo un instante para ver la producción de Aspecat junto a la Camerata Bacasis con sus incisivas letras apoyadas por esta orquesta de cámara. También unos instantes oyendo a Kalàscima con su Psychedelic Trance Tarantella, absolutamente amplificada y potente. Llegaba otra de las actuaciones más interesantes del festival que aunque ya era conocida no por eso dejaba de ser remarcable. Nos referimos al dúo formado por Marco Mezquida y Chicuelo, un duelo entre piano y guitarra que, al final, tuvo la interesantísima, como siempre, colaboración puntual de Reynald Colom. Todo un lujo de concierto de estos excelentes intérpretes.
Llegaba un sábado también repleto, que empezábamos con una de las mejores actuaciones del festival, que aunque también ya conocida por nosotros, reiteró lo que pensábamos de este dúo que forman Refree, con su especial manera de entender el acompañamiento de guitarra flamenca, y la magnífica Rosalía con esa voz y esa sensibilidad que, en los diferentes proyectos que la hemos visto, siempre nos ha enamorado. Un dúo Rosalia & Raül del que esperamos muchas cosas buenas, visto lo visto. Otro de los grupos que conocíamos y a los que pudimos oír nuevamente, en este caso con brevedad, era, UNA, con Ana Rossi al frente, acompañada por Lluna Aragón al violín, Maria Juan e Irene Argüello a la viola y Sandrine Robilliard al cello. Toda una delicia esta combinación de la magnífica voz de la cantante con ese colchón de cuerdas, interpretando temas variados que van desde el folclore sudamericano, al procedente de Europa y las composiciones propias.
Íbamos a la Taverna a ver a los argelinos Djmawi Africa, con su música entre influencias raï y los ritmos más potentes procedentes de la música más actual, que ellos utilizan y fusionan. Luego fuimos al espectáculo de Enrique Montefusco & Buena Suerte. Una actuación multidisciplinar donde la música y los textos tienen un protagonismo especial, en un entorno coreográfico que va desde la formación de castells a movimientos con aires cotidianos que completan el espectáculo. Nos trasladamos a El Sielu para ver ―realmente oír, porque el local estaba absolutamente repleto―, a Belda & Sanjosex en la recuperación que han hecho de canciones populares gironines, en un espectáculo que lleva el nombre de Càntut y al que nosotros añadiríamos i Ballo, porque seguro que en espacios más amplios, los espectadores tendrán la tentación de bailar los temas.
Y sin tiempo para otra cosa, nos encontramos en el Kursaal, apunto de asistir a otro de los conciertos fundamentales de la Fira: la presencia de Coetus, con su nuevo cantante, Carles Dènia, que sustituye a uno de los creadores del grupo, Eliseo Parra, que, como nos dijo hace un tiempo, le apetece tener una actividad más tranquila y dedicarse a sus trabajos personales y sus funciones de productor. Si bien sabíamos que la apuesta de Coetus era una apuesta segura ―los habíamos visto unos días antes en Tiana, y no teníamos dudas al respecto―, conseguir levantar de sus asientos a todos los asistentes para bailar con ellos los últimos temas de su actuación, no es una cosa que se vea a menudo en el Kursaal, como nos confirmaron algunos de los espectadores presentes al acabar el concierto. Más de una veintena de músicos, la mayoría con instrumentos de percusión, arropando con ellos, con el añadido de un bajo, una guitarra, vientos y otras intervenciones puntuales de instrumentos armónicos, a tres voces magnificas, como las del citado Carles Dènia, junto a Ana Rossi y Carola Ortiz, todos bajo la dirección de Aleix Tobías y en absoluto estado de gracia. Uno de los puntos culminantes del festival, como lo demostraron las muestras de entusiasmo de los asistentes.
Acabamos el día con la actuación de Mayte Martín, en su faceta de cantante de flamenco, con un guiño final en su actuación, recordando a Atahualpa Yupanqui, y con instantes muy interesante como la interpretación de María de las Mercedes, o El compromiso, la canción que inmortalizara Antonio Machín.
El domingo pudimos ver al grupo belga Ialma, cuatro mujeres que interpretan, básicamente, canciones gallegas, acompañados por el acordeonista ―que habíamos visto ya junto a Kathy Adam―, Didier Laloy. Un grupo que reivindica con su música la historia de esas personas que tuvieron que abandonar su tierra, personificadas en este caso por sus antepasados que llegaron a Bélgica huyendo del franquismo, y que con esa manera de cantar de voces unísonas, típico de las pandereteiras, también se adentran en otros estilos como lo demostraron cantando Voa Voa, de la italiana Lucilla Galeazzi, que como la mayoría de los temas que interpretaron, pertenece a su quinto y último trabajo, Camiño. Ya para finalizar escuchamos brevemente a Roba Estesa, las ganadoras del concurso Sons del año pasado.
He dejado para el final lo que representa esta Fira Mediterrània en realidad: un encuentro de profesionales de la música que buscan, entre otras cosas, relacionarse para potenciar, por una parte a los músicos, y por otra a los posibles lugares, festivales, salas, etc., donde estos puedan actuar. Espacios como el Showcase, dedicado a la presentación de proyectos para los profesionales, así como conferencias, reuniones rápidas, estands, etc., todo ello centrado en La Llotja, el espacio dedicado a la parte de intercambio y contratación. Y es que como decía David Ibáñez, director artístico del festival: «Dentro de la Mediterrània hay diversas ferias», y, añadimos, tanto para el público como para los profesionales. Así, por el Showcase vimos pasar artistas tan interesantes como Yacine & The Oriental Groove, con su música mediterránea con las influencias que los propios músicos que componen el grupo añaden, desde Argelia a Catalunya, pasando por Grecia; Carola Ortiz Grup que presentaba su disco Sirin, y que tuvieron la mala suerte de coincidir con uno de los episodios de lluvia que, puntualmente, regó la Fira; Uxía que llegaba junto a Narf para presentarnos sus Baladas de Galiza Imaxinaria; o el italiano Alessio Arena y La Secreta Danza. Solo unas cifras para acabar: Más de 300 actividades, 184 artísticas; 1.137 profesionales acreditados; 9.615 espectáculos con una ocupación de casi el 85%; y más de 300 reuniones rápidas entre profesionales; entre algunos de los datos más significativos ―y éste, que añadimos nosotros: de los casi 30 espectáculos musicales que hemos comentado en esta incompleta crónica, en la mitad de ellos, estaba presenta algún instrumento de la familia de los acordeones―. Ahora nos quedamos ya a la espera de la próxima Fira Mediterrània de Manresa del 5 al 8 de octubre del 2017. Allí nos vemos. +Info | Relacionados | Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO