VV..AA. Cowboy Playground

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Cowboy Playground
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Putumayo, 2012

El country ha sido definido muchas veces como la música más genuinamente norteamericana. Pero eso equivaldría a marginar el jazz, el blues, el gospel, ¡incluso el rock’n’roll!, además de un largo etcétera del que, en el fondo, también se nutre el country. Asociado al western peliculero, el country hunde sus raíces sobre todo en la música irlandesa, a partir de las olas de inmigrantes que poblaron el país a mediados del siglo XIX. Inicialmente, los intérpretes de country o hillbilly cantaban baladas protagonizadas por tristes hobos que vagabundeaban desnortados por una falsa tierra de prosperidad y oportunidades, en pos del oro soñado… y generalmente sólo encontraban en su camino varios corazones rotos, un montón de hambre, muchas botellas de alcohol que vaciar y peleas a hierro o a piños por una lata de fríjoles secos. 

Aunque emparentado con los primeros movimientos nacionalistas –hasta con la extrema derecha–, este género está sin embargo desprovisto de toda imagen pendenciera y contestataria en el disco que nos ocupa. Dedicado íntegramente a los niños, dentro de su colección Putumayo Kids, el famoso sello discográfico ha reunido una docena de versiones de clásicos del country desde una tónica amable y muy festiva. Títulos como Pecos Bill, Home On The Range o Happy Trails seguro que sonarán a más de uno –o un sorprendente cover de Cole Porter (Don’t Fence Me In) que no se sabe muy bien qué hace aquí–, aunque los intérpretes no tanto. De hecho, muchos de ellos son personajes televisivos como el vaquero Buck Howdy, Victor Johnson o Johnny Bregan, dirigidos exclusivamente a un público infantil. La colorida ilustración de la portada –de Nicola Heindl, que es ya marca de la casa– y el libreto que acompaña el CD –con 24 páginas con fotos del centro histórico que gestiona el legado del mítico Buffalo Bill– son dos puntos más a añadir entre sus principales atractivos para los más pequeños. Además, dura poco más de media hora, lo justo para no cansar ni aburrir. Que el resultado final –por mucho slide guitar, banjo, fiddle o contrabajo que suene– se acerque más a un cruce entre los AraVaDeBo y Tomeu Penya es ya otro cantar, que quizá subsane la siguiente entrega de Putumayo, Bluegrass, esta vez pensando en el oyente adulto. | +info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno