Festival de la trompeta de Dragacevo
Guča, Serbia,
6 al 10 de agosto de 2008
Imaginad: Frontera entre Dobrum (Bosnia y Herzegovina) y Mokra Gora (Serbia). Una policía nos indica ante nuestro asombro, que la carta verde de la autocaravana no es correcta. No podemos viajar por Serbia. Error cometido en Madrid. Hemos circulado “irregularmente” por media Europa y todos los varones con uniforme ni se han dado cuenta. Hora y media solucionando el problema via fax. A lo que vamos. Durante todo ese tiempo en que la diligente muchacha nos tuvo anclados a la frontera, ellos, los varones uniformados, tan solo se acercaban para preguntar: – Guča? Tras nuestra afirmación con la cabeza, se reían y con un ritmo endiablado en los puños y la voz, repetían: – Guča, Guča, Guča… (Gucha, Gucha, Gucha…) Como mi buen amigo Tino ha estado repitiendo desde entonces, la realidad supera lo imaginable. No quería mencionar en este artículo las películas de Kosturica, pero me sirve como punto de referencia. El señor Emir no exagera una realidad; la realidad es exagerada!!! Guča es la desmesura balcánica. Es fiesta, festival, feria. Cordero y cerdo a la brasa a peso. Ollas de barro humeantes por todos lados. Cervezas de medio litro mínimo. Lluvia de litros de esa cerveza regándote por todas partes, ya que si la banda es buena, las latas se ondean hasta que no queda ni gota. Fajos de dinares que se van metiendo en las trompetas, en las tubas… Escenario del estadio y del centro de cultura. Cientos, miles de escenarios paralelos con las bandas no oficiales. Gente de bien, cenando en la mas apacible tranquilidad familiar, con diez personas rodeando la mesa y tocando a un nivel infernal. Anarquía y orden. Tres metros más allá, lo mismo. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo no pierden el ritmo si son cinco bandas en 60 metros cuadrados?…Puestos y mas puestos de camisetas, de retablos ortodoxos, de cds, de pulidoras y radiales, de dulces, de todo lo imaginable. Y música, música, música a todo trapo. Más alto, más rápido. En fin, la descripción actual de un campamento militar del siglo XIX, origen de las bandas de metales. Las luchas del imperio Otomano con el imperio Austro- Húngaro. Afirman que por entonces, ambos ejércitos tenían graves problemas para saber cual de ellos era el que iniciaba el combate. En cada bando, el bombo, la trompeta, la tuba, el trombón…solían ser tocados por la misma gente, músicos de profesión: gitanos, especialistas en fusión!!! La arenga sonaba igual en un lado y el otro.Hoy en día, el carácter bélico ha desaparecido en las formaciones de este tipo: sólo bodas, bautizos, funerales, celebraciones varias. Y Guča el encuentro más importante para este tipo de orquestas, el concurso por excelencia, el premio más deseado: la trompeta de oro de los Balcanes. En la parte oficial del festival, destacar los conciertos nocturnos del viernes 8 y sábado 9 en el estadio. El viernes, las bandas extranjeras telonearon de forma magistral a la leyenda viva de Guča, Boban Markovic. Tanto él como su hijo Marko se mueven por Guča como Pedro por su casa. Interesantísimo asistir a los ensayos de las bandas participantes en el instituto del pueblo, dónde Boban da consejos a todos aquellos que se lo pidan. Los Markovic no defraudaron. Un conciertazo en su salsa. Temas tradicionales y su último trabajo Go Marko go, donde el benjamín va cogiendo, cada vez más, las riendas de la orquesta.Y el sábado, tras la competición de bandas jóvenes, el espectacular concierto de medianoche. Una auténtica batalla musical. Las Brass Bands suben de dos en dos al escenario tocando las piezas alternativamente, y siendo la reacción del público la que indica el resultado del “combate”. Una auténtica locura. El domingo, la final y los ganadores. Mejor trompetista según el público: Dejan Lazarevic. Mejor trompetista según el jurado: Dejan Lazarevic. La trompeta de oro de este año, indiscutible!!! Segundo trompeta, Dejan Petrovic. Tercero, Velijjko Ostojic. En cuanto a la mejor orquesta, la de Bojan Ristic de Vladisin Han, paisanos de Boban Markovic. Dejan Lazarevic y su orquesta celebraron el triunfo interpretando una versión magistral del éxito absoluto de este año en Guča, lo más oido y bailado, un regalo para el público: el Gas, Gas del Karmen with happy end de Goran Bregovic. Por su parte, la orquesta de Bojan Ristic, cerró el festival con el tradicional Kalasnjikov junto al sector más joven de la organización bailando sobre el escenario y el público entregado. No lo dudéis. Si podéis, al menos una vez en la vida…. Guča, Guča, Guča!!!!! // Juanjo Peña Martí, Foto: Tino