Rokia Traoré
Rokia Traoré
Blues & Ritmes
Teatre Zorrilla, Badalona
12 de abril de 2008
La noche presentaba todos los alicientes para convertirse en una velada memorable: la cantante malí cerraba en Badalona esta gira de calentamiento ante la próxima salida, a finales del mes de mayo, de su cuarto disco (Tchamanché, Universal Music) y el público, que en algunos casos la esperaba con ansia tras su recordada actuación en Barcelona allá por el año 2003, llenó la sala hasta la bandera. Todo bien, en principio. Rokia Traoré apareció en el escenario para iniciar, con la única compañía de su guitarra, un recital que se estiraría por espacio de hora y media. Durante la primera parte, la malí se entregó a la interpretación de ese repertorio ambiental que la caracteriza, añadiendo entre algunas canciones diferentes proclamas socio-políticas sobre la inmigración o el futuro del continente africano. Pasada media hora larga, y sin abandonar totalmente la calmada línea inicial, fue intercalando temas con mayor brío rítmico hasta que la apoteosis llegó con el extenso tema final, que incluyó referencias a Fela Anikulapo Kuti y que demostró que la mayoría de los asistentes tenían muchas ganas de ponerse en pie, bailar y dar palmas. Sin embargo, a mí no consiguió atraparme con su música. Y que conste en acta que la sigo desde su primer disco y que siempre la he recomendado cuando alguien me ha preguntado por una joven voz africana diferente. Pero esta vez el encanto y el talento que brotan de su cuerpo y de su mente (apenas le bastan un golpe de cadera o un melisma vocal para mostrarlos) no me resultaron suficientes. O quizá sucede que mis expectativas estaban muy altas. Está claro que todo el mundo tiene derecho a un día malo: los artistas, por supuesto; y el público (o sea, yo), también. Pero me sigo preguntando por qué los músicos que la acompañaron apenas tuvieron momentos de lucimiento (o tal vez los desaprovecharon cuando les llegó el turno): sólo el bajista Christophe Minck demostró poderío y soltura; el resto resultó desaparecido durante la mayor parte de la noche. Tampoco entiendo el papel de las coristas, sepultadas en todo momento por la fuerza vocal de Rokia Traoré, ni la progresión que se pretendía proyectar con el repertorio escogido. Y de repente se me ocurrió pensar que la malí ha aglutinado a su alrededor un grupo de músicos que no le pueden robar protagonismo, pero que tampoco pueden elevar el nivel de su propuesta. De tan perverso me parece imposible. Espero estar equivocado. // Jordi Urpi