Suzanne Vega
Suzanne Vega
Festival Anna Codorniu Únicas.
Palau de la Música de Barcelona
7 de julio de 2008
Suzanne Vega, en formato de trío, con un robusto bajista y un baterista, fue la artista elegida para clausurar el Festival Únicas. Abrió la noche Russian Red, una de las voces jóvenes del panorama nacional que más expectación está levantando. Con un impoluto vestido blanco y una guitarra acústica colgada al cuello, encadenó un puñado de canciones con su voz frágil y enigmática de fotograma de David Lynch. La cantante madrileña apunta maneras, y sólo queda esperar que no acabe presa del estilo folk minimalista de autor, para ganar en frescura y evitar ser confundida con la prima lejana de Mazzy Star.
Tras la telonera llegó el turno de Suzanne Vega. La cantante y compositora afincada en Manhattan se ha lanzado a la carretera para hacer una gira acompañada del bajista Mike Visceglia y el batería Doug Yowell, en la que hace repaso a sus ocho discos grabados en estudio.
Semanas después de que el prestigioso sello de jazz Blue Note, para el que Vega grabó su último disco, Beauty&Crime, anunciara la decisión de no renovar el contrato de la cantante por estimar que la cifra de ventas no alcanzaba lo esperado, Suzanne Vega derrochó inspiración y oficio sobre el escenario en su concierto barcelonés. En un formato directo y minimalista, reduciendo las canciones a lo fundamental y despojándose de los teclados y demás arreglos ligeramente azucarados de finales de los años ochenta, la cantautora norteamericana desgranó una veintena de temas de corte folk/pop de su repertorio.
Durante el concierto Vega se despojó de la guitarra acústica para, acompañada de unas musculosas líneas de bajo, y de una batería seria, afrontar una serie de canciones que sonaron contundentes y rabiosamente actuales. Sin afanarse demasiado por perseguir la modernidad, el sonido que ha desarrollado Suzanne Vega envejece bien gracias a la calidad de sus composiciones, su fuerte personalidad y los músicos que la rodean.
Hacia el final del concierto encaró dos de los temas más conocidos de su repertorio, Luka, canción en la que flirteó con la audiencia al descolgarse con una estrofa en castellano, y Tom’s dinner, en la que bajo y baterista, apoyados en loops, construyeron un energético muro sonoro sobre el que la insinuante voz de la cantante encajó a la perfección. En los bises, regresó a las canciones folk e intimistas con Marlene on the wall y Rosemary, para salir una segunda vez al escenario, ya con buena parte de la sala abandonando sus butacas, a despedirse definitivamente con Small blue thing // Héctor Calvo