Narci González Quintet
Nothing changes, FreeCode, 2018
Narci González es un músico extremeño que ha conseguido como docente impulsar el jazz en su comunidad, fundó y dirige el INJEX (Instituto de Jazz y Música Moderna de Extremadura) y para este su primer trabajo como líder, ha sabido rodearse de músicos fundamentales en el panorama español y portugués. Diez composiciones de González y aún que nos hable de quinteto, al escuchar el disco y leer los créditos, comprobamos que tenemos delante un septeto. El mismo Narci González al saxo tenor y Julián Sánchez a la trompeta y fiscorno comparten vientos con Perico Sambeat al alto. El trío base está formado por los portugueses Antonio Quintino al contrabajo y Joel Silva a la batería, en el piano el también extremeño Pablo Romero. Y dos guitarristas que irán alternándose en las diferentes composiciones, el extremeño Javier Alcántara (en dos temas) y el portugués Nuno Ferreira (en el resto de composiciones) Empiezan con Nothing Changes, mientras el piano (apoyado por la batería) parecen plantearse algunas dudas existenciales, los vientos demuestran su locuacidad. Son como dos voces que se sobreponen creando algo hermoso. El saxo se apodera del liderazgo, después la trompeta de Sánchez le toma el relevo en un grito trascendental. Ahora entra la de Ferreira que trabaja con la sección rítmica todo el paralelo del tema. A partir de aquí hay como una segunda parte en que se repite la estructura de dos conversaciones, pero ahora el contrabajo de Quintino con más protagonismo. Song for Fatima, preciosa balada con mucho espacio para los sopladores, es una composición que hace pensar en una big band, con sus entradas solistas. Una línea de tempo tranquila que te permite dejarte ir acompañado por las olas suaves del trio básico y cuándo quieres perderte tienes a solistas como Ferreira que te lo facilitan. Punto de encuentro, la batería de Silva impone un ritmo más rápido, los vientos juegan entre ellos, entra Sambeat y te das cuenta de porque el valenciano es nuestro saxofonista más internacional, que precisión, como juega con su instrumento. De nuevo la guitarra de Ferreira ahora con los detalles que le aporta Silva creando espacios de una gran belleza. Aylan Kurdi (el niño kurdo de tres años que llego cadáver a las playas europeas) suaves murmullos de oleaje triste, el piano de Romero minimalista, Satiniano, los vientos extendiendo sobre la fina arena las lágrimas de todo el grupo ¿y todavía dicen que la música no es importante para defender los derechos humanos? la batería de Silva remarcando el dolor. El trabalenguas, el tema más corto del disco y los vientos jugando a eso, a imitar como un trabalenguas, a decir las cosas rápidamente pero sin equivocarse. La guitarra de Ferreira no iba a ser menos, enseguida se apunta al juego. Lost memories, tempo tranquilo para el tema más largo, más de nueve minutos, lucimiento de los dos saxos, que van alternando su liderazgo, una composición que podía haber firmado Paquito de Rivera hace años pero lo ha hecho este gran músico que se llama Narci González, exquisita. See you somewhere, contrabajo de Quintino marcando una línea original, la batería apoyando la moción y los vientos confirmando, pero con esa tensión en el ambiente que te advierte que en cualquier momento el viento puede cambiar de sentido. Y ahí está la guitarra de Ferreira para confirmar la sospecha. El tenor de González se va a los graves, la trompeta de Sánchez también lo advierte, y al final una trifulca de sonidos homenajea tanto a Nueva Orleans como a Ornette. The Whirlwinds, me resulta muy curioso el juego del piano que parece acercarse a la función del contrabajo, me ha tenido mosqueado un buen rato, otra maravilla de tema. La plazoleta de las horas muertas, el trio ha encontrado su espacio, y cómo lo disfruta. Sánchez entra con suavidad pero con la seguridad que le caracteriza, vuelve el piano a reclamar su espacio y así en ese tira y afloja avanza el tema elaborando una senda bonita llena de color. Para cerrar A Little different (no han podido resistirse a prometer un cambio aunque sea pequeño) y para un servidor el cambio nos lleva a aquellos tiempos en que el jazz todavía para muchos era blues, aquellos músicos que adoraban el swing y que no concebían un directo sin conseguir que todo el personal moviese al menos los pies. También hay un cambio de guitarra, entra Javier Alcántara (ya había estado en The Whirlwinds) pero ahora tiene un buen espacio para demostrar que es un hombre que tiene el blues. Un disco de los que demuestran que en este país hay músicos como este quinteto o septeto de Narci González que deberían aparecer en todos los festivales de jazz. + info | relacionados