Dino Saluzzi

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“Albores” ECM, 2020

Mientras una gran parte de Argentina llora el adiós de Maradona, yo escucho a otro argentino, menos famoso pero más venerado por los que amamos la belleza por encima de todas las cosas. En dos ocasiones he podido escuchar en directo al maestro, la primera en 2008 en la Plaza del Rei, recuerdo que sonaron las doce en las campanas de la catedral, paró de tocar y cuándo acabaron integró el hermoso sonido de las campanas en lo que estaba tocando. En el 2016 con su familia en el Auditori del Liceu (dentro de la programación del festival de jazz) un niño en las primeras filas lloraba y Saluzzi igual que a las campanas lo integró subiéndolo al escenario ¿Quieres más magia? Saluzzi toca igual que narra, desde la sencillez. En este Albores se ha despojado de toda vestimenta y se enfrenta solo a una conversación íntima con su instrumento. Un bandoneón que no pretende ejercer de milonguero, ni de folclórico, solo unirse al sentimiento de su dueño y dejarse ir por dónde Saluzzi decida. Dino Saluzzi nació en Parla y fue su padre quién le enseñó las primeras nociones de música, explicaba en un concierto que a la noche se juntaba la familia y el padre dirigía el ensayo. Más tarde marchó a Buenos Aires a aprender las músicas escritas, pero siempre volvió a su tierra para no perder la relación con la naturaleza que lo hace único. Empieza Albores con un Adiós al maestro Kancheli, un homenaje al compositor georgiano Giya Kancheli fallecido el año pasado.  Quiere hermanar Saluzzi la música andina con las músicas del Cáucaso  pero no desde la fusión de músicas sino desde la fusión de personas que se sienten más cerca de la naturaleza que del conservatorio.  Ausencias, el maestro nació en 1935, son muchas las ausencias que ha ido acumulando, pero si la memoria puede ser redentora siempre podemos vivir la ausencia desde los recuerdos positivos. Saluzzi libera al bandoneón del tempo y le deja que se recree en largos sonidos fijos que le permiten recordar esas ausencias con cariño. Según me cuenta la vida, es una milonga recordando a Borges y su Milonga del forastero. Y me viene a la memoria la versión de Carmen Linares en Un ramito de locura, Universal, 2001. Y vuelvo a escuchar el tema para compararlo. Linares llevó el texto a desafíos gitanos / lorquianos (al menos en mi imaginación) Saluzzi lo lleva a la narración como transmisión de emociones, en algunos momentos el bandoneón nos recuerda que es una milonga, pero las tensiones que van buscando el desafío y los silencios que encuentran la muerte son los mismos. Íntimo, si Piazzolla nos hablaba de Las tardecitas de Buenos Aires, Saluzzi busca en su recuerdo la primavera porteña reflejada en las luces de antaño, quizás con menos colores pero más puros. Por momentos parece que son dos los bandoneones que cuentan la historia, las dos manos trabajan ora juntas ora separadas para crear algo hermoso. La Cruz del Sur (2ª cadencia) busca en el poema de Martín Fierro (José Hernández) “arrastro mi triste suerte, paso a paso y como pueda” la esencia del gaucho y por supuesto lo que conlleva de sufrimiento. El bandoneón no aúlla quejoso, pero busca las notas más tristes para el recogimiento en la pena de una historia de sufrimientos. Écuyère,  es un tema que parece dar rodeos en busca del significado del viaje como mera acción o como eterno retorno de la humanidad en una búsqueda sin fin. Son seis minutos y podrían ser 20, es un buscar en las entrañas del bandoneón como si buscara en su alma, sin pretensión de encontrar, solo jugando a sorprenderse y sorprendernos. Ficción nos trae un trino más desenfadado,  una composición que puede enlazar con imágenes, grandes directores como Godard (Nouvelle Vague e Histoire (s) du Cinéma)  y nuestro Pedro Almodóvar (Todo sobre mi madre) no dudaron en incluir su música en escenas inolvidables. Y sigue el disco con Don Caye. Variaciones sobre obra de Cayetano Saluzzi. Nueve minutos para recordar a su viejo, nueve minutos para acercarse a su infancia, a su casita sin luz en Parla a la ingenuidad del chiquillo que todo lo absorbe, después ya seleccionará, ¡o no! y vuelve a citar a Martín Fierro el que sabe ser buen hijo, a los suyos se parece” Para terminar, Ofrenda tocata, si Bach compuso sus ofrendas que después de muchos años siguen inspirando a los músicos más jóvenes, me gustaría pensar que esta Ofrenda tocata del maestro Saluzzi perdurará con los años y nos enseñara que ese sentimiento religioso de ofrenda como agradecimiento es positivo, siempre que lo desliguemos de la servidumbre al Dios supremo y lo redirijamos a lo que verdaderamente merece nuestras ofrendas, Saluzzi seguramente está pensando en su familia y su tierra. + info | relacionados

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