Fado Barcelona (Segunda Parte)
Fado Barcelona 2019 (Segunda parte)
Sala Barts, 6 de octubre de 2019
El festival Fado de Barcelona presentaba este año a dos de los intérpretes más interesantes de la música de Portugal. Era Cristina Branco quien lo inauguraba, y, en la segunda noche del mismo, era Antonio Zambujo quien nos ofrecía sus temas en un concierto centrado principalmente en su nuevo trabajo, Do Avesso.
Antonio Zambujo es un cantante y compositor que vamos siguiendo desde hace muchos años, siendo de aquellos músicos que desde el primer momento que lo vimos, nos cautivó. Una voz absolutamente particular, unos temas, suyos o escogidos por él, que, tras su toque particular, se nos antojan perfectos para su estilo. Un estilo que nace en un entorno muy especial, en el Alentejo, donde el canto polifónico sin instrumentos practicado por conjuntos de voces masculinas, que pueden llegar hasta treinta o más, le marcó, según nos decía. Si además añadimos la afición musical materna por la chanson francesa, nos puede salir un coctel de lo más impredecible, que es, justamente, una de las características de su música.
Una música que se refleja en sus discos, con una trayectoria que tiene un punto y aparte desde su trabajo Rua da Emenda. Un disco que concluye con, Vivir de Olvido, que canta él solo, acompañándose de su guitarra y grabado con su móvil. Como nos explicaba en la entrevista que le hicimos antes del concierto: «No es una despedida, es como enseñar que ha vuelto todo al cero […] como empiezan las músicas, con una voz y con una guitarra y nada más, el resto lo vamos poniendo». Tras ese disco hizo, de forma circunstancial, uno en homenaje a Chico Buarque, y ahora ha hecho este Do Avesso, [Al revés], que era el que nos traía esa noche.
Para ello contaba con una numerosa banda, con Bernardo Couto a la guitarra portuguesa, Filipe Melo al piano, Diogo Aleixo al contrabajo, João Moreira a la trompeta, José Conde al clarinete y Nuno Rafael a la percusión, y a la dirección de la banda. Un soporte musical que funcionó ya desde un principio, cuando, junto al piano de Filipe Melo, en un escenario levemente iluminado, interpretó el tema que da título a su disco Do Avesso, de Rodrigo Maranhão; un tema lleno de tristeza, donde su voz sin más artificios, con las notas del piano que le acompañaban, brillaba, desde el principio, de esa manera tan especial que él tiene.
Un tema que servía, a modo de preludio, para prepararnos ante lo que había de llegar. Continuaba con Se ja não me queres, una preciosa composición de Luisa Sobral, una de las autoras e intérpretes, como nos explicaba antes del concierto, de las que más le gustan desde hace muchos años. Tras ese deseo de que la persona que ya no te quiere, te deje y sea feliz, acompañado con aires de tango, llegaba Catavento da Sé.
Hasta ese momento, Antonio Zambujo nos iba presentando su nuevo disco, Do Avesso, tema a tema, siguiendo, curiosamente, el mismo orden de la grabación. Catavento da Sé es una composición de Miguel Araujo que se basa en la melodía de una canción tradicional, Acorda, Maria Acorda, que ya habían cantado ellos dos con sus guitarras, en el espectáculo 28 Noites. Catavento da Sé la hicieron mientras caminaban por la calle de su pueblo donde él había nacido y se había criado, me contaba,.
Arrufo era la canción que interpretaba después. También de Do Avesso, pero ya saltando el orden del disco. Uno de los temas de los que el propio Antonio Zambujo ha hecho la música, sobre una letra de Pedro de Silva Martins. Siempre hemos creído que las composiciones del cantante son magníficas. Todas las veces que hemos podido hablar con él, siempre ha sido un tema que ha salido: el por qué no canta más temas suyos. La respuesta es, siempre la misma, que hay muy buenos autores, incluso mejores que él, y que por eso lo hace. Esta vez nos dijo, y lo esperamos fervientemente, que pensaba hacer un disco exclusivamente con temas suyos, y solo con su guitarra. Hemos de confesar que en este formato, voz y guitarra, es como más disfrutamos de él.
Después de esa conversación con su gato, que cuenta en Arrufo, cambiaba de disco. Era de Rua da Emenda de donde interpretaba el tema, Valsa de um Pavão Ciumento. Una canción a ritmo de vals de João Monge, Luís Silva Martins y Pedro de Silva Martins, llena de pasión. Quería comentar otra de las características de los conciertos de Antonio Zambujo, que es muy de agradecer. Las canciones suenan diferentes que en sus discos. Los arreglos, la forma de cantarlas, las intervenciones de los músicos, hacen que los temas tomen una nueva vida y que los que los escuchamos, a pesar de poder reconocerlos, encontremos matices, momentos diferentes, que nos hacen pensar que acudir a un concierto del cantante siempre vale la pena.
Flinstones era el siguiente tema. Una canción de João Monge y Ricardo Cruz, llena de excusas por llegar tarde, que acaba con aquella frase de los dibujos animados: “¡Wilma, abre a porta!”.
Volvia a Do Avesso, con Multimillonário, de Jorge Benvinda. Un tema cargado de humor, que explica los sueños de alguien que quiere ser muy rico, pero que se queda solo con la esperanza de llegar a serlo. Su ritmo, así como de charlestón, provocó las palmas de un público que se notaba que disfrutaba con el concierto.
De Rua da Emenda cantaba Canção de Brazzaville, con un amor perdido como protagonista y un ritmo que nos recordaba a la morna de Cabo Verde. Presentaba entonces a sus músicos, se excusaba por no poder hablar en catalán y recordaba, como lo hacíamos muchos de nosotros, que había estado, hacía casi cinco años, en este escenario junto a Sílvia Pérez Cruz, cantando una canción con ella, la cual presentaba su trabajo, 11 de Novembre.
Reprendía el concierto con Zorro, del disco Guia, historia de un conquistador que, finalmente, logra su conquista y admite, contento, que ha salido ganando. Una historia compuesta por dos portugueses, João Monge y João Gil, a ritmo de bossa nova.
Era en, Amor d’antigamente, de Paulo Abreu Lima, tambien de su disco Do Avesso, donde pudimos escuchar un solo precioso de guitarra portuguesa a cargo de Bernardo Couto, que fue muy aplaudido por el público. Un solo que en realidad era la introducción al siguiente tema, Fatalidade, de Rua da Emenda, una canción de donde se narra una separación, que es un fado Marcha de Manuel Maria, una categoría de fado con un ritmo rápido y muy marcado —me van a matar, pero tiene ritmo como de pasodoble—. Lo compusieron, João Monge y, por supuesto, Manuel Maria. Una categoría que lleva el nombre del compositor, como ocurre en otros casos, y que proviene del fado corrido, pero tocado como marcha.
Una de las canciones más conocidas, y más bonitas de las que interpreta Antonio Zambujo, es Guia, que da nombre al disco que publicara en el 2010. Un tema de Pierre Aderne, un portugués-brasileño nacido en Francia y el brasileño Marcio Faraco, uno de los muchos invitados que ha estado con Antonio Zambujo en los escenarios. Precisamente es una de las características de este artista, el compartir escenario y grabaciones con una gran cantidad de músicos —como con Sílvia Pérez Cruz—, cosa que a él le agrada sobremanera.
Otro de los temas de su discografía que más nos gusta es, A casa fechada, de João Monge y Jose Marques. Aquella casa cerrada, que cada día que pasa por su puerta, le recuerda a ella, nos dice.
Se quedaba solo con su guitarra —ya he dicho lo que opinaba sobre eso—, para cantarnos un tema que es una Moda, es decir una canción de las que cantan los coros masculinos del Alentejo, que él ha creado para su último disco —pero realmente en la edición que se vende en nuestro país, no se ha publicado.
Llegaba uno de los temas más interesantes de la noche. Amapola, supuestamente de José Maria Lacalle, que en el disco de Do Avesso tiene unos arreglos más clásicos en los que interviene la Orquesta Sinfonietta de Lisboa. Muy distinto es escucharla solo con su voz y su guitarra y unos apuntes de clarinete, de fondo. Aunque sea un tema que, por haberlo escuchado muchas veces, e incluso por las versiones tan cursis que hemos llegado a oír, puede no agradar, de la manera en que lo ofreció Antonio Zambujo en su concierto fue, simplemente, extraordinaria. Pensé en ese momento: ¿Para qué más?
Otro canción en castellano era Madera de Deriva, de Jorge Drexler, un autor del que se declara muy amigo —en Madrid estuvo con él en el escenario—, del que ya había cantado, en su momento otro tema, Zamba de Olvido, en su disco Rua da Emenda. El grupo marcaba un ritmo de zamba que la gente, ¡ay!, seguía con las palmas.
Nos íbamos aproximando al final del concierto con, Queria Conhecer-te um Dia, de Quinto, una declaración de amor fallida, que compusiera Pedro Da Silva Martins, a la que quiso dar esa noche, como un aire circense en los arreglos; Flagrante, ese tema de Quinto, donde el amante se encuentra en una situación muy comprometida, que escribió él mismo, con letra de Maria de Rosario Pedreira; Algo Estranho Acontece, del mismo disco, también de Pedro Da Silva Martins, con un tratamiento mucho mas rockero que en el disco. Durante la canción presentaba nuevamente a su grupo —entre aplausos que hacían inaudibles los nombres—, y llegaba, para acabar el concierto oficialmente, Sem Palabras. Una canción de João Monge y Mário Laginha, que, como nos explicaba el mismo en la entrevista, habían arreglado con la referencia de Sargent Peppers, de Beatles, y de Pet Sound, de Beach Boys. Incluso en directo —a pesar de las insistentes palmas de los espectadores— se veía esa influencia.
Llegaban los regalos. Con una introducción musical y unos arreglos muy conceptuales, ofrecía, Em Quatro Luas, de Guia, otra de sus canciones, que compuso esta vez junto a Aldina Duarte. Aquí se dejó llevar e introdujo en medio del tema un fragmento de Cucurrucucu Paloma y lo acabó tarareando el Bolero de Ravel. Era un Antonio Zambujo como lo habíamos visto otras veces, improvisador, imprevisible y llevándonos a donde quería en todo momento.
Llegaba Ate a fin, de Arnaldo Antunes y César Mendes, una pequeña joya que, aquí, sin la Sinfonietta de Lisboa como se escucha en el disco Do Avesso, sonaba íntima y cercana.
Y ahora sí, para acabar, también con un arreglo especial para los conciertos, llegaba el tema, posiblemente, más conocido de él, de su disco Rua da Emenda, Pica do 7, compuesto por Miguel Araujo; un trayecto en tranvía que le va a llevar a conseguir a su amor.
Entre aplausos y gestos de satisfacción del público, se despedía Antonio Zambujo. Un cantante al que, hemos dicho, le gusta cantar junto a muchos artistas. Dispuesto a colaborar con todos —o casi todos—, porque, como nos decía, de todos aprende algo. Que ahora está enamorado de la música del brasileño Tim Bernaldes —me estuvo insistiendo encarecidamente que lo escuchara, como así hice—. Que le da como vergüenza —eso es lo que parece— cantar sus temas o incluirlos en sus discos. Que es de esos músicos del que solo oír las primeras notas, ya reconocemos su voz, esa voz que acaricia o rasga, según quiera en cada momento. Que no necesita más que una guitarra para actuar, pero al que le gusta rodearse de excelentes y numerosos músicos en sus actuaciones. Que publica un disco cada dos años, más o menos: «Con la edad no sé si voy a aguantar». Que llega a Brasil y como ve que a Chico Buarque lo están amenazando por su postura política a favor de Lula y del PT, una amenaza que según él se hace a toda la cultura brasileña, a la cultura portuguesa en general, pues se saca de la manga un disco y publica, Até pensei que fosse minha, para homenajearlo —saltándose la periodicidad de sus grabaciones—. Una persona muy preocupada por su entorno social, ecológico, que ve el mundo con un cierto pesimismo: «A mis hijos lo único que les puedo pedir, es perdón» —nos confesaba—. Que tiene un largo recorrido por delante, y muchas ideas nuevas que, nos dijo, iba a empezar a desarrollar. Que nosotros estamos deseando que lo haga. Que es un cantante que nos enamora.
El concierto de Antonio Zambujo, puso el broche de oro del festival Fado de Barcelona de 2019. +Info | Relacionados | Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO