Randy Weston
Randy Weston
En el principio fue África
Fue complicada la comunicación telefónica entre Barcelona y Nueva York. Randy Weston tiene la mala costumbre de escuchar más que hablar, y cuando hay retorno uno no sabe si se ha cortado la conversación, o si él está meditando su respuesta. Cuando habla transporta en su voz profunda una abrumadora sensación de calor y vitalidad a pesar de llevar más de seis décadas trasladando los ritmos y sonidos de África a un free jazz de leyenda. Primo de Wynton Kelly, alumno aplicado de Duke Ellington, el pianista de Brooklyn ha pasado recientemente por España para continuar con la presentación de The Storyteller, un disco que explica a la perfección lo que él hace: transmitirnos parte del viento del Sáhara y traernos un paisaje musical que sólo habita entre sus dedos.
¿Cuándo fue la primera vez que pisó África?
En 1961
¿Qué buscaba allí? ¿Qué fue lo que le condujo?
Por aquel entonces tenías varias opciones como músico, y todas pasaban por pasar un tiempo fuera de Nueva York. Había mucho donde elegir: podías ir a París o Ámsterdam, tocar en giras interminables por América, conocer mundo en definitiva. Y yo había oído hablar a [Thelonius] Monk y a Dollar Brand de África, de su tradición. Siempre me he dejado llevar por mi instinto, y eso era precisamente lo que me pedía, buscar en las raíces de la música.
Así que fue primero a Nigeria…
Y después a Marruecos. Y la sensación inicial fue increíble. Todos tenemos una idea de lo que son estos lugares hasta que los pisamos, y entonces todos los prejuicios y conceptos preconcebidos que cargamos se caen de repente. Porque junto a sus problemas evidentes, son mucho más avanzados musicalmente de lo que lo será el primer mundo jamás.
¿Por qué?
Porque es la cuna de la música, chico. La humanidad procede de allí, y la música más antigua sigue brotando de allí. Contemplas los tambores y ves el sol rojo, enorme, y comprendes que la cultura empieza y termina en África, al igual que la tradición que conlleva, y por supuesto la parte más espiritual del hombre fue plantada allí.
¿Cree que la situación social de esos países que ha visitado tiene algún tipo de solución?
Depende de lo que entendamos por solución. Muchas veces lo que nosotros creemos bueno para ellos no lo es tanto. Lo que sí está claro es que pasa por la música, por el diálogo que establece. Todo músico de jazz que se precie sabe esto, aunque no lo practique.
Una vez escuché decir a un director de música clásica que Sudáfrica es el país más musical del mundo…
Absolutamente. A través de su modo de hacer música y cómo se desarrolla, la gente del país gana confianza. No es que aparezca de repente, sino que se dan cuenta de que esa confianza ya estaba allí, sólo hay que hacerla brotar.
¿Cree en el lado académico de la música?
No conozco el lado académico… el jazz y la música africana funcionan de otro modo. En Sudáfrica, sin ir más lejos, creen más en su oído musical que en partituras. Como pianista, un instrumento muy clásico por otra parte, me siento totalmente identificado con esa libertad.
¿Cómo decide que incorporará elementos de otras músicas en sus variaciones?
Dejo que me hablen. Escucho música tradicional de todas partes, de China, India, Medio Oriente… a veces encuentras caminos comunes a todas ellas. O son como ríos y me esfuerzo por dejar que fluyan, no quiero dejar de aprender de esos sonidos, me cuesta entender que alguien los deteste sólo porque son tradición.
El jazz ¿habla de la vida o de la muerte?
De todo, chaval, habla de todo. Del amor y el deseo carnal, y de la soledad del amanecer (risas).
¿Qué le falta por hacer a una leyenda viva del jazz?
Pregúntale a una.
¿Usted, por ejemplo?
Oh, yo sólo soy alguien a quien le acompañan leyendas… cuando subo al escenario ahí está Duke Ellington, allí está Wynton [Kelly], allí está Cole Porter. Me guío por lo que hacen ellos y los músicos anónimos con los que he tocado toda mi vida.
Y Benny Powell [falleció en 2010 tras grabar The Storyteller]
Oh, era un músico enorme… una persona… oh, Benny era increíble.
¿Por qué seguimos como humanidad haciendo música y hablando de ella?
La música nos describe como individuos, pero también nos enseña cómo somos cuando somos capaces de unirnos. Uno piensa que crea música, pero es al revés: la música nos moldea a nosotros.
Gracias por su tiempo, señor Weston.
“Gracias a ti (en español). Cuídate, muchacho (entre risas). Foto: Ariane Smolderen | Randy Weston | Daniel Jándula (Ritmos del Mundo)