Acetre, «Dehesario»
Acetre
“Dehesario”
Nufolk / Galileo, 2007
www.galileo-mc.com
En la música tradicional, un grupo con ya siete discos a sus espaldas debe de tomarse muy en serio su trabajo y con Dehesario, Acetre firma un excelente álbum con ánimos de perdurar. Procedentes de Extremadura y luciendo marca sonora de la tierra, la extensa formación vuelve a poner al día los sonidos de la región con temas tradicionales y propios. Con una excelente utilización y aprovechamiento de los instrumentos de la tierra y algunos contemporáneos, y con lo que es mejor, con la mezcla de diferentes concepciones musicales, este trabajo tiene garantías de hacerse con un renombre. Como en sus anteriores discos recogen la tradición, quizás la reinventan, y sobre todo, la actualizan. Cada uno de los temas guarda su sabor añejo, no pueden esconder su procedencia y su origen pero no suenan anticuados. Es posible que muchos oyentes no resistirían la escucha de música tradicional original, pero con Acetre, o grupos como éste, la cosa es bien diferente. Además, las colaboraciones, por ejemplo, de Robert Legall, con las cuerdas, de Gretchen Talbot con el violoncelo, Amin Chaachoo, Manuel Mendes, Germán Díaz con su zanfona en Arandillo, entre otros, contribuye a la creación de un excelente álbum.
Las voces femeninas suenan claras, vibrantes y alguno/a seguramente encontrará similitudes con voces del centro y norte de Europa, a las que nada tienen que envidiar. Por cierto, la utilización de cantos originales de la zona fronteriza con el otro país ibérico, cantado en portugués, es un descubrimiento y un deleite para los oídos con ansia de universalidad. El ritmo también se muestra juguetón y la suma, en ocasiones, alcanza flashes de auténtico trance bailable.
El primer tema con el que se abre el disco, La danza del Mostrenco, juega con la mitología y se convierte en una pieza original e impecable. En Hierba Loba, el ritmo popular de plaza contagia el momento de escucha con la melodía instrumental y en Amores Corriditos, uno no sabe a ciencia cierta por donde se mueven nuestros oídos, porque el fado anda cerca. Otro de los temas impactantes es La rueda de la fortuna, donde los efluvios orientales dejan sentirse en la solemne instrumentación, dando forma a una de las mejores canciones del álbum, y en donde las voces, con sencillez, brillan. El orientalismo parece continuar en Al-Zerandeo. Con Arandillo, Taberna y Latifundio, con magia, se da un paso más en el crecimiento creativo de esta sorprendente y tenaz formación, que sigue demostrando de lo que es capaz. Si un profesional de la “D”, o de la “J”, se atreviese a mezclar y a jugar con fragmentos de Dehesario, seguro que conseguía introducir algún sonido terrenal entre temas de consumo más generalizado. // Antonio Álvarez