Bebo Valdés y Javier Colina

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Bebo Valdés y Javier ColinaBebo Valdés y Javier Colina
Barcelona, Palau de la Música
24 de noviembre de 2006

Un auditorio lleno (se agotaron las localidades dos días antes) recibía emocionado al cubano sabio y al navarro más flexible que hemos conocido en años (no sólo por cómo se dobla en el contrabajo, sino por la facilidad con la que se mueve en cualquier ámbito). Empezaron con Lágrimas negras, pero como la pensaron Bebo Valdés y el gran Cachaíto hace ya muchos años. Escogieron uno de los muchos temas que se han dedicado a La Habana y entraron de lleno en un bolero que ya marcó la grandeza de la velada. Advirtió Valdés que, al tratarse de un dúo, iban a tocar muchos y diferentes números para que no sonara todo igual. Subieron para Norteamérica y se dedicaron con pasión a Cole Porter, George Gershwin y Bill Evans. Dieron un salto en el tiempo y el pianista, que es como una gran enciclopedia, nos contó que en el siglo XIX la clase alta cubana bailaba la contradanza, pero el pueblo llano inventó el danzón: ofreciéndonos un ejemplo, admirable como siempre, un Javier Colina que no se achica ante ningún desafío y al que le queda tiempo para tamborilear en el contrabajo toda esa energía flamenca que se le escapa. Cómo no, llegamos al maestro Cervantes y a Ernesto Lecuona (“en mil años no habrá otro igual”, vaticinó Valdés), a quien dedicaron un pupurrí que reflejó muy bien la cercanía de sus composiciones con la música popular española, sobre todo Falla, Albéniz y Granados. Presentaron un tema de Colina, titulado “Si te contara”. Hubo recuerdos para Machín, Un manisero adaptado a dúo y dos corazones que levantaron a un público que durante dos horas se emocionó con una música atemporal. En el bis, Valdés se levantó, se marcó un bailecito hacia la salida y el contrabajista se quedó solo ante un público que aplaudía a rabiar. Parecía parte del show, pero a mí no me engaña: el pianista cubano dejó que por un momento la platea se entregara a ese músico maravilloso que es Javier Colina. // Cándido Querol