Dorantes & García Fons. Esperanza Fernández & Miguel Ángel Cortés
Desvarío, 21 de julio del 2023
El cartel de este día en el Festival Desvarío era extrapolable a cualquier festival de world music de los que se celebran en verano en tantos y tantos lugares hermosos del mundo. Y es que aunque se trate de músicos que podemos catalogar como flamencos, cualquier público con una mínima sensibilidad artística puede disfrutarlo.
Al francés Renaud García-Fons lo habíamos escuchado el diciembre pasado en la programación de la SFB El Dorado (responsables del Festival Desvarío) dentro del ciclo Cuerdas Furtivas. En aquella ocasión vino solo y nos llevó a de viaje por todo el mundo con su contrabajo y sus juegos electrónicos. En esta ocasión la electrónica, aunque presente era menos notable. En el otro lado del escenario el pianista lebrijano David Peña Dorantes. Presentaban Paseo a dos y eso es lo que hacen pasear por los sonidos que les atraen, a veces juntos a veces por separado. A veces por el centro del camino y otras, la mayoría por dónde les apetece.
Y así empezaron, desafiando los cánones. Hiriendo la noche, jugando a buscarse y a encontrarse.
Dorantes tenía un piano de cola, de los que son un premio para cualquier pianista, y lo aprovechó. Templaron por tientos y tangos y el público se quedó boquiabierto desde las primeras notas. Presentó Dorantes el siguiente tema Molto enrollado una bulería tuneada por ellos, se lanzó García-Fons a percutir alternando con juegos de arco y Dorantes a jugar con mucho brío hasta ir diseñando esa bulería. Son dos músicos que se conocen muy bien y saben cómo jugar con los ritmos, el compás y todo lo que permite que el público esté entusiasmado pendiente de cada cambio en el escenario. Hay momentos en que el contrabajo está de un lirismo subido y Dorantes se mantiene discreto, de repente es el lebrijano el que se excita y el contrabajo lo admira.
Siguieron con El crisol de la noche (García-Fons) una soleá. Marcó el compás el piano. El contrabajo sentía el cante profundo y lo hacía suyo. Es curioso como el piano pasa a ser guitarra y el contrabajo cantaor. En algún momento el contrabajo se acerca a esa canción más coplera que bebe de la soleá pero la suaviza.
Se quedó solo Dorantes y aprovechó para liberar cualquier corsé estilístico, se paseó con total libertad por espacios sonoros de su tierra y de otras, sin importarle echar mano del antiguo ragtime o de sonoridades pre flamencas. Cuándo nos dimos cuenta ya estaba jugando con las tripas del piano con una mano sin perder el rumbo. Lo mismo ocurrió cuando a continuación se quedó solo García –Fons, con detalles de electrónica (si cerrabas los ojos era difícil saber que instrumento sonaba) enseguida quiso darle protagonismo al arco como elemento percutivo, todo un espectáculo ver “trabajar” a este músico que tiene muy claro lo que quiere expresar. Todo un viaje en que la música oriental está muy presente. Esa es la ventaja de los flamencos (que tan pronto te acercan a Oriente como a Occidente) Como fue en el siguiente tema que se fueron a las guajiras. Un tema escrito por los dos, Entre las rosas. El contrabajo aportó esa parte que llamaríamos de punto cubano y Dorantes se encarga del punto andaluz. Ahora Garcia-Fons vuelve a “cantar”. Siguieron con El rio os espera, unos tangos que, como no puede ser de otra manera, evolucionaron con total libertad. Momento álgido de la noche fue cuándo ambos músicos se convirtieron en percusionistas, García-Fons con la madera del contrabajo y Dorantes de nuevo jugando con las tripas del piano y con todo lo que pillaba a mano ¡Qué grandes! Terminaron con Mar y rayo, un garrotín que iría paseando hasta las livianas y la debla. O sea que volvieron a dejarse llevar sin miedo.
Después de asistir al espectáculo de ver bajar un piano de cola “a manos” del escenario al suelo, empezó la segunda parte.
Lo primero remarcar el problema del sonido ¡que manía de que suene todo al volumen necesario para un campo de futbol! Ya en el anterior concierto el piano estaba excesivamente alto, pero se podía perdonar. Pero en el caso de Esperanza Fernández era un problema importante.
La cantaora venía con dos ideas claras, sacar partido de esa excelente guitarra, el granadino Miguel Ángel Cortés y hacer un espectáculo en que mostrar sus tablas. Con cambio de vestuario y ese desenvolverse con soltura por el escenario sabiendo que tiene el público conquistado de antemano.
Empezó la guitarra sola de Cortés, el granadino estuvo en la edición del año pasado acompañando a Arcángel. Un concierto con un planteamiento muy diferente.
Empezó acordándose de su tierra y por el lateral aparece Esperanza Fernández con un mantón muy llamativo y micro inalámbrico cantando por peteneras de Marchena. La voz clara y bien modulada pero con ese volumen que tanto irrita. No hacía falta gritar tanto para decir las cosas claras.
Siguieron por soleá, la percusión de Miguel Fernández aunque discreta, estuvo muy certera. Y Esperanza Fernández cantó como las grandes, aquí estuvo esplendida. Saludó la cantaora y recordó una noche, hace muchos años, que había estado de público en este mismo escenario escuchando a dos grandes Chano Lobato y Juan Habichuela. Un servidor también estaba y lo recuerda con placer.
Y ya que estaba recordando a Chano, que mejor que irse por alegrías. Guitarra y cajón saben muy bien su papel y su importancia en este palo. Y a Esperanza le sirve para descansar después del riesgo de la soleá. Como debía ser recordó algunas letrillas de Chano con Lucrecia. Aquellas de Mi padre llamado Juan.
Vuelve a lucirse en solitario Cortés, cuanto me hubiese gustado escucharlo con cualquiera de los dos músicos anteriores, seguro que se entendían tanto con Dorantes como con García-Fons ¡Que arte tiene este hombre!
Vuelve a salir la cantaora, con otro vestido. Se hace esperar mientras la guitarra de Cortés le abre paso, Época del cometa, de nuevo Pepe Marchena, son las letras escogidas por Esperanza Fernández para acercarnos a ese flamenco/ canción que ayuda a crear ese clima que quería conseguir la trianera. La percusión crea el clima, y la cantaora se acerca a ese estilo Marchenero que no siempre está bien valorado ¡para los gustos colores! Cortés a lo suyo de vuelta viajando por Cuba para que la cantaora recuerde a Mi mulata que cantaba Juanito Valderrama y Chano, entre otros.
Pasamos casi sin enterarnos a esas seguiriyas (Las ovejitas) volvió a estar muy arriba, hay que reconocer que cuándo está arriesgando lo hace con todas las consecuencias. No hay fingimiento. Cortés secundándola con acierto. Hasta el defecto del sonido se podía olvidar.
Para terminar, quería hacer unos tangos para todas las mujeres del mundo (por esas mujeres que tanto han luchado) y quiso dedicárselos a La Niña de los Peines y a la Repompa de Málaga. Y después por supuesto acabar por una fiesta por bulerías en que no dudó en dar unas pataitas con mucho estilo. + info | relacionados | Fotos: Ana Palma