Eliot Zigmund trio
Jamboree 29 de noviembre de 2017
Eliot Zigmund es un baterista americano que se encuentra de gira por Europa y en su parada en Barcelona tuvo el buen gusto (o siguió los consejos expertos) y formó trio con dos de los mejores músicos de nuestra escena, Marco Mezquida y Manel Fortià. En el cartel y como reclamo aparecía el siempre atractivo “Homenaje a Bill Evans” y sí, ciertamente a Zigmund le podría resultar fácil recordar la música de Evans ya que lo acompañó en cuatro de sus discos. Pero no hubiese hecho falta el reclamo ya que los tres músicos que teníamos delante podían recorrer la historia del jazz y ofrecernos un concierto sin echar mano de temas como Elsa o Waltz for Debby, sino escogiendo estándares que pudo o no interpretar Evans, pero eso sí, bañándolos de esa fragancia que te atrapa y enamora como la música del genial pianista. Empezaron con Beautiful love y fue como una presentación de armas en tres solos, piano, contrabajo y batería siendo el del contrabajo de Fortià el más celebrado, para mi gusto el de Zigmund fue demasiado “potente” tratándose de una presentación. Siguen con Joia, un tema que Mezquida escribió para su abuela (creo recordar) y que nada le tiene que enviar a ningún estándar, la introducción del piano es preciosa y después todo el tema tiene una atmósfera que te atrapa sin remedio. Zigmund aprovecha para presentar el trio, explicar que acaba de llegar de Copenhague y es la primera vez que tocan juntos pero que se siente como si llevaran mucho tiempo juntos, y puedo corroborar que ese era el sentimiento de los que lo escuchábamos. Otras veces ocurre, no diré nombres, que llega el típico “artista” norte americano busca dos o tres músicos locales para que le acompañen y no sabe sino tocar fuerte para demostrar que es el jefe. En I remember you, tema con el que siguieron, Zigmund tuvo un solo de lucimiento, es verdad, fuerte y potente, demostrando quién era, pero eso fue todo, la respuesta del dúo fue un ritmo endiablado dejando claro que pueden tocar con cualquiera y a partir de ahí la noche fue de Mezquida y de Fortià y a Zigmund no solo no le importó sino que era una delicia verlo con los ojos cerrados acompañando a la perfección la música que iban construyendo sus compañeros, me recordó a Paul Motian en una ocasión que pude escucharlo y que también discretamente acompañaba a Frisell y a Lovano, con ese mismo aire como ausente pero imprescindible. Siguieron con Body & Soul, empieza Fortià y le secunda Zigmund con escobillas, se cuela el lirismo de Mezquida, Fortià sigue llevando el mando y Zigmund combina baquetas escobillas y el otro extremo de las escobillas (una especie de ganchos) Sabe usar cada elemento en el justo momento, precioso. Siguen con How Deep is the ocean un tema que Evans grabó en su maravilloso Explorations, 1961. Siguen con otro tema de Mezquida, Fellini y el menorquín aprovecha para ofrecernos sus siempre increíbles juegos veloces de las manos alternando con ese trabajo en las tripas del piano, Zigmund lo sigue, de nuevo cierra los ojos y se deja llevar, y me atrevo a imaginar que piensa que este joven pianista es increíble y es un placer tocar con él. No era fácil dejarlo ahí, el público estaba muy a gusto y Zigmund daba la sensación de que se iba pero no sabía muy bien como despedirse (pensaba que era necesario seguir) y siguieron con Bluesette (Toots Thielemans) de nuevo demostrando que Mezquida y Fortià se compenetran perfectamente, (sino lo conoces deberías escuchar su My old flame, 2015). Y ahora sí que Zigmund supo que se acabó, y supo cogerse a estos dos jóvenes músicos y saludar a un público que tuvo la suerte de estar allí para comprobar que el jazz seguirá vivo mientras músicos de diferentes edades y lugares sean capaces de reconocerse en esta música y seguir sintiéndola como algo hermoso. + info | relacionados