Marcin Masecki
53 Voll Damm Festival de Jazz de Barcelona. Conservatori del Liceu. 24 del 11 del 2021
Un cuarto de entrada para la propuesta del pianista polaco Marcin Masecki. Un servidor creía que después del éxito de la banda sonora de Cold War y siendo un pianista interesado por recuperar el ragtime, acudiría más gente. Pero a Masecki no le influyó en absoluto, con un castellano perfecto nos explicó paso a paso sus intereses musicales y junto a su inseparable Jerzi Rogiewicz (batería) repasaron diferentes estilos musicales que les motivan y en cada uno de ellos se dejaron la piel. La pierna derecha de Masecki que no estuvo quieta en todo el concierto, era un indicador visual contundente de cómo vive la música este joven pianista. Y respecto a Rogiewicz, la escena en que, al soltarse el platillo de su pequeña batería y salir rodando por el escenario, se levanta, lo recupera y mientras vuelve a su sitio sigue tocandolo, manteniendo el compás hasta que consigue volverá montarlo, me pareció más compleja que cualquier solo de batería. Empezaba la noche explicando Masecki que su interés por el Ragtime venía de cuando tenía 4 años y fue con su padre a un lugar dónde un pianista tocaba Ragtime, desde ese momento decidió que él quería tocar esa música. A partir de ahí, por supuesto fue entrando en otras épocas del jazz, pero cuándo estaba con amigos y con un buen vino, le seguía gustando tocar Ragtime. Ellos fueron los que me aconsejaron que me dedicase a esta música y no a los conciertos en que me estaba entreteniendo. Así que junto a Jorge de los Cuernos (traducción de Jerzi Rogiewicz) grabamos un disco de Ragtime, después nos cansamos un poco de hacer siempre lo mismo. En un festival de jazz en Estonia logramos liberarnos del ragtime y hacer nuestra música (la directora nos “crítico” que no habíamos hecho lo prometido (pero nos contrató al año siguiente) Después de toda esta introducción que yo agradecí (no soy experto en esta música) Empezaron a tocar composiciones de Masecki, además de ser un virtuoso del piano, este hombre conoce bien y disfruta con otras muchas músicas, clásica, tradicional polaca, experimental, latina, y es capaz de meterlo todo dentro de una olla y sacar un caldo de lo más interesante, por supuesto que Rogiewicz le sigue con facilidad por allá por dónde quiera andar, tan pronto me recordaba las bandas sonoras del gran Nino Rota, las peripecias de mi admirado Pascal Comelade como me aparecían escenas del gran Buster Keaton. Cierra este primer tema por compás de vals y todavía estamos aplaudiendo cuándo Rogiewicz ya se ha lanzado en este segundo tema, a pesar de la sencillez de su instrumento, al igual que su compañero, la entrega es tal que es sorprendente lo que saca de esos dos tambores, el pequeño bombo y ese platillo solitario que además se le desmonta. En los años 20, el ragtime era famoso en Polonia pero también el tango (acababa de meterlo en algunos espacios del anterior tema) y otras músicas de Latinoamérica. Uno de los momentos más emotivos fue un bolero que no hubiese disgustado a Bola de Nieve. Y llegó el ragtime clásico, con esa mano que repiquetea sin cesar la misma nota (genial para algunas escenas del cine, pero pesada para un concierto) y la otra mano que afortunadamente recrea harmonías más interesantes. La aportación de Masecki y Rogiewicz a esta música es que además del gran dominio de sus respectivos instrumentos, saben en el momento justo, desmontar su rigidez y llevarla a improvisaciones que en los años 20 no hubiesen sido admitidas pero ahora sí. Cerraban el concierto justamente con el tema que él había escuchado de pequeño con su padre. Un tema de James P. Johnson, fundamental según Masecki en el paso del Ragtime al jazz. El ragtime era todo escrito y este hombre empezó a improvisar. Compuso operas, sería tan importante como Gershwin (con la diferencia que en ese momento en Estados Unidos, los negros no lo tenían fácil) tocaron del mismo compositor Carolina Shout, y en el bis volvieron a esas composiciones de principios del siglo XX y nos recomendó a un compositor judío que también tuvo que exiliarse (no recuerdo el nombre) admitió que sería feliz cantando ese tema, pero no se creía capaz. Fue agradable revivir algunas músicas del pasado y comprobar que hay jóvenes que las respetan y tocan con la intensidad que merecen. + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès