Oscar D’León
Salsa & Latin Jazz Barcelona Festival
Sala Barts, Barcelona. 26 de julio de 2014
Pasaban unos minutos de la hora anunciada, las doce y media de la noche, cuando apareció en el escenario un arrollador Oscar D’León, que durante casi tres horas no paró de cantar, bailar, hablar, e interactuar con un público entusiasta que llevaba desde las nueve esperando a su ídolo. Una espera que habían amenizado BCN Salsa All Stars, un sólido grupo formado por algunos de los integrantes de las mejores bandas latinas de la ciudad, y por el ballet colombiano afincado en Barcelona, Fuego en los Pies. La platea de la Sala BARTS, convenientemente vaciada de butacas y llena absolutamente (unas 1.500 personas), acogió con expresiones de júbilo la aparición del músico, en este caso como cantante y no como contrabajista, instrumento con el que él se dio a conocer, que salió dispuesto a todo, con una vitalidad y una fuerza que mantuvo durante todo el concierto.
El Diablo de la Salsa, como se le llama, clausuraba así la cuarta edición del Salsa & Latin Jazz Barcelona Festival, integrado, este año, en el festival internacional de teatro, danza, música y circo de Barcelona, Grec, en el que habían participado el día anterior Chico Trujillo de Chile, y Herencia de Timbiquí de Colombia. Oscar D’León llegó con la intención de demostrar que a pesar de su edad, acaba de cumplir los 71; del infarto que le dio hace ya unos años actuando en la isla caribeña de la Martinica; y del accidente doméstico que el año pasado le hizo perder la visión en un ojo, estaba en plena forma, tanto vocal como fisicamente. Ese cantante venezolano que ha recorrido medio mundo con su música; que a principios de los 80 fue el sustituto de desaparecido Hector Lavoe, así como de Ruben Blades y Willie Colon en las Estrellas de Fania; que en 1983 actuó y triunfo en el Festival de Varadero ante 12.000 personas y que desde entonces ha sido un referente de la salsa en Cuba; al que en 2013 se le ha concedido un Grammy Latino a la Excelencia Musical; Sonero del Mundo donde el son, el guaguancó o la guaracha, forman parte de su entorno, entre otros ritmos y estilos, como demostró; una de las grandes figuras de este género, al lado de referentes como Tito Puente o Celia Cruz, que ya nos dejaron; demostró el porqué de esa leyenda musical que gira a su alrededor.
Empezó cantando Llorarás, uno de sus mayores éxitos, conocido en el mundo entero. Un tema con el que desde hace algún tiempo empieza siempre sus conciertos, como una declaración de intenciones, como un decir: “Empezamos a tope desde el principio”, lo que, combinado con la continuidad de la música, daba forma al espectáculo. Porque prácticamente sin ninguna interrupción, excepto algún parlamento por parte del cantante, la música fluyó todo el rato. Ya sabías que acababa un tema e inmediatamente, empalmándose con la anterior, empezaba la siguiente canción, y, todo ello, en cada momento, derrochando espontaneidad y entusiasmo, lejos de actuaciones milimetradas y repetitivas. Toda una lección de este artista, alejada de aquella sensación, en muchos recitales, de que los interpretes están pensando lo que van a tocar, puede que en algunos casos sopesando el ambiente, pero en otros pura y simplemente porque no han preparado lo suficiente la actuación; o de que actúan de forma rutinaria. La actitud absolutamente profesional del cantante y su conjunto se agradece y refuerza el concepto de gran figura que teníamos de él.
Oscar D’León desgranó sus canciones, una tras otra, con momentos de desbordado entusiasmo de los presentes; con sus referencias constantes a los países latinoamericanos, preguntado a la gente por sus lugares de origen; también a la ciudad de Barcelona, y la acogida de la misma; con un homenaje a la bandera de Venezuela que le hicieron llegar al escenario; con recogida por su parte de lencería intima femenina que también le llegaba lanzada al escenario y que iba colgando en el pie de micro o guardándose en los bolsillos; con espontaneas que subían a bailar con él y que, en algún caso, decía a los de seguridad que las dejasen un rato en escena; con bailarines y bailarinas que le acompañaban, algunas con momentos rozando la más absoluta intimidad; con la gente procurando bailar, pese a la dificultad que un aforo completo procuraba, siguiendo sus directrices; saludando y estrechando manos a los que estaban cerca del escenario; y con su gran toalla característica con la que iba secándose el sudor que hasta le obligó a un cambio, rapidísimo, de camiseta, entre bambalinas, tras haberse despojado de chaqueta y camisa en escena.
Varias fueron las partes diferenciadas de su actuación: Una primera con sus grandes éxitos, como el citado Llorarás, Yo quisiera, Dile que se va caer, Mis hijos, Frutas del Caney, Esperando por ella, Ella vive contigo, Detalles, Guayana es, Toro Mata, junto a clásicos de otras músicas como, Cuando llegaré al Bohío, Son de la Loma, Déjame que te cuente Limeña, El día que me quieras o Que bueno baila usted.
Después fue junto a Antonio Cortés, del grupo Barullo, que rememoraron aquella canción, Lo canto, que crearon para el disco Fuzionando, un disco que fue Grammy Latino en 2007. Una mezcla de flamenco y salsa que dio paso a la parte más relativamente tranquila del concierto, con temas como Oye como va, donde se pudieron lucir los músicos que le acompañaban, Sigue tu camino, Yo me voy pa Cali, y ya más definitivamente melódico, Somos novios, ¿Cómo fue?, Frenesí, Mi adorada o Mucho corazón, para llegar ya a un apoteosis final que, a pesar de las más de tres horas trascurridas, parecía que los músicos, ni los asistentes al concierto, no querían concluir por la energía que aún transmitían todos ellos y, especialmente, el propio Oscar D’León.
Este: “Trabajador de la música”, como él mismo se definía no hace mucho en una entrevista, nos hizo pasar una noche inolvidable con sus canciones y, además, nos dio una lección de humildad en el escenario, de profesionalidad, de comunión con su público y demostró, una vez más, porqué es, sin duda alguna, la figura legendaria de la Salsa que aún perdura entre nosotros, y en plenitud de facultades. Toda una lección para las nuevas generaciones a las que ha de servir de guía y ejemplo para lograr una carrera artística tan llena de éxito y de coherencia como la suya; y una ocasión para disfrutar definitivamente de Oscar D’León y con él transportarnos a la calidez de ese Caribe que con su música nos acerca. + Info | Relacionados | Federico Francesch | DESAFINADO RADIO