Watermelon Slim and The Workers

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Watermelon Slim and The WorkersWatermelon Slim and The Workers
Blues & Ritmes
Teatro Zorrilla, Badalona
3 de abril de 2008

El Blues & Ritmes de Badalona se consolida y vuelve a traernos buenas figuras musicales. En este caso, el acierto ha sido máximo y los asistentes al espectáculo de apertura del festival tuvieron la ocasión de disfrutar de uno de esos conciertos que se graban en la retina de nuestra memoria. También disfrutarían algunos vecinos de Badalona, si pasearon por la calle del Mar o la Rambla, y se encontraron con un músico callejero de estética foránea y muy especial. Pues sí, el señor Bill Homans, más conocido como Watermelon Slim, aprovechando unos días en la ciudad, se dedicó a tocar en la vía pública, y si eso no es amor por la música y necesidad vital, que alguien me diga lo contrario. Este hecho ya da una idea de por donde se mueve este personaje al que los espíritus de Muddy Waters y Howling Wolf le indicaron el camino de su inspiración.
Cualquiera que lo viese tocando en la calle no se creería que este músico cuenta en su haber con doce dominaciones para los premios Blues Music Awards, que se conceden en los Estados Unidos, y que en la última edición ganase la categoría de mejor álbum por The Wheel man y la de mejor banda de blues, por supuesto por la contundencia y fuerza de The Workers. Sin duda alguna, como dicen los expertos es el bluesman del momento y en el concierto lo demostró.
La delgada sandía y sus trabajadores se propusieron agrietar el edificio del teatro con su blues eléctrico y vibrante. Durante hora y media Watermelon, alto, blanco, delgado y entrado en años, con talla desgarbada, veterano del Vietnam y poseedor de un imparable ritmo juvenil, atacó los temas con credibilidad, sintiendo cada nota y cada palabra. En el concierto disfrutó, abrasó su slide guitar y cantó y tocó la harmónica con su alma. Saltó al patio de butacas, se contagió de gentes, saludó a un trío de adolescentes a los que ya conocían de callejeos previos y al final del concierto, se dedicó a saludar y a firmar discos sin descanso. Por cierto, los discos se agotaron.
Dicen que el blues sale del alma, del dolor, y no se equivocan. Este personaje canta después de haber sufrido su personal infierno, de conocer el sufrimiento y la necesidad. Ahora lo sabe y dedica su vida a cantar, a vivir. Sabe que tiene ese don, ese recorrido, y que transmitiendo su sentimiento quizás pueda ayudar a rescatar a unos cuantos. A los que estuvimos en el teatro Zorrilla nos ayudó a disfrutar de su música y de su soberana presencia. Sin duda conocimos una nueva eminencia del blues. No es negro, como manda la tradición, pero su alma, quizás si que lo sea. Watermelon es una de esas figuras a las que se debe prestar atención siempre que nos visite, así que, con toda probabilidad, nos volveremos a encontrar // Antonio Álvarez