Dorantes.

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SFB El Dorado. Sandaru, 2 de mayo de 2019

David Peña “Dorantes” fue el encargado de inaugurar este ciclo de Flamenco – Jazz que ha organizado la SFB El Dorado. Un escenario con un piano Yamaha enorme y unas percusiones sencillas atraían la mirada curiosa de una sala otra vez llena, al público habitual se le unía aquellos que no acababan de creerse que Dorantes tocase en un escenario tan “recogido”. Y es que el pianista de Lebrija es lo suficientemente popular para llenar un estadio de futbol, de hecho en Google (que todo lo sabe, aparece catalogado como pop) pero Dorantes sabe dónde está actuando y puede hacer la música que se le antoje. No tardó en explicar al público como entendía la Rondeña de Montoya y acercarnos con cariño a la plaza de cualquier pueblo andaluz y respirar todos sus aromas, sólo con ese acercamiento a la rondeña a mí ya me dejó tocadito para toda la velada. En la batería Javi Ruibal,  y digo batería porque no sólo se limitó a las percusiones que suele necesitar el flamenco, fue más allá y en muchos momentos a pesar de la ausencia del contrabajo estaban muy pegaditos al jazz sobre todo al entrañable ragtime. Dorantes disfruta del swing y caracolea gusto con el piano, atreviéndose además a jugar con sus tripas pero siempre desde la fantasía clara. Ofreció un tema para su madre con todo el sentimiento que supone esta dedicatoria, Dorantes es un músico de emociones más que de estructuras estilísticas definidas. Presentó una bulería para recordar su barrio de Barejones en Lebrija, y me vino a la mente aquella formación con su paisano Rycardo Moreno a la guitarra y  Marcelo Mercadante al bandoneón, cuánta imaginación junta. Aunque Dorantes por su herencia hijo de Pedro Peña, sobrino de El Lebrijano, emparentado con Fernanda y Bernarda, ha mamado flamenco desde chico, en el momento en que se decidió por el piano estaba claro que su universo musical iba a ir en busca de sensaciones y melodías que iban a influir tanto más que el flamenco a la hora de componer. Lo mismo ocurre con su escudero Javi Ruibal no solo ha crecido a la sombra de su padre Javier Ruibal, recibiendo de este la sabiduría de la poesía y el embrujo gaditano, sino que ha recibido clases de maestros como Guillermo McGuill que han sabido conjugar no sólo el jazz y el flamenco sino los folklores de ambos lados del atlántico. Así hubo momentos en que el piano de Dorantes volaba libre y pasaba de los aromas árabes del tango andaluz a las armonías tangueras del maestro Piazzolla, todo sin dejar de tener la personalidad de Dorantes. Él mismo joven inquieto que con pocos años ya compuso Orobray que sería su primer gran éxito y que, comentaba en el concierto, seguía siendo su quilla o timón. Ahora observando la portada del disco es fácil adivinar su admiración por Bill Evans (esa portada no sé si por las gafas, la postura o los azules te hace pensar en el maestro)  El público totalmente hechizado, aplaudía a rabiar, Dorantes aun que pasó un calor espantoso, estuvo entregado totalmente y feliz de encontrarse con un público lleno de admiradores, aprovechó para felicitar a Mayte Martín, que estaba entre el público  por su reciente premio Cultura de la Comunidad de Madrid y quiso ir terminando, pero estaba claro que la cosa no podía quedar así y el público no estaba dispuesto a abandonar. Para el bis escogió otro de sus grandes éxitos, Semblanza de un rio, explicando que de pequeño pasaba sus veranos en Sanlucar dónde desemboca el Guadalquivir y citó a Caballero Bonald hay algo mágico en Sanlucar porque allí muere un río” volvió a recordar su orígenes al alardear que también pasa por Lebrija, pero su música se fue hasta el nacimiento en la Sierra de Cazorla, y con una introducción sencilla de poco caudal, se fue forjando un tema que fue cogiendo rapidez, la percusión de Ruibal tubo buena parte de culpa, y poco a poco los dos músicos corrían veloces como el río, increíble el juego de las dos manos olvidándose de estilos musicales y concentrándose en crear atmósferas sonoras que transmiten emociones y hacen vibrar a cualquier público. + info | relacionados | Fotografias: Joan Cortès 

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