Milton Nascimento y Jobim Trio
Milton Nascimento y Jobim Trio
Festival de Guitarra i altres acords
Palau de la Música, Barcelona
29 de abril de 2008
El Palau de la Música volvió a vibrar con un artista que forma parte de la historia musical brasileña del siglo XX. Músicos y repertorio, formado casi íntegramente por bossa-novas constituyeron un explícito homenaje al género. La voz de Milton Nascimento, figura clave en las melodías de la segunda mitad del siglo XX, estuvo acompañada por el trio Jobim, formado por el hijo y el nieto del maestro (Paulo y Daniel Jobim), Paulo Braga, y por el joven contrabajista Rodrigo Villa.
Los ingredientes para la fiesta carioca estaban servidos desde el principio, pero a pesar de su calidad la receta presentada empezó floja, sin demasiada fuerza. En los primeros temas, el trio Jobim tocó, todavía sin Nascimento en el escenario, los temas más famosos de su antepasado, António Carlos, como Samba de uma nota só, Águas de março o Garota de Ipanema. Escucharlos es siempre un placer, pero tocarlos supone un riesgo, ya que es difícil alcanzar el nivel de las versiones que todos conocemos y que suenan en nuestros recuerdos. La entrada de Nascimento empezó a calentar el ambiente. Tomándoselo con calma y a pesar de algunas dificultades técnicas -la batería, por ejemplo, estaba sonorizada a demasiado volumen, y el público acabó quejándose- poco a poco supo transmitir el calor de la bossa-nova.
El repertorio vocal empezó calmado y fue ganando en ritmo de forma gradual, sin perder en ningún momento esa magia que transmiten las melodías de Brasil. Apunté en mi libreta las expresiones “sosegado amor” y “dulce melancolía” para no olvidar e intentar transmitir lo que me inspira esta música. El público parecía relajado, sin estridencias, aplaudiendo un poco más en los temas más conocidos como Chega de saudades o Eu sei que vou te amar, y respondiendo cortésmente en las demás canciones.
La cosa se iba animando a medida que avanzaba la noche y en los últimos compases del concierto, la formación se atrevió con aproximaciones al rock y a otros géneros populares. De modo que, lo que había comenzado de forma modesta acabó seduciendo a los espectadores, especialmente con un as bajo la manga en el tramo final. En el último bis, Nascimiento dio una vuelta entera a la platea sin soltar palabra. El micrófono en la mano y el público coreando los gritos de Maria Maria fueron suficientes para poner al Palau en pie, y que un puñado de paparazis aficionados pudieran conseguir su imagen soñada corriendo tras el cantante. Es lo que tiene ser una estrella // Rita Villà