Entre Orillas

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Siempreviva y clavel, La Cúpula Music, 2018

Para los cronistas musicales, al menos en mi caso, es una suerte cuándo coincide que estas escuchando un disco con interés y justamente entonces el grupo lo presenta en directo. Esto me ha ocurrido con este proyecto que se llama Entre Orillas, un trabajo que tiene en la dirección a Cristina López (voz) y a Carlos Cuenca (percusiones) ambos le han dedicado tres años a viajar (supongo que no sólo con la imaginación) de una orilla (Cádiz) a otra (La Habana) para plasmar en estos ocho temas su manera de entender esta fusión. No te asustes estimado lector, esta fusión no viene de mezclar cuatro compases de bulería con un poquito de salsa y a correr, no. Esta fusión viene de meterse de lleno en el mundo de los guajiros (campesinos) para los que la música era, magia, religión, hechizo, amor, con la cultura gitana de dolor, sufrimiento, alegría y pasión. Para que me entiendas por el lado cubano más cerca de Miguel Angá Díaz o de Omar Sosa y por el lado flamenco, bueno eso lo tendrás que descubrir tú. En la presentación llegaron a sumar 13 personas en el escenario, pero los músicos del disco son un sexteto más colaboradores que te iré presentando. Empiezan con Siempreviva y clavel que da título al disco (han escogido estas dos flores para representar las dos orillas) Yadira Ferrer (voz) coge las claves y te deja claro que sabe de qué va el compás, Cristina López entra con una voz segura y dulce, el bajo de Ismael Alcina y la flauta de Juanma Gómez se encargan de unos arreglos que le sientan estupendos al tema (me viene a la mente un grupo que no destacó mucho pero que iba por este camino, Un gato en la Luna, si llegaste a escuchar a estos malagueños, ya sabes de que te hablo) Le canto a la luna es el siguiente tema, la inicia la guitarra sincera y limpia de Marc López con esos tangos que tan bien fusionan con los ritmos de otros continentes. La cantaora recoge versos de tientos y tangos, las percusiones de Carlos Cuenca y de Pablo Gómez juegan con Cuba y, para mí, también con los aires morunos que tan bien le sientan a los tangos. Guajira y punto, ahora es Yadira Ferrer quién toma el mando, la guitarra de López marcando perfectamente esas notas vacilonas de la guajira, repiqueteos de los percusionistas (esenciales en todo el disco) y esa flauta que sabe poner las gotitas justas de ambrosía. Nos vamos al otro extremo del mundo, nada menos que a Siria. Explicaba Cristina López en el concierto que hasta allí fueron para tratar de entender la tragedia de ese pueblo (tragedia que no olvidemos, estamos trazando entre todos) y como buenos conocedores de los cantes han escogido para la ocasión el Polo. Uno de los cantes más antiguos, introduce el dolor el chelo del gran Martín Meléndez (el cubano puede hacer cualquier cosa con su instrumento) no es fácil cantar este palo, Cristina lo empieza con su voz aguda, como debe ser en el primer tercio y después se arropa con los coros de Ángela Furquet y Anna Colom  para los ayes. La guitarra de López lo centra en la solea y consiguen entre todos salir airosos de este desafío. El siguiente tema es Por Baleares (no sabemos si por el invitado estrella) nada menos que Marco Mezquida al piano, una composición de Juanma Gómez que se adentra con fuerza en la música negra y primitiva de cualquier civilización, resolviendo en un estribillo atractivo que posiblemente la convierta en el tema que más puede reivindicar el grupo como sonido Entre Orillas. Oyá (diosa cubana) por bulerías, gran introducción de la guitarra de López (debo reconocer que lo escucho mejor en el disco que en el concierto) la voz de Yadira Ferrer, enorme, sintiéndose en casa, por encima de todo como una diosa. Controversia de ida y vuelta es un homenaje a esas “peleas” entre cantantes que existen en todas las culturas, las dos mujeres se pican una a la otra defendiendo cada una sus cantos como originales, ahora se incorpora en el bajo el “canallaJose López, otro hombre que está en mil proyectos Un tema muy lírico (cuándo queremos penar, mi gente canta un bolero) que sabe mezclar con gusto varios palos y demostrar lo que significa esos cantos de ida y vuelta, muy bien Cristina López en los cambios de registro vocal. Y para cerrar Nunca es tarde, lo más cercano al jazz latino, conducidos al principio por el piano de Ángel Pérez y el bajo eléctrico de Alcina, las percusiones se irán metiendo con fuerza, la flauta suple a una sección de vientos que también molaría, y la voces juegan a recordarnos de una tacada a Camarón y a los Van Van ¡ahí es nada!  + info  | fotografías: Ana Hurtado. Edición: Sergio Basi

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