Thanasis Papakonstantinou
“Cuando es puro y auténtico, el arte ya es, por sí mismo, un acto político”
En una de esas extrañas coincidencias que nos ofrece la vida, justo cuando Grecia es uno de los focos de la actualidad social, política y económica, uno de los protagonistas más destacados de la escena musical griega realizará su primera visita a Barcelona (jueves, 12 de marzo, sala Apolo). En el marco de la gira europea que sirve para presentar su decimotercer disco, Prosklisi se deipno kianiou (Music Links Knowledge, 2014; “invitación a la cena de cianuro”, en castellano), la oportunidad de descubrir a Thanasis Papakonstantinou significa conocer una de las voces más populares y personales del país heleno. Reconocido poeta e intelectual, sus composiciones reúnen influencias diversas, desde improvisaciones de aire free jazz o post-rock a las músicas tradicionales orientales (griega, turca, árabe) o las baladas populares. Esta combinación se traslada también a sus letras, que pueden ser textos propios, canciones tradicionales o adaptaciones de poemas.
Nacido en 1959 en la ciudad de Tyrnavos (región de Larissa), Papakonstantinou es un artista vinculado con el folk, el rebétiko y la canción de autor, pero desde una propuesta renovadora, incluso experimental en ciertos momentos. Estudiante de ingeniería mecánica en su juventud, tras el servicio militar obligatorio decidió iniciar su carrera musical, manteniendo siempre un vínculo muy directo con los instrumentos tradicionales, el vocabulario de las zonas rurales y el repertorio popular que aprendió junto a sus padres. En activo desde el año 1982, la suya es una de las trayectorias más prolíficas y coherentes de la música griega de las últimas tres décadas. Más alla de sus propios discos y numerosas colaboraciones, donde mejor se expresa Thanasis Papakonstantinou es sobre el escenario, acompañado por una formación de sonido original y contundente, a la que él se suma desde el buzuki y con su personal voz que, como el propio artista confiesa, huele a campo desde lejos.
De ti han dicho que eres un cantautor que toca un instrumento tradicional, que has conseguido unir la tradición griega con el rock. ¿Cómo entiendes todas estas etiquetas?
Es curioso, yo nunca he dicho que soy un músico de rock, tampoco un músico tradicional. Sólo me relaciono con la música y a través de ella, no pienso en nada concreto. Hago lo que viene desde mi interior, así funciono cuando trabajo. Si te soy sincero, no tengo ninguna idea de qué es el rock. De hecho, no sé si alguien puede decir qué es el rock.
¿Cómo ves la relación distante que existe entre la gente joven y la música tradicional?
Bueno, es algo natural. Hablando de forma general, hay un momento en que los jóvenes se alejan de la música tradicional, lo hicimos los de mi generación y lo han hecho los de generaciones posteriores, porque nuestros padres siguen la tradición y ser joven significa ir contra ellos y contra ella. Por suerte, poco a poco, a medida que pasan los años, vamos regresando a esa música de la misma forma que vamos recuperando la relación con nuestros padres. Siempre hay excepciones, claro. No debe olvidarse que en Grecia tenemos regiones, como Creta o Ipiros, donde muchos jóvenes escuchan y tocan música tradicional, donde la juventud está cerca de esta música.
Utilizas letras tradicionales griegas, con un vocabulario especial, casi perdido, en ocasiones críptico. ¿Es tu forma de pasar mensajes que hagan pensar a quienes te escuchan?
No es mi intención trasladar mensajes concretos en mis canciones. Más bien escribo mi redacción de la realidad y, a partir de ahí, cada persona que me escucha toma lo que quiere. Siempre será distinto para cada uno. Pero no tengo un afán didáctico, no quiero hacer de profesor, porque no soy así, no me siento así. Nunca he pretendido explicar en mis canciones qué es lo que tiene que hacer cada uno de nosotros. Solamente dejo salir ideas y sensaciones que habitan en mi alma. O explico las cosas que suceden a mi alrededor. Diría que me siento como si trabajara de redactor en un periódico. Y sobre las viejas palabras, son las que utilizo cada día. Mi acento es de Larissa, huele a campo desde lejos. Quiero decir que no lo hago a propósito, son palabras hermosas que necesitan su espacio. Por eso las utilizo, para que no se pierdan.
¿Cómo te sientes cuando canciones tuyas se convierten en éxito a través de otros cantantes? ¿No te gustaría haberlas cantado todas?
Es algo que me he preguntado alguna vez. ¿Por qué no puedo cantarlas yo? Y la respuesta es fácil. Sé cómo se tiene que decir cada verso, cada palabra, cada sílaba. Pero, seamos serios, en algunos casos mi voz no ayuda, no tengo la capacidad para expresar el sentido de esas estrofas, no puedo extraer todo su significado. Así que se las paso a buenos amigos que, me parece, lo van a hacer mucho mejor que yo. En mi interior las canto de forma perfecta, mi voz es increíble. Pero, por desgracia, mis cuerdas vocales no son las mejores. [risas]
¿El artista debe aprovechar el escenario para tomar posición ante la realidad social y política?
Yo lo hago raras veces, cuando estoy francamente enfadado. No suelo hablar mucho porque no me gusta que parezca que quiero dar lecciones. Pero sí es verdad que el arte puede funcionar como una herramienta de liberación y revolución. Recuerdo que mi posición social se despertó a través del arte, de películas, de conciertos… Aunque ahora el arte me ha llevado al otro extremo, me llena tanto que no me deja ser activo socialmente. Puedo decir que el arte, para el creador, funciona casi como una contrarevolución. Por eso cuesta expresar según qué tipo de cosas. Siempre he pensado que cuentan los actos, no las palabras.
Pero has de ser consciente que tus canciones están aliviando a muchas personas que sentimos que estos momentos de oscuridad que vivimos no se expresan en las canciones modernas. ¿Hacia dónde vamos?-Estoy de acuerdo contigo en que nuestra época no está bien expresada en las canciones que tenemos hoy. Eso no significa que no se hagan cosas buenas, pero todo necesita su tiempo. Piensa que en este momento no vivimos en un estado de libertad y democracia, por lo menos como lo tenemos en nuestra mente. Así que necesitamos encontrar nuestro camino para ser libres, para expresarnos, y eso no lo vamos a conseguir mañana. Por otro lado, fíjate que la inspiración es muy curiosa. Puede ser que, en la calle, el mundo entero se esté quemando y tú te inspires en el lápiz que un carpintero lleva en su oreja. Nunca he creído que el arte de verdad pueda servir para un único propósito porque, cuando es puro y auténtico, el arte ya es, por sí mismo, un acto político. Facebook | Relacionados | Jordi Urpi