Adrián Royo trío

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Pangea, Gaztelupeko Hotsak 2022

Adrián Royo es un joven compositor y pianista de Miranda de Ebro, el trío inicial era junto a Marcelo Escrich (contrabajo) y Gorka Gaztambide (batería) pero suponemos que al estar estudiando Royo en el Conservatorio Superior Liceu de Barcelona ha contactado con músicos  de la escena de Barcelona y de ahí que para la grabación haya contado con dos pesos pesados del jazz actual. Dos músicos de fama internacional. Manel Fortià (contrabajo) y Gonzalo del Val (batería) Del Val además es también de Miranda de Ebro.
Con una portada que hace referencia directa a los orígenes de la tierra (sin presencia destructora humana) Royo nos ofrece un jazz moderno, en que el trío vuelve a erigirse como una propuesta fundamental para recrear espacios sonoros huyendo de los liderazgos. Para que me entiendas, siguiendo músicos  como Esbjörn Svensson Trío o los gallegos Sumrrá.
El primer tema Pangea ya es el mejor  ejemplo de cómo Royo ha planteado el trabajo, advirtiéndonos  que sus compañeros van a tener mucho que decir. A la primera escucha he tenido  que ajustarme los cascos para asegurarme que no había más músicos. Y es que Fortià armado de arco extrae unos sonidos al contrabajo muy originales  y Del Val debe estar jugando con tinajas o elementos de percusión que no suelen ser los que usa normalmente.  Estos efectos consiguen trasladarte a esa sensación de naturaleza sin contaminar que te anunciaba la portada. El piano mientras tanto se permite poco a poco jugar a acercarse a ritmos sureños, no en vano Royo forma parte del proyecto de Flamenco jazz del bajista Pablo Donaire y Fortià sabe muy bien como acercarse al flamenco (seguro que has escuchado su Libérica) Sigue el trío con Palitos, entran con prisa, ahora las dos manos del pianista trabajan sin descanso, la sección rítmica perfectamente conjuntada habla de hard bop. A mitad solo de batería ¡qué grande Del Val!  
Bangkok, aires orientales conseguidos con la mano derecha o en las tripas del piano (vete a saber) muy original. Y enseguida los tres músicos lanzados en una composición muy interesante en que sobre una melodía reconocible, los cambios de ritmo de sus compañeros, permitirán a Royo jugar a escaparse con libertad cuándo lo desee.  Con esa sección rítmica la verdad es que es fácil sentirse arropado, pero eso no le quita méritos a Royo que suena seguro y original.
Technology, cascadas de notas en el piano, Del Val con escobillas suavizando todavía más el clasicismo del tema. Pero de repente Fortià desvía la atención del oyente hacía unas libertades que intentan despistarte de la continuidad del piano. Un tema que exige mucha atención por tu parte, querido oyente. Pero merece la pena para apreciar esos desarrollos tan líricos. Más cerca de Europa que de Norte América.
Halcón nos muestra desde el principio, tanto con el piano como esa pegada de Del Val, que nos vamos acercando a ese jazz latino que tanto nos gusta.  Royo se queda solo e intenta deshacerse de etiquetas para jugar libremente corriendo arriba y debajo del teclado. Como un Mehldau en plena inspiración.  Al final sus compañeros lo  rescatan volviendo a la clave. Buena descarga de Del Val.
El siguiente tema es Reencuentro, entra Fortià con ese respeto al silencio entrecortado que tanto le gusta al de Cassà de la Selva. Le prepara el terreno a Royo que hace una entrada de las de tocar el corazón directamente, este tema tiene un tempo genial, de los de bailar enamorado ¿por qué no? Oscar Peterson reencarnándose en Miranda de Ebro.
Línea 1, ese ritmo acelerado  al principio, pausado desde el pizzicato de Fortià, aunque irá ganando velocidad enseguida.  Nos acerca fácilmente a una imagen de metro o de trenes que dejan instantáneas en nuestra retina. Fogonazos de luz y de imágenes que se van apagando y sin darte cuenta te llevan al siguiente tema Obarenes, que para mí, vuelve a buscar entre los salones europeos, como lo había hecho Technology. El dúo de Fortià y Royo en un momento de diálogo muy hermoso. Después del puente Royo vuelve a irse a jugar con el piano, ahora muy cerca de Jarret (a mi modesto entender)
Para terminar ha querido rendir homenaje a su tierra con un Himno de Miranda.  A piano solo, un piano que sigue estando en el jazz de los últimos temas, después, a medida que se deja atrapar por el ragtime, lo utiliza para buscar una melodía que ahora sí que podría ser un himno.  Es muy curioso cómo ha ido reconduciendo la composición para lograr su objetivo. Me da que oiremos hablar mucho y bien de este Adrián Royo. + info

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