Buika

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“Niña de fuego”
Dro Atlantic /Casa Limón, 2008
Myspace

Llega el tercer trabajo de Buika, a la venta este 20 de mayo, de nuevo con la producción de Javier Limón, que no es sólo el director de este lujo, sino también cómplice del alma y el sentimiento que rezuma, ya que participa como compositor de alguno de los temas. Esta mujer española, de origen guineano, con condimentación gitana, posee una voz que no es desgarrada, ni sedosa, ni áspera, ni potente, ni dulce,… es todo eso junto y más. Esta vez además se observa algo diferente en sus interpretaciones respecto a las de sus discos anteriores: un punto más de control, de equilibrio, con los que consigue un trabajo igualmente intenso, pero más homogéneo y compacto. Es un disco viajado, nacido de la incorporación de nuevas vivencias, de las frustraciones y alegrías acumuladas tras el éxito de su anterior trabajo “Mi niña Lola” (Dro Atlantic /Casa Limón, 2006)  y que complementa las nuevas composiciones con versiones de coplas como La falsa moneda que abre el álbum o La niña de fuego que titula el conjunto. Canta la copla desde dentro, sin lunares, sin volantes, pero con toda la intención. Su desencuentro con Chavela Vargas, que no quiso compartir con ella escenario en Madrid propició Miénteme bien, una ranchera sin mariachis, en la que le acompaña al piano Iván González Lewis, partícipe también en la composición. Sin embargo, meses después en un segundo encuentro con la maestra del poncho rojo, en el Festival de Guanajuato en México, se produjo el flechazo (artístico se entiende), de ahí la segunda ranchera, una versión de Volver, volver vestida sólo por guitarra y trompeta. Hay también espacio en este disco para la rumba, otro de los sellos inconfundibles de Buika,con el lamento auténtico de No habrá nadie en el mundo o Mentirosa, donde los vientos de la orquesta nos acercan un poquito a Cuba, gracias sin duda al ambiente de Casa Limón. En uno de mis temas preferidos, Volverás, acompañada por piano y la batería de Horacio “el Negro” Hernández, paseamos por el desamor con la elegancia de sutiles acordes jazzísticos y un estribillo que emociona en su crescendo, es uno de esos pequeños tesoros redondos, que se hacen grandes porque acarician el alma, porque están llenos de verdad. Ahora sólo nos queda esperar al directo, los conciertos, donde el desparrame de esta artista nos acelere el pulso. Así que mientras llegan, disfrutad de este álbum de calidad suprema. // Mónica Rubio