17 Sziget Festival
17 Sziget Festival
Ísla de Óbuda. Budapest (Hungría)
Del 12 al 17 de agosto de 2009
Indudablemente fui a Budapest (Hungría) para disfrutar del macro Festival Sziget, pero eso me permitió conocer de primera mano muchas de las realidades de esa ciudad y de ese país.
Quizá para algunos Hungría suene a lejano o exótico, sin embargo este país centroeuropeo y su capital Budapest, tienen mucho más que ver con la multicultural Alemania y con la moderna Berlín que con cualquier país o ciudad más al este o al sur. Y nos referimos entre otras cosas a sus encantos. En más de una guía europea Budapest se lleva los mejores adjetivos: “más cosmopolita que Praga, más romántica que Varsovia y una de las ciudades más deliciosas y alegres del viejo continente”. Y de las más baratas de Europa añadiría yo.Si os interesa conocer algo más de esta ciudad os recomendamos leáis unas breves impresiones de nuestra colaboradora Montse Morales que nos acompañó en esta aventura. Descubriendo Budapest .
En relación a la música hay que decir que durante todo el verano, casi cada semana hay un festival en la ciudad y que en concordancia a las músicas que tratamos en estas paginas, la actividad es bastante constante. Unos días después del Sziget, se anunciaban las actuaciones de Oumou Sangaré, Ba Cissoko o la Bollywood Brass Band por nombrar algunos.
Esta era la 17ava edición de este festival que año a año ha ido creciendo en todos los sentidos. Y no sé si será el más multitudinario, el que utiliza más extensión de terreno, el más largo, el más grande… pero sin duda es único en muchas de sus cosas. Empezando porque el segundo escenario en importancia es el titulado como World Music. Siguiendo porque solo allí hay una carpa, la Roma Sator (o Carpa Gitana), dedicada exclusivamente a la musica gitana, en sus múltiples versiones (y eso es genial). También por el gran espacio y escenarios que dedican al teatro, circo y otras actividades. Y lo más importante, porque el publico tiene parte de esa magia que solo he visto en las tierras canarias, siempre receptivos, entusiastas, cómplices y muy agradecidos.
Dicen que todo nació del sueño de un estudiante que guardó el dinero que sus padres le iban dando durante el año y acabó organizando un concierto estudiantil. Al tiempo descubrió la Isla de Óbuda, un gran espacio verde en pleno corazón de Budapest que albergaba un territorio militar abandonado y situado sobre el Danubio. Allí decidió crear un festival a cielo abierto dedicado a los estudiantes de la Universidad Técnica de Budapest. Ahora aquel estudiante es una de las personas más ricas de Hungría.
Para que os hagáis una idea de la actividad musical del festival, os explico “un paseo” de unos veinte minutos que hice el último día del festival. Empecé en el escenario principal. Allí Faith No More, en su gira de reunión, concentró con su potente puesta en escena más público que ningún otro grupo del festival y eso quiere decir unas 50.000 personas. A unos pocos cientos de metros de allí, en el escenario MR2, una buena cantidad de húngaros (y no húngaros) bailaban ska al compás de la recomendable Pannonia Allstars Ska Orchestra (skataliticos pero con especies húngaras en su música). De camino hacia el escenario World Music (el lugar del final de la excursión) pasé por la Roma Sator (Carpa Gitana) donde pude ver y bailar con Oy Division (nada que ver con Joy Division) que proceden de Israel y que estaban haciendo moverse a otros cientos con esa interesante recuperación de la música judía de antes de la segunda guerra mundial. Un pequeño desvió para ver en el escenario Afro-Latin & Reggae como Airtist Biodynamic Trance Project, un trío de beatbox y didgeridoo, ponían en trance a otros cuantos. Y ya al final del camino el frenesí del “metal” con la Brootherhood Of Brass (Boban Markovic Orkestar + Frank London’s Klezmer Brass Allstars), un paraíso para los amantes de los ritmos balcánicos. Y eso sin mencionar a los derviches giróvagos de Estambul que a esa misma hora estaban tocando en la otra punta de la isla. O sea, overbooking de conciertos para ver disfrutar bailar o incluso padecer (jajaja).
En total más de veinte escenarios repartidos por toda la isla donde caben todos los estilos musicales posibles. Este año los escenarios principales eran: el Main Stage con una capacidad de 50.000 espectadores, por el cual pasaron nombres mediáticos como Fatboy Slim, Primal Scream, Pendulum o The Prodigy por nombrar algunos (y es que según nos contaron a los húngaros les va bastante la electrónica, en general), el escenario World Music que acoge unas 15.000 personas (el Buena Vista Social Club se llevó la palma de asistencia abarrotándolo). El A38-wan2 con capacidad para 3.000 que Muchachito Bombo Infierno incendió y que Babylon Circus desbordó. El Party Arena para propuestas más electro. La Roma Sator o Carpa Gitana donde no pararon de sonar las músicas cíngaras. Etc, etc. Además el extenso programa-guía de este año, donde se recogen todas las actividades, venía con el subtitulo de: Conciertos, dj´s, teatro, danza, circo, películas, deporte, gastronomía, folk, cultura, moda, arte, juegos y fiesta. O sea, de todo.
Evidentemente este festival pone a prueba tu resistencia y afición a la música en directo. Los conciertos empiezan cada día a las 15:00 y acaban algo más allá de la 03:00, aunque siempre hay pequeños bares o carpas donde la fiesta sigue. Pero como puedes salir y entrar tantas veces como quieras, siempre hay tiempo para acercarte al centro de Budapest (a unos veinte minutos entre tren y metro o unos treinta minutos si lo haces en un coqueto barco que te lleva por medio del Danubio) y acercarte a cualquiera de esos “medicinales” baños termales que hay por toda la ciudad y reponer fuerzas. Este año el festival se celebraba entre los días 12 y 17 de agosto, pero hubo un concierto especial el día 11 y otro el 10, así que fueron siete días intensos de música en vivo. Además durante todos los días del festival lució el sol y la temperatura fue muy agradable, sol por el día y algo de refresco por la noche. Veamos así cual fue el día a día del festival, aunque lo que vais a poder ver reflejado aquí son los artistas de estilo más cercanos a estas paginas. Avisados estáis.
Lunes día 10.
Tankcsapda
Se celebraba el 20 aniversario de Tankcsapda, un trío de rock húngaro con casi una veintena de discos. Por hacernos una idea, podrían parecerse a nuestro Rosendo, aunque según nos dijeron sin esas sabias letras del de Carabanchel. Fue una delicia ver como un público que reunía varias generaciones se unía para cantar con una sola voz. Y aunque sonaba perfectamente y la banda se mostró contundente, su estilo musical no era de nuestra preferencia.
Fue el día que sirvió para checkear las infraestructuras del festival. Personalmente me permitió ver la impresionante grandeza del escenario principal y la cantidad de público que podía albergar. También me sirvió para hacerme con el (amplio) espacio de la isla. Enseguida aprecié que habría de dar largos paseos entre los diversos escenarios y sortear las muchas tiendas de campaña, que se iban colocando en cualquier lugar, para poder llegar rápidamente de un escenario a otro y evitar las calles principales. Y es que como ocurre en el festival de Glastonbury, puedes plantar la tienda casi en el lugar que te apetezca, y os aseguro que habían muchas muy cerca de los escenarios.
Ese primer día también fue perfecto para ir testeando los bares y los numerosísimos puestos de comida de todos los estilos, y sobre todo los precios. Resulta que hay una política interna que fija los precios para cada producto. O sea, un vaso de cerveza de medio litro, costaba al cambio unos dos euros y eso en cualquier bar del festival. Algo que para nosotros resultaba comparativamente barato, no era así para los húngaros que se quejan de los altos precios del festival.
Otros detalles curiosos a comentar son por ejemplo la estudiada situación de cada escenario, están colocados de tal manera que no se afectan auditivamente. La situación estratégica de los lavabos. La limpieza de los asistentes al festival que dejaban muy poca basura comparando con cualquier festival de aquí. Los mojitos de “a litro” servidos en los típicos cubitos de los niños para la playa. La Palinka, un licor de frutas típico de Hungría y difícil de olvidar.
Y allí te puedes encontrar las situaciones más inusitadas. Desde un rincón con un karaoke con una multitud cantando y bailando. Un chulísimo hiper mini coche con altavoces con dos dj’s de rockabilly que montaban la fiesta cada día en un lugar del recinto. Una carpa, la Magic Mirror, para espectáculos de cabaret especialmente dedicada al público gay, pero que cada noche se llenaba de todo tipo de público. Un gran muro donde grafitear. Etc, etc, etc.
Martes día 11.
Miles From India
Según nos contaron, no hacía demasiado tiempo que se habían producido unos actos racistas en el norte de Hungría. Ese fue el detonante para que el Día 0 del festival se celebrara un concierto especial en contra del racismo y a favor de la diversidad. Junto a la asociación Rock Against Racism (RAR) se organizó este evento al cual se unieron más de 50 bandas y artistas. En los dos escenarios principales se simultanearon actuaciones de los más celebres músicos húngaros del rock y pop, así como de jazz, junto a algunos artistas internacionales. De todo ello y musicalmente lo que más atrajo mi atención fue el proyecto Miles From India.
De hecho este evento nació para la grabación de Miles From India: A Celebration of the Music of Miles Davis (Times Square Records, 2008) que se editó en un doble CD. En él se encontraron múltiples artistas tanto occidentales como indios y el punto común era el lenguaje de Miles Davis. Había nombres como Chick Corea, Ron Carter, John McLaughlin, Wallace Roney o Mike Stern. Sin embargo en esta ocasión la formación no estaba compuesta por estas grandes figuras pero si por otras también importantes. Entre otros estaban el teclista Adam Holzman que había tocado con Miles Davis, el bajista Darryl Jones (Rolling Stones), el carismático trompeta Nicholas Payton, los baterías Ndugu Chancler y Vince Wilburn, Badal Roy a las tablas, U. Shrinivas (Remember Shakti) a la mandolina, V. Selvaganesh (Shakti) a la khanjira y al saxo alto Rudresh Mahanthappa que parecía el director musical del proyecto .En total fue una hora y media de actuación, pero entre los problemas de sonido y la falta de complicidad, no creo que este concierto pase a la historia de los memorables del Sziget 2009. La situación en el escenario mostraba los dos baterías detrás, junto al bajista. En medio la sección india, o sea, sitar, flauta, tablas, percusión y mandolina, y en primera línea, los dos saxos y trompeta.
La base formada por los dos baterías y por el bajista era tan contundente que apagaba el resto de instrumentos sutiles como el sitar, la flauta o las percusiones que a veces eran inaudibles. En particular el sitar apenas se oyó en toda la actuación. Sí que hubo destellos brillantes cuando se produjeron diálogos entre saxo y flauta o entre mandolina (excepcional como siempre U. Shrinivas) y saxo alto, pero es los músicos ni siquiera se miraban cuando estaban interaccionando. Pese a todo ello, el público se mostró amable y complaciente. Posiblemente un escenario cerrado y unos cuantos ensayos más pueden hacer de este espectáculo algo único.
Miércoles día 12
Menú: Nouvelle Vague, So Kalmery, Ska-P, Oi Va Voi, Mala Vita, Calexico, La Fura Dels Baus
El primer día oficial lo empecé a primera hora de la tarde con las sedosas canciones de los franceses Nouvelle Vague en el escenario principal. Sus versiones de clásicos como God Save The Queen (Sex Pistols), Guns Of Brixton (The Clash) o el Master And Servant (Depeche Mode) tienen su gracia con esos aires bossa y a esas horas entraban muy bien, además la colonia francesa de visitantes del Sziget (que era bastante amplia) estaba allí en pleno.
Justo después y ya en el escenario World Music, el congolés So Kalmery descargó su poder africano. En formato cuarteto, con él tocando guitarra acústica y con un tremendo guitarra eléctrica, repasó su último disco Brakka System (World Village / Harmonia Mundi, 2008) donde soul, el funk y el blues se aúnan. Aunque en directo su propuesta tiene más que ver con Ben Harper o Keziah Jones por lo contundente, pero sin perder melodía. No tuvo mucho público a esas horas porque el sol apretaba, pero quien se mantuvo allí apreció la suerte de haber estado.
En cuanto acabó, traslado de nuevo al escenario principal para ver a Ska-P. La verdad es que tenía curiosidad por ver a los madrileños en acción en este festival y comprobar su poder de convocatoria. Y literalmente triunfaron. No sé por qué pero tengo el convencimiento de que se les aprecia más y mejor más allá de los Pirineos. Su música fue coreada y bailada por los miles que se acercaron a verlos, y sonaron fuertes y claros. Como siempre siguen con sus mensajes explícitos y teatralizando en directo sus canciones. Lo dicho, arrollaron.
De nuevo de vuelta al World para ver a los londinenses con raíces israelíes Oi Va Voi. Tienen cuatro discos editados pero han cambiado varias veces de componentes y por la banda han pasado ya numerosas cantantes. Su mezcla de klezmer y pop se quedó a medio camino de todo y a pesar de que tienen temas muy interesantes, su puesta en directo no acabó de hacerme vibrar.
Los que si lo hicieron fueron los holandeses-italianos-balcánicos de Mala Vita. Quizá para quien está habituado a las intensas actuaciones de Manu Chao y sus Radio Bemba, se antojaba demasiado parecido en algún momento, pero funcionaron perfectamente. De hecho Gambit (el bajista de la Radio Bemba) colabora en su último disco. Empezaron media hora mas tarde (algo inhabitual en este festival) pero resarcieron de sobra con sus bailables canciones. Creo que pronto oiremos hablar por aquí de ellos.
Aunque personalmente los que “se llevaron el gato al agua” de ese día fueron los fronterizos Calexico. Su concierto fue perfecto, por dinámica y puesta en escena. Sencillos pero precisos. Además con ellos sigue Jairo Zavala–Depedro totalmente integrado en la formación y diría que casi imprescindible en algunos temas. Una pena que Amparo solo se les una en algunos de sus conciertos, porque hubiera sido la guinda del pastel.
Ese día aún tuvimos tiempo para ver el estreno mundial de The Beat Of The Forest (El Latido Del Bosque) de los catalanes de La Fura Dels Baus. Se trata de un espectáculo que les pidió especialmente el director del festival como celebración de los 30 años de la compañía y que ellos hicieron en colaboración con múltiples artistas húngaros, incluida la interesante cantante Bíró Eszter. Sin duda espectaculares, inquietantes, festivos y lo más importante, únicos. Como siempre utilizando la interacción con el público, también esos elementos de tamaño inmenso que hemos visto otras veces en sus espectáculos y con esos guiones abiertos para imaginar y repletos de elementos mediterráneos. El festival los etiquetó como Giant Street Teather (algo así como teatro gigante de calle) y siendo éste un festival principalmente musical tuvieron cada día su espacio repleto de gente para verlos y disfrutar con ellos. Perfectos para oxigenarse de “tanta música”. Aunque no fueron los únicos representantes estatales en el festival. También estuvieron el Circus Klezmer, espectáculo de nuevas artes circenses creado en Barcelona en el emblemático Ateneu Popular de Nou Barris y que asimismo tuvo lleno cada día. Al igual que los numerosos e imaginativos artilugios del grupo también catalán Guixot de 8 que no pararon de tener público haciéndolos funcionar.
Jueves día 13
Menú: Miss Platnum, 08001, Blasted Mechanism, Életek éneke – Az erdélyi Buena Vista, Orquesta Buena Vista Social Club
No pudo empezar mejor este segundo día. La encargada de ello fue Miss Platnum. Para mi la sorpresa del Sziget. Ese concierto al que vas sin esperar demasiado y al final se convierte en la perla del festival. Y lo más curioso es que después del festival, profundizado en la artista y escuchando sus discos (solo tiene dos), no llegan a reflejar ni de lejos lo que fue su directo, aunque hay que decir que está a punto de editar nuevo disco. Miss Platnum en una cantante rumana que se trasladó a Berlín y allí empezó su carrera musical. Recientemente y sobre todo gracias a un gracioso video de su canción Give Me The Food (donde no oculta su gusto por la comida y se felicita por su aspecto para nada anoréxico, aunque sin llegar ni mucho menos al volumen de una Gossip) ha popularizado su propuesta. Se le clasifica como Hip Hop, R&B, Balkan Folk, y lo cierto es que tiene de todo eso, pero su directo es especial. Vestida de manera moderna pero al estilo rural rumano, canta y baila cada una de las canciones con unas coreografías simpáticas y vistosas. Junto a ella, dos coristas y bailarinas de aspecto y voz africana le dan el punto soul. Y la sencilla banda, percusión, batería y bajo, más un portentoso trío de metales, trompeta, saxo y tuba, ponen esa fuerza balcánica irresistible en el sentido rítmico. Y es que sus canciones pueden sonar pop, pero al utilizar bases de temas populares rumanos, la mezcla resulta inevitablemente bailable. Lo dicho, la sorpresa del Sziget.
Los siguientes fueron los patrios 08001. Quizá era demasiado pronto (las 17:00) para el segundo día del festival y aunque arrancaron con pocos espectadores, fueron llenado el espacio del escenario World Music de público atraído por su combinación de músicas. Tampoco pudieron añadir a su show sus vistosos visuales, pero su contundencia y precisión suplieron con eficacia. Sin duda el público se sorprendió agradablemente con su original propuesta y ese deambular de sus cinco cantantes. En esta ocasión Clerence Bekker sobresalió especialmente con ese portento de voz que posee, espectacular. Entremedio del público descubrí un espectador de excepción que estaba literalmente boquiabierto viéndolos. Le saludé e inmediatamente me pidió ponerse en contacto con ellos, así que no será nada extraño encontrar pronto una de sus canciones remezcladas por él. ¿qué quien era? Pues Dj Click que justamente pinchaba esa misma noche en la festejada Carpa Gitana.
De nuevo “paseo” en esta ocasión al escenario A38-wan2 para ver a los portugueses Blasted Mechanism. Y de nuevo la misma impresión. Todos esos disfraces que utilizan y su show resulta tan aparatoso que encubre su buena oferta musical. Su rotundo drum&bass, a lo Asian Dub Foundation pero con profusión de percusiones, resultó brillante, pero sin dejar de tener esa sensación de déjà vu.
Para tranquilizar el día que mejor que la macro banda formada por los rumanos Életek éneke – Az erdélyi Buena Vista (Canción de Vidas – El Transilvania Buena Vista). En realidad se trataba de una macro banda con unos veinte violinistas que “protagonizan” el documental del mismo título y que interpretó clásicos del folklore rumano.
Un rato de relax momentáneo porque después llegó la verdadera Orquesta Buena Vista Social Club. Y la verdad es que no estuvieron la mayoría de los grandes que la hicieron posible, ya fuera porque han pasado a mejor vida (Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Orlando “Cachaito” López), o por sus proyectos en solitario (Omara Portuondo, Eliades Ochoa), pero musicalmente siguen siendo excepcionales. Ahí siguen Barbarito Torres volviéndose igual de loco con su laúd, el guitarrista y pianista Manuel Galván, el trompeta “Guajiro” Mirabal y el trombonista Jesús “Aguaje” Ramos junto a ocho músicos más. La suya fue la actuación que más público concentró en el escenario World Music y de los más bailados. Su final con ese Chan Chan es de los que se quedan fijados en la retina. Por ellos mereció la pena perderse la actuación de una banda tributo a Franz Zappa que prometía y mucho.
Viernes día 14
Menú: Haydamaky, Figli Di Madre Ignota, Anima Sound System, La Troba Kung Fu, Antwerp Gipsy-Ska Orkestra, Amadou & Mariam, Muchachito Bombo Infierno, Dj Click
Empecé de nuevo temprano en el escenario principal con otra de las bandas que más me sorprendieron, aunque aquí ya venía predispuesto y avisado, los ucranianos Haydamaky. Con unas vestimentas coloridas, folclóricas y modernas y con una propuesta estilística entre Gogol Bordello y The Pogues, alegraron a muchos esa calurosa tarde. Ellos tienen su inspiración en su patrimonio y tradición e incluso usan instrumentos como el acordeón y la sopilka (pequeña flauta típica de Ucrania), pero también unos vientos furiosos, bajo, guitarra y batería. Su punto fuerte es la escena porque son especialmente intensos y vigorosos con su mezcla de folk, ska, reggae y punk. Con decir que se marcaron una tremenda versión folk-punk del Ace Of Spades que acabó con todo el público alborotado, creo que da una idea de su intensidad. Espero que pronto puedan venir por aquí.
Y de ahí, de nuevo el paseo habitual hasta el World Music para seguir la fiesta con los italianos Figli Di Madre Ignota. Su “spaghetti balkan” sonó de maravilla y tuvo una muy buena acogida. Este tipo de grupos que utilizan múltiples estilos y que incorporan texturas balcánicas, tienen la puerta abierta para el público del Sziget. Quiero decir que las propuestas festivas y bailables resultan muy atractivas para los Szigetianos (si es que se puede decir así). Y la de los Figli lo fue. Ellos mismos se definen como “spaghetti balkan band” y sobre su estilo musical dicen que viene de unir la música balcánica con polkas endiabladas, tarantelas hechas sin respiración, mucho swing, rumba, mambo, ska y rocksteady. Ya os podéis imaginar el resultado del cóctel. Además esos tres contundentes vientos en primera fila y “a la turca” (por su indumentaria) le daba gran empaque. Lo suyo fue una hora de disparate italiano con una alegría contagiosa y consiguieron concentrar numeroso público siendo primera hora de la tarde.
Cambio de escenario para ver a los autóctonos Anima Sound System. La última vez que los había visto fue a principios de 2004 (justo el día 5 de enero) en la pequeña Sala Sidecar de Barcelona y su actuación fue un perfecto regalo de Reyes. Para entonces su música bebía del rico folclore húngaro, y con un sentido lúdico e irónico, no ponían reparos en mezclarlo con pop, hip hop, drum&bass o ritmos cercanos a las pistas de baile. Cambios en la formación, sobre todo la que era su cantante, han llevado a un cambio de rumbo en su propuesta que ahora está basada más en la parte techno-rock. Así que nos quedamos un poco descompuestos y se nos hicieron demasiado repetitivos en la aproximada media hora que aguantamos, y a pesar de que tenían numeroso público de su parte. Quizá no fue el momento ni el lugar.
En ese mismo lugar, poco después, sí que fue el momento de La Troba Kung Fu. Cada vez están en mejor forma y siguen sumando efectividad e intensificando su puesta en escena. Además están elaborando su segundo disco y eso quiere decir que las ideas están en plena ebullición. La pena fue que al coincidir en horario con Amadou & Mariam, la Antwerp Gipsy-Ska Orkestra y The Prodigy, no les dejó todo el público deseado, pero eso no significó que los de La Garriga bajaran en intensidad. Los que nos quedamos lo disfrutamos, y mucho.
Y de allí corriendo para ver los veinte minutos finales de Amadou & Mariam. Tras la grabación de su nuevo disco Welcome to Mali (Because Music / Warner, 2008), siguen siendo igual de portentosos en directo que en su gira anterior. Grandes canciones y gran banda. Sus potentes y pegadizas guitarras y esos juegos vocales a dúo son impresionantes y no te permiten dejar de bailar. Acudiendo a su concierto tienes la sensación de que descubres el verdadero rock con corazón africano. De camino a ver a Amadou & Mariam vimos de refilón en la Carpa Gitana como los belgas de la Antwerp Gipsy-Ska Orkestra enloquecían a los habituales de este espacio, que afirmaría que es donde más se bailó de todo el Sziget.
Y de nuevo camino de vuelta para no perdernos a Muchachito Bombo Infierno. La banda del de Sta. Coloma solo había anunciado tres conciertos para este año. El primero lo hizo la semana anterior en un festival de Portugal, el siguiente en la Sala Apolo de Barcelona y el último el del Sziget. Como es habitual en esta “gente de mal vivir”, llegaron casi sin dormir y con grandes problemas porque la compañía de vuelos que utilizaron, les prohibió subir sus instrumentos al avión y apunto estuvieron de no viajar. Por suerte para todos, se arregló y llegaron todos enteros. Y es que no hay mal que pueda con estos arrolladores músicos, ni el sueño, ni que su inglés no fuera fluido, ni que el sonido estuviera al 100%… todo dio igual, pusieron patas arriba a todo el público que llenó la carpa A38. Consiguieron concentrar a todos los españoles que habían venido al festival, ya fuera con los autocares de la organización o por su cuenta y a muchísimos szigetianos. A veces incluso hacían olvidar que estaba en Hungría, porque toda la carpa coreaba sus canciones. En medio de todo el frenesí, de vez en cuando llegaban rebotados a las primeras filas italianos, franceses o húngaros y preguntaban de donde había salido aquello. Y es que les salió un bolo redondo y la gente los despidió a lo grande. Clavaron su bandera pirata en lo mas alto del Sziget y fuimos testigos de que ¡¡¡hasta los guardias de seguridad le pedían autógrafos!!!. Incluso cuando acabó el concierto hubo casi pelea para poder adquirir el cuadro que pintó, como es habitual, Santos De Veracruz. Para ellos si que fue el lugar y el momento justos.
Y para acabar de completar el día que mejor que los beats gitanos del maestro Dj Click en la Carpa Gitana. Destrozado pero contento.
Sábado día 15
Menú: Speed Caravan, Woven Hand & Muzsicás, N&SK, Khaled, Romano Drom, Babylon Circus, Kaloomé, Dj Lord Sassafras
Llegamos al penúltimo día de festival con una mezcla extraña entre cansancio y ganas de más. Y que mejor que empezar con una dosis entre eléctrica y roots de los franco-argelinos de Speed Caravan. Lo suyo es de una intensidad pasmosa donde el oud de Mehdi Haddab se convierte en una herramienta peligrosamente eléctrica. El cuarteto formado por oud, bajo, darbuka y programaciones crea una colisión letal entre las influencias árabes, sobre todo argelinas, y las plenamente occidentales, léase The Cure o Chemical Brothers. Justamente de estos últimos versionearon de forma magistral su Galvanize. Simplemente comentando que en su primer disco colaboran Rachid Taha y algunos Asian Dub Foundation, nos pueden dar una idea de hacia donde van los tiros de su Kalashnik Love (su primer disco) y el de sus directos.
Tras ellos (y sin moverme del sitio, ¡¡¡aleluya!!!) estaba anunciado el concierto conjunto de Woven Hand junto a los bienamados Muzsicás. O sea una banda americana etiquetada como country alternativo junto a la carismática banda de folk húngaro. La cosa prometía porque el líder y cantante de los Woven Hand, David Eugene Edwards (que posee una voz a lo Nick Cave) fue quien se enamoró de la música de Muzsicás e hizo una versión de su canción Bétyárnóta. El pasado año en un festival holandés pudieron encontrarse y tocar dos temas juntos, así que éste era su primer concierto conjunto. Sin embargo yo no lo catalogaría así. El concierto trascurrió básicamente como un ping pong. O sea un tema de los Woven (normalmente intenso y crudo, con bajo, guitarra y un muy buen batería) y otro de Muzsicás (más alegre y melódico y con instrumentos acústicos). Solamente al final se unieron para tocar ese par de temas que sí consiguieron unir la magia de las dos bandas, pero se nos antojó algo sin demasiada alma. Es lo que tienen los “experimentos musicales”.
De nuevo sin cambiar de escenario, llegaron los franceses de N&SK. Otro vendaval de ritmos globales. Bajo, batería y guitarra clásicos junto a violín, acordeón y vientos dando personalidad a un sonido que aquí nos es muy familiar. ¡Ah! y un cantante incansable. Diría que es una banda que harían buena pareja con Ska-P y esto dicho de forma positiva. Además llevan más de diez años en carretera y media docena de discos editados con esa combativa mezcla del ¡baila y lucha!. O sea, de esos grupos que no están contentos hasta que consiguen que todo el público empiece a dar botes junto a ellos. Y vaya si lo consiguieron.
Tras caer extenuados con los Nomades&Skaetera llegó la calma con Khaled. El argelino, que ha vuelto a los escenarios tras un largo parón, traía una numerosa banda que sonó de manera perfecta. Sin embargo al de Oran parecía faltarle la frescura de otros tiempos. Todo era demasiado cuadrado y el numerosos público parecía estar esperando sus grandes éxitos. Y la verdad es que se me hizo tan monótono que me escape un rato para ver a los Romano Drom en la siempre agradecida Carpa Gitana. Y ¡voilá! dos guitarras españolas, un bajo, una muy simple batería y un percusionista con un balde de aluminio, estaban montando una fiesta de locura. Unos cientos de metros más allá, una orquesta de unos doce músicos consiguió lo mismo pero solo con la última canción que tocó, Aicha. Ahí está la magia de este Sziget, tu eliges lo que quieres en cada momento.
Para resarcirnos del “mal sabor de boca”, excursión hasta el A38 para ver a los franceses Babylon Circus. Tarea imposible, la susodicha carpa estaba literalmente copada, quimérico entrar en ella, además la alta temperatura a esa hora (sobre las 23:00) desaconsejaba la aventura. Resulta curioso que hacía aproximadamente un año que pudimos ver cómodamente y junto a una centena de fans a esta formación en la Sala Salamandra de L’Hospitalet y la disfrutamos a lo grande. No pudimos hacer lo mismo esta vez. ¿Solución? Ir a la Carpa Gitana para ver a los también franceses y gitanos Kaloomé.
Los de Perpignan acaban de editar nuevo disco De Otro Color (Naïve, 2008) y además han estado inmersos en la gira Queens & Kings junto a la Fanfare Ciocarlia, entre otros. Guitarras, bajo, bongos, violín, palmas, buenas voces y mucha gracia para unas canciones que tienen más que ver con la rumba catalana que con los gitanos balcánicos. Ni que decir tiene que pusieron la carpa a bailar con su vitalidad y frescura.
Para rematar la noche el sonido mafioso del siempre efectivo Lord Sassafras acabó de “rematarnos”. ¡Ole los buenos dj’s patrios!.
Domingo día 16
Menú: Vieux Farka Toure, Besh o droM, Tiken Jah Fakoly, Brootherhood of Brass (Boban Markovic Orkestar + Frank London’s Klezmer Brass Allstars)
Y (¿por fin?) llegó el día. La verdad es cuando te imbuyes en una rutina tan absorbente, como que quieres que nunca acabe, pero la realidad es la que es, así que como dicen por ahí, todo lo que empieza tiene un final. El principio del final vino con Vieux Farka Toure. En poco tiempo he tenido ocasión de verlo cuatro veces y siempre ha sido un disfrute. Su propuesta es muchísimo más eléctrica que la de su padre Ali Farka Toure, pero muy interesante también. Es sedoso cuando se trata de sumergirse en las cadencias del blues malinés, y vibrante cuando saca sus influencias eléctricas. Acaba de editar nuevo disco Fondo (Six Degrees, 2009) y su discográfica parece dispuesta a todo para que se le conozca y reconozca. Talento tiene y el cuarteto que le secunda es super cómplice y efectivo, así que tiempo al tiempo.
Tras Vieux unos clásicos del festival, los lugareños Besh o droM. Poco que decir que no se haya dicho de ellos, año tras año su propuesta mejora y asistir a su concierto con tantos fans al lado es todo un placer. Para quien no los conozca, simplemente remitirlos a su hojas de promo donde dice que su música se basa en canciones tradicionales judías, de Transilvania, Afganistán, Egipto, Líbano, Armenia, Bulgaria, Macedonia y Grecia, presentándolas con instrumentos folks y electrónicos. O sea, hubo de todo, lo mismo una balada acústica que un baile desenfrenado. ¡Eclecticismo al poder!.
Y como penúltimo grupo del festín Sziget quien mejor que Tiken Jah Fakoly. Los conciertos del marfileño siempre son de los que te dejan contento y lo volvió a cumplir. Y la verdad es que acudió numeroso público para verle. Con una banda completa, vientos, bailarinas y demás aditivos, Tiken se comió el escenario con su potente y combativo reggae africano. Y hay que decir que ahora anda inmerso en una campaña que ha creado con el nombre de “un concierto una escuela”. Con ella, los beneficios de cada concierto se destinan sirvan para construir escuelas en Costa de Marfil, Malí o Senegal. El movimiento se demuestra andando y Tiken además lo hace cantando y bailando sin parar.
Y el colofón de todo este macro evento se cerró para mi con el “experimento” de la Brootherhood of Brass (Boban Markovic Orkestar + Frank London’s Klezmer Brass Allstars). Una reunión de los locos amigos de Frank London (de The Klezmatics) junto con la pareja padre-hijo de Boban y Marco Markovic y su banda. De hecho era la puesta en directo del disco del mismo nombre editado en 2002 por la discográfica Piranha. Judíos, serbios, gitanos, moriscos y americanos juntos por el amor a una trompeta. Una orgía de metales con más de una veintena de músicos recreando clásicos balcánicos y de todos los tiempos. Y aunque tampoco fue oro todo lo que relució, cuando aquello funcionó fue la bomba. Yo no podría haber pensado mejor final.
Ni que decir tiene que este fue “mi” Sziget y que cualquiera de las más de 55.000 personas que diariamente visitó el festival vivió el suyo propio. En total la organización informó que pasaron por la isla más de 390.000 personas.
Y todo esto no hubiera sido igual de maravilloso sin mis compañeros de viaje y vida: Liuba, Juanjo y Montse. Aunque tampoco hubiera sido de la misma forma en que fue sin las atentas ayudas de Tof y Celine de la oficina del Sziget en España. Y no me gustaría acabar sin agradecer a Gabriella Boros y Judit Nemeth de la Oficina de Turismo de Budapest su enorme amabilidad.
Gracias a todos y hasta el próximo año. // Miguel Amorós.