Afel Bocoum, altavoz de los sin voz
“Hay que transmitir el mensaje del peligro de emigrar. Debemos encontrar los medios para nuestro propio desarrollo en nuestro país”
El malí Afel Bocoum formó parte del grupo que acompañó al genial Ali Farka Touré durante más de treinta años. Desde los años ochenta fabrica con su propio grupo, Alkibar, una música hipnótica y afable, enraizada en la tradición sonrai que discurre por las tierras que baña el río Níger. Njurkle (laúd monocorde), njarka (violín tradicional de Mali), guitarra, bajo y calabaza son los instrumentos que arropan al mensaje con el que trata de convencer a sus paisanos –y al resto del mundo- de que la solución a la miseria y a las migraciones forzosas radica en trabajar por el desarrollo justo de los países empobrecidos. En esta entrevista, previa a un concierto suyo en Agadir, Afel responde de manera contundente y no titubea en sus posicionamientos, ha vivido mucho donde a menudo falta mucho (aunque no precisamente sabiduría). Comenzamos hablando de lo más cercano, de su nombre mismo, ajeno al rumbo que tomaría nuestra conversación…
– ¿Afel Bocoum?
“Es mi nombre artístico, un sobrenombre que me puso mi madre. Ella no osaría llamarme de otra manera, porque guarda relación con mi padre. Afel quiere decir ‘querido’”.
– ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir con su música?
“Yo dejo siempre fluir al río Níger, porque es una inquietud que tengo en el fondo del corazón. El principal mensaje que tengo que dar, en todo momento, es la protección del río Níger en Mali, país donde el 70% de la población es analfabeta”.
– ¿Compagina su dedicación a la música con alguna otra tarea?
“Soy un orientador de juventud en mi región, la ciudad de Niafunké al norte de Mali, y trabajo en todos los aspectos que conciernen al desarrollo mental y físico de los jóvenes. Ésa es mi labor en el presente, y es el presente lo que cuenta. En la actualidad, o bien se emigra o se intenta ir a Bamako o a otros lugares con la excusa de buscar trabajo, aunque aquí sea posible una salida laboral. Hace falta reorganizarse y crecer sobre una buena base, ser conscientes de lo que habríamos podido hacer y de cuánto nos espera”.
– ¿Y cuál es precisamente su análisis respecto de la realidad de la emigración?
“Es mi principal lucha, desde luego. Uno emigra porque no hay desarrollo. No hay ninguna subvención del Estado para ayudar a que la gente se quede. Pero la música hace el milagro. Hay que transmitir el mensaje al interior del país para que la gente se dé cuenta del peligro de emigrar. El conocimiento se va fuera y nosotros lo necesitamos; la fuerza física se va también, ya no la podemos aprovechar. Hay que quedarse en Mali y presionar al Gobierno y a quienes eventualmente hacen propuestas de desarrollo aquí, debemos encontrar la solución en nuestro propio país. Los europeos no son mejores porque hayan gozado de un mayor progreso material, pero ¡a qué precio, eso habría que saberlo! Para lograr nuestro desarrollo, debemos encontrar los medios para nuestro propio desarrollo en nuestro país. Es muy simple, se trata de aceptar y de arriesgarse”.
– ¿Lo ve realmente posible?
“Claro que sí. Lo tenemos todo. Con tanta arena, podríamos crear una industria de transformación en cristal y obtener ganancias. Nos falta únicamente la capacidad intelectual, porque quienes saben no transmiten sus conocimientos al no obtener beneficios de ello. Pero esta actitud no es provechosa para el pueblo”.
– ¿Toda esta inquietud de la que habla se recoge también en su música?
“Por supuesto. Yo viajo con todo esto en mi corazón y en mi cabeza. Es el mensaje que doy a conocer al mundo entero, y lo dirijo a los mandatarios, porque no logran dar con la vía a seguir para alcanzar la estabilidad en el país”.
– Desde hace ya algunos años, el público europeo y estadounidense se muestra muy interesado en la música de Mali. ¿Cómo explica que haya habido de repente un interés tan importante?
“No sé qué ha sucedido realmente, por qué se extiende de un modo u otro la música por el mundo. Hay una música que ignoras completamente y luego existe aquella que conoces, tu música. Es como estar en dos lugares distintos a la vez. No puedo decir por qué la música de Mali es ahora elegida y escuchada. Yo hago una buena acción llevando buena música por todo el mundo, pero no sé cómo explicármelo. Por otro lado, también es normal que la gente se canse de unos géneros determinados y busque alternativas”.
– ¿Cree que ese reciente y creciente interés pueda deberse al renombrado encuentro discográfico entre Ali Farka Touré y el Ry Cooder, de hace algo más de una década?
“Por supuesto que ha influido, porque un encuentro así aumenta la calidad de la música. El acercamiento entre artistas, la fusión, da siempre buenos frutos. Cada vez que hay un encuentro de esta categoría la gente descubre y consume más música, eso seguro”.
– La música tradicional que utiliza para expresar sus mensajes, ¿tiene en Mali una audiencia reducida o es popularmente aceptada y seguida?
“Es una música muy de raíz, muy de la tierra. La música no envejece jamás. Concretamente en Mali, a la gente le gusta mucho la música y es muy importante transmitir un mensaje viendo lo que pasa en el mundo, darles un testimonio de la realidad, para intentar hacerlos razonar”.
– El debut homónimo de Vieux Farka Touré, el hijo del gran bluesman Ali Farka, combina la componente étnica y la electrónica casi a partes iguales. ¿Qué valoración hace de su música?
“Me gusta todo tipo de música, siempre que comprenda el mensaje que quiere transmitir, en caso contrario mejor hacer música para bailar. Él ha ido a una escuela de música e intenta aplicar todo lo que ha aprendido, siguiendo los pasos de su padre. Así que yo no lo subestimaría nunca, creo que será muy grande algún día, tanto por su música como por su actitud. De hecho, ya tiene bastante éxito y hay mucha gente que dice que es un gran músico. Pero no hay que decir que uno es buen músico, puesto que uno puede ser buen poeta. Ali sí podía asumir esa responsabilidad, porque era un gran músico. Yo me considero más bien un mensajero, porque Dios me ha dado la suerte de viajar y de decir todo lo que quiero, pero el concepto de gran músico no está en mi cabeza, ya hay demasiados músicos distinguidos. En cuanto a Vieux, aún está por decidir su evolución futura. ¿Quién podrá asegurarme que mañana no estará haciendo jazz o reggae? Es joven, se está preparando y está rodeado de buenos músicos. Cuando haya hecho dos o tres álbumes sabremos hacia dónde se dirige”.
– Prefiere presentarse como un mensajero y no como un gran músico, aunque lo sea. ¿Lo insinúa entonces respecto de su maestro, Ali Farka Touré?
“No me comparo, Ali y yo somos muy diferentes en lo global, no en lo particular. Aunque tenemos las ideas claras y luchamos por el desarrollo y la integración de nuestro pueblo, yo hago la música de una generación dada, la mía, y reflexiono sobre sus problemas, como son por ejemplo el recalentamiento planetario y la emigración. Ahí radica la diferencia”. // Javier Jimenez