Renaud García- Fons
SFB El Dorado. Sandaru 24 del 11 del 2022
Dentro del ciclo Cuerdas Furtivas, era el turno de uno de los músicos más importantes de lo que definiríamos como músicas del mundo. Renaud García –Fons (París 1962) pertenece a esa categoría de personas que crean música sin detenerse a pensar en que cubeta colocaran sus discos. Un servidor lo descubrió a mediados de los 90 con Alboreá ENJA, 1995 y Oriental Bass ENJA, 1997. El primero empezaba con un tema titulado Al Camarón (para que te hagas una idea) y era un cuarteto (dos bajistas un acordeón y una batería). En Oriental Bass estaba acompañado de una decena de músicos de diferentes nacionalidades y te proponía un viaje desde Oriente hasta Andalucía. Siguiendo en esa línea viajera, se presentaba 25 años más tarde en Sandaru acompañado de su contrabajo de cinco cuerdas, y su mesa de sonido, sus pedales y demás artilugios que le ayudan a dinamizar algunas bases que complementan el sonido de su instrumento. Mucho público y la mayoría consciente de la figura que teníamos delante, no en vano el disco que grabó junto a Dorantes, Paseo a dos, 2015 es una obra importante para cualquier aficionado al flamenco.
Empezó García-Fons explicando que el contenido del concierto sería un viaje por diferentes lugares que nos iría indicando, empezaba en la Catalunya Norte, en un pueblecito enfrente del Canigó, desde el principio hasta el final del concierto si cerrabas los ojos no era fácil saber si había más de un músico en el escenario. Tiene esa habilidad de preguntar y responder al mismo tiempo jugando con diferentes maneras de tocar su instrumento así como de sonar a diferentes culturas según le va pareciendo. Aires clásicos (del continente europeo) se mezclaban con soltura con aromas orientales. Y los cambios de arco a pizzicato facilitaban el viaje. En un salto geográfico nos plantamos en Galicia. Afinación después de cada tema, exigente al máximo con el sonido. Base rítmica flamenca y empieza el juego entre la música celta (buscando sonidos cercanos a la flauta) y manteniendo por supuesto el toque flamenco más gallego, la farruca. Se fue más al sur, al final del Guadalquivir con un tema que se llama Bajo de Guía. Un tema que tiene dos partes muy diferenciadas, primero tocando por malagueñas y después por bulerías. La gravedad de la malagueña la refleja perfectamente el contrabajo y por supuesto la libertad en el tempo la aprovecha este músico, libre dónde los haya. Cuando llegó el momento de marcar el compás de las bulerías sus dedos volaban en un ir y venir asombroso. Jugando al final arriba del mástil. Saltó a Sicilia con Palermo Nocturno, al igual que por esta isla han pasado todos los viajes que se han hecho por el Mediterráneo, García –Fons supo extraer de su instrumento melodías que mezclaban sonidos del Líbano o de Tunez (recuerdo sus colaboraciones con Rabih Abou Khalil o con Dhafer Youssef) con aires italianos. Acabando con unas percusiones de lo más africano o flamenco, según se mire. Nos seguimos desplazando hacia Oriente, ahora la parada era en Irán, con Voyage à Jeyhounabad y quiso dedicársela a sus amigas iraníes que están sufriendo perdida de libertad en estos momentos. García- Fons que ha estudiado también música clásica en el Conservatorio de París puede combinar las maneras típicas de tocar el contrabajo en el jazz con un estilo que fisiona ambas música tocando con el arco pero como si pellizcara las cuerdas. En este tema consiguió sonidos increíbles. Mirar su mano derecha sobre todo la muñeca (como si la tuviese rota) era todo un espectáculo. De repente saca un folio en blanco, lo muestra al público como si fuese un número de magia e intenta colocarlo encima de las cuerdas para conseguir acercarse al sonido del Inanga (instrumento de cuerda original de Burundi) como un contrabajo pequeño que usan en ese país para acompañar los cantos tradicionales. La verdad es que era muy curioso el resultado, le costó mantener en equilibrio el papel pero mereció la pena. Además acompañaba el toque con detalles percusivos (magia pura) Continuo el viaje con Far Ballad y aquí el salto fue curioso ya que se inició con una balada de Bután y termino en un blues del sur de Estados Unidos. Con que facilidad se acercó a la libertad del blues, uno de los momentos más intensos de la tarde (que fueron muchos) quiso terminar con una pieza cercana a la música céltica, con aromas de country. ¡Que no fusionará este hombre! Después de una hora de viajar ininterrumpidamente por todo el globo terráqueo y sus músicas el público quería más. Sin salir de escena se acercó con respeto a Casals en su libre versión de El Cant dels Ocells y para el segundo bis tocó lo qué el definió como una danza loca. Una tarde memorable, con uno de los músicos fundamentales para entender el concepto de músicas del mundo ¡Que se repita! + info | relacionados | Fotos : Joan Cortès