VV.AA. | Music Without Frontiers

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World Music Network, 2014

Enfrentarse a un disco Rough Guide siempre compensa, porque sabes con certeza que vas a descubrir algún grupo o canción que ha estado escondida en algún rincón del mundo, y eso te va a abrir una nueva puerta a músicas desconocidas. Además, si como ocurre en este caso, el cd tiene el interesante título de “Música sin fronteras”, el atractivo es mayor. Y ya os advierto que una vez bien escuchado, el disco tiene recompensa, porque algunos de los artistas y canciones contenidas aquí merecen ser más conocidos y escuchados.
El motivo de este recopilatorio es, según ellos mismos: “celebrar la música extraordinaria y diversa de los pueblos indígenas y las minorías que viven en territorios no reconocidos u ocupados en todo el mundo, incluida Palestina, Tíbet, Garífuna o el Sahara Occidental. Pueblos “no representados” que no tienen apoyos estatales para sus academias de música, centros culturales o instituciones de educación superior. En estos casos la preservación de la música y la creación de nuevas formas de arte, se convierte en una parte clave de su identidad, un símbolo de desafío contra las presiones de asimilación y una de las únicas maneras de transmitir las tradiciones a las generaciones futuras. Por eso este disco está producido en asociación con la UNPO (Organización de Naciones y Pueblos No Representados).
Musicalmente quizás haya algunos de los artistas que aparecen que nos pueden resultar más conocidos, como, evidentemente, los tradicionales y espontáneos vascos de Korrontzi o la evocadora saharaui Mariem Hassan. Seguro que también os suenan los encantos de las polifonías corsas de Voce Di Corsica, o los estremecedores Hanggai y su “throat singing” desde Mongolia. Y lo mismo podemos decir de los atractivos ritmos del Garifuna Collective (pequeña comunidad en América Central) con su rica herencia musical de origen afro-amerindio, o los gitanos húngaros de Parno Gratz y su dinámica y animosa música. Puede ser que también se conozcan aunque con menos profundidad las músicas de Palestina de la mano de Ramzi Aburedwan. Y la historia de este gran músico es digna de ser contada, porque nació y se crió en un campo de refugiados. Cuando era niño se hizo famoso porque fue fotografiado lanzando piedras contra los tanques israelíes. En su adolescencia descubrió su talento y la música se convirtió en su profesión, su vida y también en su arma. Ahora de adulto promueve la paz y el entendimiento a través de una música instrumental, pero repleta de sentimiento. El mismo sentimiento que los monjes del monasterio de Tashi Lhunpo, uno de los más importantes en el Tibet central. Hoy cuenta con cerca de 250 monjes y algunos de ellos nos muestran su cultura y tradición en un tema incluido aquí con esas clásicas trompas y percusiones.
Pero todavía hay otros con los que seguramente no estamos tan familiarizados y que suenan realmente sorprendentes. Como por ejemplo los Yarkend Dance, Song Ensemble & Sanam Ensemble desde Uyghur. Un pueblo de origen turco que ahora ocupa parte de Sinkiang, región de la Republica Popular China. O Abdul Ghapur, Gul Muhammad & Yusup Koshkalat desde Baluchistan, región que se extiende entre Pakistan, Irán y Afganistán. Su música instrumental y repetitiva, con instrumentos como la flauta doble donail, el violín vertical suroz y la dambura, laúd de cuello largo, inducen al trance.
También tenemos a la enorme cantante Bi Kidude, que murió el pasado año y que está considerada como la reina indiscutible de la música taraab y unyago. Ella representa a Zanzíbar (las islas donde nació Freddie Mercury de The Queen), región autónoma de Tanzania, con esa música de reminiscencias árabes, con registros de coros vocales, de muchas cuerdas y tonos ondulantes.

Y desde Kurdistan, The Kamkars un grupo familiar compuesto por siete hermanos y una hermana. Su música es intensa rítmicamente y también muy basada en los instrumentos de cuerda. Quizás el nombre de Aynur Dogan os sea más familiar que también es kurda. El pueblo kurdo, todavía sin estado, se mueve entre Turquía, Irán, Irak, Siria y Armenia.
Y otra historia singular es la de Ali Mohammed Birra. Él pertenece a la etnia Oromo que viven en el centro sur de Etiopía, norte de Kenia y partes de Somalia. Ali está considerado un icono nacional y hasta fue prohibido en Etiopía, pero siempre ha defendido su cultura a través de su música y letras.
Y para acabar A Tribe Called Red. Un grupo del cual Eugene Hütz (cantante de Gogol Bordello) se considera fan. Ellos pertenecen a las First Nations, o sea las Naciones Originarias de Canadá y su propuesta musical es realmente original, porque mezclan los cantos y percusiones tribales, y que podemos reconocer como la de los antiguos indios americanos, junto a hip hop, reggae o ritmos muy de baile como el moombahton o el dubstep.
El disco se complementa con un
Bonus CD de Namgyal Lhamo, Songs From Tibet. Lhamo es una clara exponente del canto tradicional tibetano y también de la ópera tibetana. Se le conoce como El ruiseñor del Tíbet. Sus canciones casi sin acompañamiento, básicamente el dranyen (laúd tibetano), las flautas y mínimas percusiones, son realmente conmovedoras.

Y os dejamos con un texto que aparece en el recopilatorio y que pertenece al profesor palestino Edward Said, conocido por sus trabajos incansables de apoyo a la libertad de Palestina y contra la violencia en Oriente Medio.
Reflexiones sobre
el exilio y otros ensayos: El exilio es extrañamente evocador para pensar, pero terrible de experimentar. Es la brecha incurable forzada entre un ser humano y un lugar natal, entre el yo y su verdadero hogar: su tristeza esencial no puede ser superada. Y si bien es cierto que la literatura y la historia contienen incluso episodios heroicos, románticos, gloriosos, triunfantes en la vida de un exiliado, éstos no son más que los esfuerzos destinados a superar la tristeza paralizante del extrañamiento. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.