Festival Fresc
Festival Fresc
Casa Corbella, Cardedeu. Del 24 al 27 de julio de 2014
No sucede muy a menudo. Varias primeras espadas de la escena independiente catalana dándose cita en una masía del siglo XVIII. Las raíces de Roger Mas, el rock orgánico de Xarim Aresté, los fados de Névoa y la personal visión de la copla de Maria Rodés. Cuatro nombres de bandera que convivieron con propuestas emergentes y espectáculos multidisciplinares en el patio de la Casa Corbella, un símbolo arquitectónico y paisajístico de Cardedeu. Artistas de altura ofreciendo pasajes tan singulares como el propio escenario en el que se desarrolló el festival, veladas en un ambiente puramente familiar y un festival que, en apenas dos ediciones, se ha consolidado como una cita cultural de referencia del calendario veraniego. Ésta es la crónica de lo sucedido durante sus cuatro días.
Roger Mas + Magalí Datzira Trio (jueves, 24)
Una historia de amor. La de Roger Mas y su Telecaster. Una guitarra eléctrica. La primera que usa en directo, porque hasta ahora siempre se había acompañado de acústicas y españolas. «Nos estamos conociendo», confesaría a lo largo del concierto. Electricidad y reverberaciones acompañando la profunda voz del de Solsona. A su lado, sólo un bajo y una batería. Formato básico para un repertorio crudo y servido como los gintonics de antes. Sin adornos innecesarios y reducidas a la esencia, sonaron las canciones que acabarían definiendo una primera etapa artística para Mas. Canciones pensadas en un principio para conformar el que tenía que ser su segundo disco, Pel camí de les serps, que nunca se materializó por culpa de la discográfica de turno. Una década y media después, con todo aquel material repartido en diferentes álbumes, su autor ha decidido recuperarlo e interpretarlo en el mismo orden que había previsto para su publicación. Contextualizando títulos como La senyora dels guants vermells o Dos falcons y dotándolos de la consistencia que sólo el paso del tiempo puede otorgar. Firmando una actuación antológica que remataría, ya en la tanda de bises, con dianas tan celebradas como Benvinguts al cul del riu, El Calavera o L’home i l’elefant. Momentos de lujo para un festival que había iniciado su segunda edición apostando por un valor emergente. Magalí Datzira. Todavía no ha alcanzado la mayoría de edad, pero ya acumula suficientes tablas para enfrentarse a estándares del jazz y del soul sin resbalar. Contrabajo en mano y mediante una voz educada, pero no domesticada, encabezó un trío completado por Isaac Romagosa, guitarra, y Josep Puigdollers, batería, que se movió con elegancia y savoir faire de George Gershwin a Esperanza Spalding, de Stevie Wonder a Amy Winehouse. Un inicio de festival, nunca mejor dicho, de lo más refrescante.
Xarim Aresté (viernes, 25)
«Con la música se ganan mejor la vida los vendedores que los músicos«, se lamentaba Xarim Aresté desde el escenario de la Casa Corbella. No le falta razón ni motivos para proclamarlo a los cuatro vientos. En un negocio en el que las estrategias comerciales pesan más que la vocación expresiva, el de Flix es una rareza. Un músico con todas las letras. Un artista que no pierde en las redes sociales un tiempo que prefiere invertir en las seis cuerdas. Un culo inquieto con tantas cosas por decir como ganas de abrir y explorar nuevas vías. Este verano se encuentra de gira con La Masa Coral de St. Marrano, ecléctico power trio que completan los siempre solventes Sergi Carós (Ed Tulipa), en el bajo, y Ermengol Mayol (Dr. Funkenstein, Roleguita & Boquerón), en la batería. Dos músicos que aportan seguridad al repertorio y que, a la vez, amplían el abanico de registros sonoros. Se mantienen las tormentas eléctricas en forma de distorsión y solos estratosféricos, sí, pero conviven ahora con pasajes reposados y dominados por las texturas acústicas –el propio Aresté comenzó y terminó el concierto con la sola compañía de una de sus guitarras–. Una hora y media en la que su obra solista se citó con recuerdos a Very Pomelo y con piezas de nueva factura. Material aún inédito como sólido testimonio de un torrente expresivo sin límites.
Névoa & Vicenç Solsona (sábado, 26)
Expresividad. Núria Piferrer, conocida artísticamente como Névoa, es un mosaico. Lenguaje corporal acompañando el drama y la alegría de una voz de múltiples capas. Y la guitarra de Vicenç Solsona. Seis cuerdas ricas en recursos, que han servido a gigantes como Bebo Valdés o Maria del Mar Bonet, y que son parte de una única entidad al fundirse con la esencia de Piferrer. Una esencia que parte de la cultura portuguesa que tanto fascina a esta barcelonesa, pero que llega mucho más allá. Como muestra, la actuación con la que selló la tercera noche del festival. El repertorio se estableció a partir de un canon en el que no faltaron referencias a pilares como Amália Rodrigues, pero que también se aproximó a registros como los del bolero –un Se te olvida con aires flamencos–, la bossa nova o el pop –consistente relectura de Both sides now de Joni Mitchell–. Delicia sonora sin igual en un entorno privilegiado.
Maria Rodés + «Honor a quien honor merece» (domingo, 27)
Enfrentarse sola a Ay pena, penita, pena. Trepar uno de los títulos capitales de la copla sin más acompañamiento que el de la propia guitarra, transformando la épica en delicados trazos oníricos y tiñendo de dulzura una lírica dominada por el drama. No me negarán que la hazaña pide valor. El mismo valor con que Maria Rodés se ha hecho suyos los clásicos de Lola Flores, Rocío Jurado o Imperio Argentina. El mismo valor con que selló un Tres puñales que perfectamente podría haber firmado Anna Calvi. El mismo valor con que presentó Agua que no has de beber como respuesta a aquel Yo no quiero ser un cactus que grabó en su día con Martí Sales y Ramón Rodríguez. Y el mismo valor con el que enlazó el tributo a la copla con el cancionero propio –de propina caerían Chico cojo de Anímic y El pájaro de Joan Colomo–, ya fuera sola o con la siempre oportuna guitarra de Daniel Portavella (Dusminguet, Banjim Banjam). Antes se había presentado Honor a quien honor merece, un homenaje a la gran Carmen Amaya concebido por el activista musical Jordi Urpi, alias Dr. Batonga!. Un espectáculo multidisciplinar a tres bandas: frenética selección musical –de Camarón a Miquel Gil, pasando por Enrique Morente con Lagartija Nick–, emotivas vídeoproyecciones trabajadas por Paprika Vj y las coreografías flamencas del huracán Carolina Morgado (AITAcia, Joaquín Cortés, Lenacay, Macaco). Belleza, pasión y sentimiento dándose la mano. Y el recuerdo definitivo, éste sí, para una artista universal como pocas. Final de lujo para la segunda edición del Festival Fresc, cuatro días de ambiente familiar y momentos inolvidables. http://www.festivalfresc.cat/ | Relacionados | Texto y Foto: Oriol S.