Femi Kuti and The Positive Force+ Kumazulu + Jac et le Takeifa
Femi Kuti and The Positive Force+ Kumazulu + Jac et le Takeifa
La Riviera. Madrid
25 de abril de 2010
La sentencia dice que la primavera la sangre altera. Y para ser más justos habría que añadir que Femi Kuti la revoluciona. Así se pudo comprobar en el concierto enmarcado dentro de los diferentes actos que acompañan al festival Africa Vive 2010, organizado por Casa Africa y otros organismos oficiales.
Las altas temperaturas primaverales contribuyeron a que muchos de los asistentes se apostasen en el jardín de nuevo cuño, levantado a la vera del río Manzanares, para disfrutar de los estertores de la tarde. Mientras en el interior de la sala, y con apenas un tercio de la entrada, abrían fuego los senegaleses Jac et le Takeifa. Es este un combo de cinco hermanos seleccionado tras su participación en el reciente Festival Vis à Vis de Dakar, apadrinado por Casa Africa el pasado mes de marzo. Por contra a lo que se pudiera esperar Jac et le Takeifa no esgrimieron los dictados del anárquico mbalax. Y sin embargo destilaron una energía inusual, inyectada en parte por su bajista albina Maah Koudia Keita. Las sacudidas de Maah transmitían una electricidad colindante al heavy-metal, debido a sus sacudidas de cabeza al más puro estilo head-banger. El estilo que manejaban los senegaleses resultaba panafricano y ecléctico. La percusión tenía un papel comedido pero importante. Sus tambores suenan sin avasallar pero imprimiendo fuerza a los arreglos. La banda se marca algún que otro requiebro de reggae, amén de proteínicos pasajes de hip-hop a cargo del prestidigitador vocal que es Fallou Keita. Sus letras hablan de los talibés, los niños que mendigan con latas por las calles de Dakar, o del todavía conmocionado pueblo de Haití. En cierto momento del concierto estuvieron acompañados a los tambores sabar por Pape N´diaye (Djanbutu Thiossane), músico senegalés afincado en Madrid.
A continuación, y como si se tratara de una especie de preludio, los cinco percusionistas de Kumazulu abrieron un círculo en el centro de la sala. Armados tan solo con tambores de diferentes tamaños los congoleños supieron ganarse a los curiosos que se arracimaban alrededor. Contaron con la participación de varios espontáneos que se lanzaron al ruedo a bailar como buenamente podían. Tras espacio de cuarenta minutos de fogosa percusión pura y dura dieron paso al auténtico protagonista de la noche.
De planta regia y verbo fácil el primogénito de Fela Kuti sabe como encender eficientemente los motores de los que asisten a su mascletá musical. Su capacidad como líder de una nutrida orquesta está más que probada. Si su hermano Seun se ha rodeado de algunos de los músicos que acompañaron a su padre, léase los míticos The Egypt 80, en el caso de Femi no hay que envidiar la alcurnia y la sapiencia musical de la orquesta que le acompaña: The Positive Force. Nada más comenzar a caldear la olla a presión en que se convirtió La Riviera el amo de la batuta hizo partícipe al respetable de un juego del tipo llamada-respuesta. “Cuando llegas al aeropuerto internacional de Lagos y pasas el control de la policía en la aduana si dices “Alalalá” sabrán que eres de los nuestros”. A lo que cuando Femi gritaba “Olololó” el exaltado público le respondía con el consabido y onomatopéyico grito. Kuti sabía como manejar el tempo de una macro-orquesta que cuenta con una poderosa sección de cinco metales y tres bailarinas que meneaban sus caderas con una intensidad sísmica. Sus temas solían empezar de forma pausada e insinuante para ir creciendo en intensidad y revoluciones, y atravesar por distintos ambientes, como si de una suite de varios movimientos se tratase. Aceleraba y frenaba la locomotora sucesivamente, quizás para dar un respiro a sus intérpretes y al sofocado público. El metraje de las canciones, que supera la media de los seis minutos, da pie para que los músicos vayan desfilando alternativamente para marcarse gloriosos solos. Femi ejerció de terapeuta sexual. Recordó con el estribillo de “Don´t come too fast” (“No te corras demasiado rápido”) que los africanos pueden alargar el acto amatorio más allá de los quince minutos sin problemas, y expandirlo hasta por espacio de una hora. “El secreto está en el control de la mente y del cuerpo“. Así como en el control del público, como él mismo apostilló.
Echó mano de gran parte del repertorio de su último disco, Day by day. Y fue precisamente en este tema con el que intentó convertir a la abarrotada sala en una especie de coral eclesiástica al tratar de que entonara conjuntamente el estribillo de “Day by day night by night we work and pray for peace to reign” (“Día a día, noche a noche, nosotros trabajamos y rezamos para que reine la paz”).
Como colofón la orquesta encaró un tema de high-life, el estilo que reinaba en Nigeria antes de que incursionara el afrobeat allá a finales de los años 1960. Este tema sirvió para que los músicos fueran abandonando poco a poco el escenario tras el brutal derroche de energía. Femi fue generoso, pues extendió su show por espacio de dos horas. Y dejó solo ante el peligro a DJ Floro, que en su faceta de pinchadiscos intentó que la adrenalínica fiesta no decayera. Ardua tarea tras el tour de force del príncipe nigeriano. Relacionados www.myspace.com/femikuti www.myspace.com/takeifa1 www.myspace.com/kumazulu // Miguel Ángel Sánchez Gárate Fotos: Raul De la Cruz