Erykah Badu

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Erykah BaduErykah Badu
Los Veranos de la Villa.

Patio del Centro Cultural Conde Duque. Madrid.
11 de julio de 2008

Definitivamente Erykah Badu no es de este mundo. Es una extraterrestre capaz de poner patas arriba la grada de butacas del Patio del Conde Duque y mucho más. Y es que la gran diva del neo-soul no se conforma con ser tan solo una reina sentada en su trono. Puede ser tan caústica como Björk – y de hecho lo es, cuando se lo propone. Y también es mucho más psicodélica que todos los George Clinton del mundo juntos si la ocasión lo requiere. Badu presentaba su último disco New Amerykah, Pt. 1 4th world war, un álbum que da una nueva vuelta de tuerca a su peculiar concepción de la black-music en todas sus gamas. Sus manipulaciones en el ordenador; su exhibición percusiva con un talking-drum que apretaba entre su axila en el tema My people; e incluso el solo de batería que ser marcó con una caja de ritmos – algo bastante parecido a lo que hizo Chick Corea la noche anterior –  son manifiestos ejemplos de que a Badu no le basta con pavonearse y hacer gala de su virtuosismo vocal. Las sirenas que avisaban de un bombardeo aéreo asomaban entre canción y canción para recordarnos que la cuarta guerra mundial puede estar a la vuelta de la esquina.  Con un moño retrofuturista y unos tacones de infarto la diva hizo su aparición tras una enérgica descarga de funk instrumental que garantizó que iba a ser una noche caliente. Movimientos seductores y el brazo extendido hacia el cielo, un tic que se repetiría durante toda la velada. Amerykah promise, uno de los cortes de su último álbum, inauguró la barroca orgía de black music que se nos venía encima. Con The healer espoleó a la audiencia para que levantara sus brazos hacia la estrellada bóveda celeste. My people fue uno de los nuevos temas que esgrimió, y que fue seguido de un tema sampleado con sonoridades africanas mandingas. No le faltó tampoco a su alteza un gesto propio de sus raíces africanas, el derramar líquido en homenaje a los ancestros mientras en su lap-top sonaba un tema blues. Repasó algunos momentos álgidos de Baduizm, haciendo parada y fonda en uno de sus números más sonados, On & on. De pronto levantó su brazo en dirección al cielo mientras decía "Mira la luna", para luego embarcarse en la arrebatadora balada Orange Moon. No le faltó tampoco una diatriba pacifista en plan Michael Moore, en contra de los poderes fácticos de Estados Unidos. Sentenció que el verdadero poder está en la gente de a pie y no en el gobierno, y que si todo el mundo se levantase y se uniese los ejércitos de soldados llegarían a confundirse con ejércitos de personas. "El poder está en la gente", gritó y a continuación atacó su canción Soldier. Contento debió quedarse el fan que dejó un vinilo y un bolígrafo sobre el escenario para que lo rubricase. Y satisfechos nos quedamos todos ante los excesos y las virtudes de una pantera que le hace sombra hasta a la Grace Jones de sus mejores tiempos. Erykah Badu te queremos. // Miguel Angel Sánchez Gárate