The Rough Guide To The Music Of Morocco

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V.V.A.A. “The Rough Guide To The Music Of Morocco”
2012, Rough Guides

En Marruecos conviven –y a veces hasta compiten– numerosas bandas de rap y b-boys, y algunas ciudades –como Casablanca, Marrakech, Fez o Agadir– se enorgullecen de tener los mejores DJ, MC y graffiteros del continente. Al respecto, casi se puede afirmar que Marruecos es el más cosmopolita de los países árabes. Sin perder de vista los valores culturales que hacen inconfundible las formas de vida árabe históricamente arraigadas, los jóvenes creadores también ponen su punto de mira sobre referentes foráneos como Eminem, Tupac Shakur o Notorius B.I.G. Pero el fenómeno no es reciente. En realidad, parece una réplica al proceso inverso, cuando la música marroquí fue “descubierta” por beatniks y bohemios anglosajones de toda clase y condición (William Burroughs, Paul Bowles, Ornette Coleman, Brian Jones, Robert Plant y un largo etcétera). Si los Master Musicians of Joujouka fueron la punta del iceberg, experimentos como No Quarter (1994, Fontana) certificaban los lazos entre dos lenguajes distintos pero de simbiótico resultado.

Quienes quedaron satisfechos con el mencionado unplugged orquestal del cancionero de Led Zeppelin quizá se prendaron también de las piezas inéditas que Plant interpretó allí con varios músicos de gnawa. Mucho de ello van a encontrar en este disco, una compilación a cargo de Andy Morgan, responsable del sello Rough Guides que, como Putumayo o Real World, edita y distribuye las músicas de raíz de medio mundo para que la otra mitad las conozca. Lo que en un principio puede ser motivado por una buena intención, también corre el riesgo de promover una idea sesgada y estandarizada de cada cultura. De hecho, la portada misma de este disco ya lleva a engaño, porque puede hacer pensar yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - The Rough Guide To The Music Of Moroccoal desprevenido que el popurrí será enteramente dedicado a la música tradicional marroquí. Lo cual es tan sólo una verdad a medias.

Ya el inicio del disco rompe con ese prejuicio, pasando sin apreciarse el cambio de lo tradicional a lo moderno en una inteligente fusión entre gnawa y hip-hop, de la mano de Fnaïre. Otros géneros reciclados que van a asomar a lo largo del recopilatorio van a ser el dub, el funk y por supuesto el rock más pedestre, entre otras aportaciones más “tradicionalistas” –como los citados Master Musicians of Joujouka– o derivados de la electrónica más contagiosa –Amira Saqati, por ejemplo–. Como prueba de este efectivo cruce entre estilos, formas y épocas remitiremos a Boolandrix, de U-Cef, una hibridación que más que a Jimi Hendrix parece tributar a los Beastie Boys.

Este catálogo de las últimas tendencias en la música marroquí no termina aquí. La verdadera sorpresa se esconde en el segundo CD que acompaña la edición especial, dedicado íntegramente al grupo Mazagan, del que la antología ya adelantaba una muestra (Ya Labess). Tajine Electrik se llama el disco, y contiene una decena de temas que le dan la vuelta a todo tipo de géneros de la mal llamada música occidental: electrónica, ska, funk, reggae, rock, hip-hop, tango y hasta aires célticos y toques de salsa se combinan aquí con rai, alaoui y gnawa, o bien arabizándolos estéticamente. Tanto por su dominio idiomático (inglés, francés, castellano, etc.) como instrumental –con momentos de puro virtuosismo como el enérgico final de Ya Sidi Chafi– le pasan la mano por la cara a muchos grupos de tres al cuarto que pretenden abanderarse como bandas de fusión por estos pagos, y que, a su lado, no superan el aprobado justito –ya sea repitiendo consignas-eslogan en estribillos de pena o etiquetando el bombo como “instrumento étnico”–. Cuánto nos queda por aprender, todavía, de los que más cerca de casa tenemos. | +info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno