Tributo a James Brown

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Tributo a James BrownTributo a James Brown: Still black, still proud
Veranos de la Villa
Patio Central del Conde Duque. Madrid.
30 de julio de 2008

Que unos pedazo de músicos como el saxofonista Pee Wee Ellis o el trombonista Fred Wesley se enfunden unos vistosos bou-bous (túnicas africanas) no es garantía de que el show vaya a ser todo lo brillante que se podría esperar. Si, vale que Freddy Ross, uno de los vocalistas invitados al ágape, tiene un chorro de voz y se marca unos eléctricos pasos de baile muy de b-boy. Lo mismo que Lizzie Dean, una cantante de envoltorio blanco pero de alma negra que suplió la ausencia de la legendaria corista Marta High, y que maneja las cuerdas vocales a su antojo de modo arrollador. El caso es que a Still Black, Still Proud – este singular tributo que le ofrecieron a James Brown dos de sus sideman más respetables – le faltó algo de fuelle. Ni si quiera el senegalés Cheikh Lô, quién nos regaló sus exquisitos fraseos de guitarra y sus loas a Amadou Bamba, jefe espiritual de la cofradía mouride, en Bambay Gueej, para seguir de lo más soul en It´s a man´s man´s world, logró subir el listón que se esperaba en el sarao. Por allí desfilaron temas de la talla de I got you (I feed good) – uno de los más celebrados por el respetable, I got the feeling, Cold Sweat, Pass the peas, o la cargadísima de groove Chicken soup, que se alternaron con piezas más jazzísticas con aires de fusión y largos desarrollos de inspiración africana. El djembé y las congas tañían en manos senegalesas y eso se notaba. Aún así, la noche tuvo sus momentos de empatía como cuando Freddy Ross y Lizzie Dean ejercieron de animadores incitando a corear al público I´m saying out loud, o a chapurrear el wolofloxo ci kaw (manos arriba). Pero si hacemos balance le faltó algo más de aliño al condumio y la cosa quedó algo descafeinada, con momentos puntuales de inspiración. Muy lejos de los años de gloria de los JB Horns. No sabemos si James Brown estaría todo lo orgulloso que debería allá donde esté. Y aunque no todo fuera un bluff, algo imperdonable es que no cerraran la velada con Sex machine. Lo que si que hubiera sido realmente un broche de oro. // Miguel Angel Sánchez Gárate