Electrik Consort

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"Electrik Consort"
Quadrant Produccions, 2008

Se hace difícil encasillar la música de este inusual trío. Entre otras cosas porque recurre a géneros tan diversos como el jazz, la música étnica y las nuevas músicas, sin decantar la balanza a favor de ninguno en concreto. Y además por el formato tan inédito al que recurre: la zanfona de Adriá Grandia, un instrumento de cuerda tradicional castellano con más de 1000 años de antigüedad; el stick del virtuoso Guillermo Cides, mezcla de bajo y guitarra con sus 10 cuerdas, inventado por el músico Emmett Chapman; y la percusión de Nan Mercader. Cides ha actuado invitado en algunas ocasiones por músicos de la talla de Roger Hodgson (Supertramp), Rick Wakeman (Yes) o Trey Gunn (King Crimson). Adriá Grandia ha colaborado con una larga lista de bandas, entre las que destacan Ço de Botafoc, Grallers de la Torre o Stella Splenders, entre otras. Y Nan Mercader se ha codeado con Joan Manuel Serrat, Carles Benavent, o Jarabe de Palo, por citar algunos de sus convidados. Así que la solvencia no deja dudas en lo que se refiere a la ejecución y dotes compositivas. En cierto modo, y salvando las distancias formales, Electrik Consort pueden compararse a Rao Trío, por el uso innovador que hacen de la zanfona, más abonado a la música tradicional. La audacia del trío queda patente cuando ataca material ajeno como es el caso de Cashmir de Led Zeppelin, con esos ambientes progresivos y a la vez orientales; Dorico, una pieza del folklore tradicional noruego, que rezuma las sonoridades del frío norte; Historia de un amor, de C. Almarán, con tintes de jazz de fusión; Allemanda, de Tielman Susato, que remite a la música clásica cortesana del siglo XVII; Fischetto, de Marc Egea, con el omnipresente slap funk del stick y unas líneas de la zanfona que rememoran las sonoridades celtas; o Libertango de Astor Piazzola, como no podría ser tratándose de la ascendencia argentina de Guillermo. El trío no escatima en repertorio propio, caso de Je Suis, Ciao Piccolino, Addagio de los angeles, The happy song o Baion. La paleta estilísitica es tan vasta como la gama de colores de un arco iris. Y lo intrincado de los arreglos invita a varias escuchas para descubrir nuevos matices. Este es un trabajo recomendable para oídos inquietos que busquen algo realmente distinto.// Miguel Angel Sánchez Gárate