Melody Gardot
Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona
Palau de la Música, Barcelona. 16 de noviembre de 2012
Con una escenografía tan espectacular como su protagonista, la dama del jazz de New Jersey apareció en el no menos singular espacio del Palau de la Música de Barcelona la pasada noche del viernes 16 dispuesta a mostrarnos de arriba abajo su nuevo y sorprendente álbum The Absence. La elegancia y glamour de esta jovencísima mujer enamorada de Judy Garland y Miles Davis, pero también de Janis Joplin y Caetano Veloso, destacó desde el primer tema sentada ante su piano y rodeada de cinco excelentes músicos y de montones de sacos, cajas de madera vacías y maletas abiertas, posiblemente como simbología de las ausencias o de esos viajes imparables que Gardot se marca en este disco “global”. Seguidora de la filosofía budista y de la alimentación macrobiótica, la norteamericana sigue siendo fiel defensora de la música como terapia, algo que vivió en su propia persona tras el gravísimo accidente sufrido a los 19 años cuando fue atropellada en su bicicleta y que le provocó serios problemas físicos y neurológicos que le mantuvieron postrada en la cama un año. Un especialista creyó que la música –algo que ya practicaba con anterioridad- podría ayudarle en su recuperación, y así nació el EP The Bedroom Sessions (2005), compuesto desde el propio hospital, y de ahí su primer largo Worrisome Heart (2008) con el que dejó anodado a más de uno. Luego llegaría My One and Only Thrill (2009), considerado uno de los mejores discos del jazz actual, y ahora este recién estrenado The Absence en el que Gardot se muestra más musicalmente políglota que nunca. Tras tres temas conmovedores sentada al piano, la norteamericana se levantó para mirar hacia Brasil con ese excelente “Mira” lleno de colores jazzísticos inspirados en sus estanciancias brasileñas. A partir de allí, nos deseó un bon voyage y nos llevó a París, una de las ciudades predilectas de esa Europa que, como dijo a un Palau lleno hasta los topes, tanto le sorprendió la primera vez que la pisó, en especial los músicos que tocan en sus calles. Tanto es así que Melody Gardot le dedica uno de los temas más bellos de su último disco a otra de las capitales de este viejo continente, Lisboa, que interpretó de forma especialmente emocionante con su inseparable piano. Temas íntimos, como el que compartió a solas con el violoncelista berlinés Stephan Braun y otros instrumentales de puro vértigo en los que destacaba la fuerza y virtuosismo de su explosivo saxo, Irwin Hall, e incluso alguno de aires flamencos para los que contó con el guitarra de Los Angeles, Mitchell Long. Al final y, haciendo poner en pie al Palau, ritmos de batucada en clave de jazz y una Melody Gardot con tacones infinitos, pero con ayuda de su clásico bastón, se contorneó como una caribeña en el escenario que no pudo abandonar a la primera, sino después de regalar a sus seguidores eso que tan bien sabe hacer, dos covers excepcionales a «lo Gardot» de Summertime y Fever. + Info |MariaJo López Vilalta (Morocha)