Ebo Taylor

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Ebo Taylor

Apolo. Barcelona. 25 de mayo de 2016

Vaya por delante como siempre nuestro reconocimiento a los Caprichos del Apolo por “regalarnos” estos conciertos que, como el de está ocasión, fue memorable.
Quizás Ebo Taylor no sea tan conocido como otros coetáneos octogenarios africanos o cubanos, pero no por ello menos admirable. De hecho la sala grande del Apolo tuvo una buena entrada y un gran ambiente festivo. Ese público le demostró respeto y celebró su música desde la primera canción. Es cierto que a esa música, el highlife (la música urbana de su Ghana natal), le ha ido añadiendo más ritmos afro-funk o el afrobeat de su amigo Fela Kuti, pero también se notan esos viajes musicales de ida y vuelta entre Cuba y África y asimismo sus estancias tanto en Londres como en Berlín.
En está gira le secunda una joven, eficaz y cómplice banda que sigue sus leves indicaciones casi sin que se note, y es que según nos comentaban desde la organización del concierto, él quiere dejar su legado a sus compatriotas y, visto lo visto, están aprendiendo a la perfección.
De hecho salieron a escena todos cantando como si la fiesta ya hubiera empezado antes del concierto en los camerinos, y ocuparon sus lugares. Delante la percusión con tres congas. A su lado el imprescindible chekere del afrobeat, con un hiperactivo músico que no paraba de moverse y que además tocaba el cencerro marcando la clave con un pedal en el pie. Al otro extremo, el teclista que parecía el conductor de la banda. Detrás el batería y los dos vientos, trompeta y trombón. Con ese ambiente festivo se marcaron un instrumental, que ya puso a bailar a ese público entregado. Hasta que presentaron a Ebo que salió armado de su guitarra, con sombrero, elegante camisa y pantalón a la africana y se puso a tocar esa música que poco a poco te va enganchando con su ritmo y que alguien, escapando de etiquetas, definió como “jazz divertido y bailable”. Y aunque ni su voz ni el sonido de su guitarra es el de antaño, su forma de tocar sutil, pero esencial, está repleta de sentimiento.
Su concierto no fue de tres horas, como nos dijeron que hizo en Málaga unos días antes, pero en sus más de dos horas nos dejó autenticas perlas y muy brillantes. Como el añejo Come Along, que tocó al lado del más reciente Refugees, pero igual de rítmicos e irresistibles al baile. Asimismo sonaron el arrollador Heaven o el envolvente Mizin, temas que seguro que la Fundación Tony Manero, expertos en ritmos afrodance, disfrutarían como locos. Bueno, igual que hizo todo el público. Pero mención especial para el crucial Love and Death, que empieza en inglés con está frase: “Hermanos y hermanas, préstenme sus oídos. Escuchen mi historia de amor y muerte. En el día de nuestra boda ella me dio un beso. Fue el beso de la muerte. Amor y muerte caminan juntas”. Y lo asombroso es como una historia tan triste, puede tener un ritmo tan gozoso y contagioso.
Eso sí, todas estas canciones estiradas al máximo en el tiempo y con un groove inapelable que te atrapa sin remisión. Aunque Ebo iba alternando canciones, o sea se cantaba y tocaba la guitarra en un tema y al siguiente dejaba que la banda se explayara mientras él descansaba y volvía a salir en el siguiente. Pero daba igual, esa noche pasó por el Apolo el pasado, presente y futuro de ese ya moderno highlife y estuvimos allí para disfrutarlo y poder contarlo. +Info
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