Rachid Taha
15 Festival Mil·lenni
Sala Apolo, Barcelona, 28 de marzo de 2014
Hace tiempo que Rachid Taha viene demostrando que es uno de los más avispados e interesantes cantantes, no de la “world music”, sino del rock&roll (como a él le gusta definirse). Viniendo de Orán (Argelia) y residiendo en la “Douce France”, nunca ha dejado de plasmar en su música su particular y original encuentro entre culturas, y ha dejado claro en sus letras su rebelde posicionamiento social y político. Algo patente en sus fascinantes y recomendables discos. Sin embargo, sus directos siempre han sido una especie de lotería en los que nunca sabes si te va a tocar ver “el bueno o el malo”. En nuestra experiencia los hemos visto de todos los colores posibles, pues bien, el de está pasada noche se encuentra entre los mejores que le recordamos.
Desde el principio el argelino demostró estar sereno y bien físicamente e incluso parece haber mejorado de esa enfermedad que le resta movilidad a su brazo derecho. Además su voz sigue igual de ronca y áspera que siempre, pero en plena forma.
Un cuarto de hora después de la hora prevista apareció primero su banda. En la parte de atrás y a la izquierda estaba situado el teclista, el batería en medio y el bajo a la derecha. Y en la parte frontal, el guitarra a la derecha y su fiel Hakim Hamadouche al mandol y a la izquierda. O sea que echamos en falta a su percusionista habitual, aunque no excesivamente.
Hakim hizo una pequeña intro con su mandol, y empezó a desgranar unos acordes reconocibles, nada más y nada menos que el Walk On The Wild Side. Salió entonces Taha e hizo su particular versión en árabe de esa gran canción y como homenaje a Lou Reed. El público, que llenó las tres cuartas partes de la sala grande del Apolo respondió unánimemente a los coros que pide la canción. A partir de ahí, inició primero el repaso de su excelente último disco editado, Zoom, del cual Taha dice: “este álbum es un puto disco de rock&roll” y si él lo dice, será verdad. Sonaron Jamila con esos teclados árabes y épicos y la empalmaron musicalmente con la inmensa Zoom Sur Oum, el homenaje a la diva egipcia Oum Kalsoum. También Algerian Tango, ese tango de desesperanza a ritmo de dub árabe que en el disco grabó con Mick Jones (The Clash) y que aquí cantó con Hakim, el western magrebí de Galbi que dedicó a Johnny Cash y recreó elegantemente el Now or Never (vía el O Sole Mio) de Elvis Presley. Hay que decir que la banda estaba perfecta, la batería sonaba potente, el bajo apoyando sin fisuras esa base rítmica, el teclista llenaba de arabescos su música, el guitarra comedido en escena, pero muy eléctrico musicalmente, y su mano derecha, Hakim, excelso con su mandol y cantando si hacia falta, por si Taha se despistaba en la pasión de cualquier canción. Y es que cuando él está fino, esa mezcla de rock, raï, chaabi, junto a esa actitud punk y la suma de bases electrónicas, lo hacen imparable. Volviendo a su repertorio, intercaló también un par de canciones de su álbum más furioso, Tekitoi?, que fueron la de nuevo rockera Meftuh’ y la rítmicamente hipnótica H’Asbu-Hum, (tema cantado en la primavera árabe y donde dice: «pedirles una explicación»). También cayeron las imprescindibles Ben Sahra, donde brilló la combinación de guitarra y teclados en un final in crescendo y Barra Barra que ya desató el desenfreno. Algo que calmó con el romántico y doliente Ecoute Moi Camarada, donde cada estrofa fue respuesta con un ¡olé! por el público. Y acabó con una trilogía de temas de lujo, el clásico Ya Rayah (es increíble como hace bailar está canción), el Voilà Voilà (y está vez en vez de intentar traducirlo él, subió a una chica para que transcribiera esa letra tan de actualidad que dice irónicamente “extranjero, tu eres la causa de nuestros problemas”) que además mezcló con el Douce France, y final con esa impagable versión de Rock El Casbah y la locura colectiva del público. Casi sin abandonar el escenario, Hakim se quedó introduciendo otro clásico, el Habina y de nuevo llegó la intensidad con Garab. Aquello no había quien lo parara, y es que el público y Taha estaban tan a gusto que no se querían marchar. A pesar de que debía ser el final, hizo volver a todo el grupo cuando ya se iban diciendo “que estamos en Barcelona, esto no puede acabar aquí”, y con el regidor del Apolo con cara de pocos amigos, aún se tiraron quince minutos más que acabaron con el sugerente Kelma, un tema de sus primigenios Carte de Sejour y que Santana convirtió en Migra en su disco Supernatural.
Lo dicho, enorme concierto del siempre provocador Rachid Taha que disipó todas las dudas sobre su estado físico, musical y rebelde. Lo queremos siempre así. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.