Ana Morales presenta «Una mirada lenta»

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En la SFB EL Dorado, 30 de marzo de 2017

Ana Morales es una bailaora de Barcelona que con dieciséis años (mientras estudiaba danza en el Institut del Teatre) recibió una beca para ampliar sus estudios en el Ballet Flamenco de Andalucía, ahora vuelve a su ciudad y los que estuvimos allí podemos dar fe de que ha aprovechado la beca, ¡Vaya si la ha aprovechado! No pienses en desafíos vanguardistas, el baile de Ana Morales es clásico en términos positivos, conoce los palos y por eso puede bailarlos con un estilo muy personal. Para definirlo me gustaría que pensases en Estampas Flamencas, es como si quisiese escenificar el baile, no salió del escenario ni siquiera para cambiarse de vestido, todo ocurría en un único escenario. Con Miguel Ortega al cante y Rafael Rodríguez a la guitarra componían cuadros o escenas flamencas que iban narrando una historia. Empezaron con la familia de los fandangos y hubo malagueñas y tarantas. Ortega fue comprobando si podría cantar sin micro y así lo hizo durante el resto del concierto, apoyando con más fuerza el sentimiento teatral del acto. A Ortega no le había escuchado, estuvo grande, arriesgando, jugando con la voz, no cabe menos si eres el cantaor de Rafael Rodríguez, y con muchas tablas a la hora de confraternizar con una Ana Morales que sabía encontrarlo en escena para juntar sus artes. De Rafael Rodríguez, solo podemos decir (como dice Juan Verguillos) que después de tantas visitas nos sorprende que sigue sorprendiéndonos, que maravilla. Tuvo dos intervenciones sin cante, una fue en una seguiriya y la otra creo que era un tema suyo, también hubo una vidalita en que Ana Morales bailó con ese aroma de las tierras del otro lado del Atlántico, la verdad es que está mujer tiene estilo hasta cambiándose de ropa. Por cierto unos vestidos muy bien escogidos para ensalzar todavía más su cuerpo en plena juventud. Todo el poder de unos brazos que consiguen remolinos perfectos y unas piernas que tienen el tempo interiorizado. Se quedan Ortega y Rodríguez (mientras la bailaora se cambia) y nos ofrecen unas alegrías que sirven a Rodríguez para jugar con su guitarra y a Ortega para seguirle el juego en un palo que lo permite. Creo que después vino la seguiriya terrible y para acabar unos tangos del Piyayo. Ana Morales convenció a un público que la esperaba con ganas y convenció sobre todo, por lo menos a un servidor, por cómo controla el espacio y el tiempo, el espacio por moverse en escena con la precisión de una atleta, sin falsos movimientos, y el tiempo por como conoce el silencio y su importancia para medir el tiempo. Espero que se prodiguen sus visitas, esta mujer va a dar mucho que hablar. + info | relacionados | Candido Querol

 

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