Célia Mara
Celia Mara
"Santa rebeldía"
Globalista / Ventilador Music, 2008
Célia Mara es una cantante de lo más kitsch. Embutida en bolsas de plástico, como las que se utilizan para tirar la basura, levanta la guitarra a modo de antorcha. En una pose que emula a la de una estatua de la libertad postmoderna. De esa guisa se presenta en la portada del que es ya su cuarto disco y con un look de lo más naif. Etiqueta con la que también podría calificarse a su música. Un cajón de sastre en el que flirtea con todo lo que tiene a mano, y a la que no duda en tachar de bastardista. No obstante, se ha formado tanto en la escuela del tropicalismo brasileño como en el jazz. Y se ha paseado en multitud de festivales europeos además de comparecer habitualmente en programas de televisión. La vitalidad que provoca el reggae de Matriaméricas, en la que se hace acompañar de su prima-hermana Amparo Sánchez (Amparanoia), el funk tropicalista de Ilegal na geladeira, o el pegadizo ska de AnaMaria, dan buena prueba del carácter afable y cosmopolita de esta artista del estado de Minas Gerais. El contoneante samba de A Flor do Dendé, el pop con percusiones dance de Alma reciclada, o la balada de tónica gospel Nanâ Burukê son tres de las canciones en las que mejor despunta el timbre y la pegada de unas cuerdas vocales que tienen bastante en común con las de su paisana Vanessa Mata. A Célia Mara bien se le podría considerar como la versión femenina de Carlinhos Brown, ya que su visión global de la música está muy en concomitancia con la del percusionista y cantante de la favela de Candeal.// Miguel Angel Sánchez Gárate