Le conseguenze dell’amore

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Le conseguenze dell’amoreLe conseguenze dell’amore
Dirigida por Paolo Sorrentino
Italia, 2004

Con el tradicional retraso que nos caracteriza llega este largometraje de Paolo Sorrentino –¡no puedo imaginar cuándo llegarán Sabato, domenica e lunedi y L’amico di famiglia, películas del mismo director realizadas en 2005 y 2006, respectivamente!–. Aún así, no es tarde si la dicha es buena. Y Le conseguenze dell’amore es de aquellas historias tan bien hechas y contadas que siempre hay que recibir con brazos, mente y corazón abiertos. El cineasta napolitano se marca una lección de cine inteligente sin snobismos, de elegancia suprema y de ruptura con cualquier cliché italiano. De hecho, hay más matices propios de Truffaut que de cualquier escuela de Cinecittà. Una película llena de desolados pasillos de un hotel suizo, de silencios, de preguntas sin respuestas, y con un protagonista casi hierático podría ser soberanamente tediosa. Sin embargo, Sorrentino se vale de la cautivadora interpretación de Toni Servillo en su papel de Titta di Girolamo para que resulte soberbiamente exquisita. Su imperturbable personaje lleva ocho años viviendo entre las paredes de su dormitorio y las del hall del hotel, fumando compulsivamente, esperando algo que quizá tenga que inventar el propio espectador, viendo con aparente apatía pasar la vida, contemplando sin intervenir, y cuyo único contacto con el exterior se reduce a una peculiar relación con la mafia. Un personaje cuya displicencia entiendes, te atrapa y te enamora, como le ocurre a Sofia, la joven y atractiva camarera del bar interpretada por Olivia Magnani –nieta de la espléndida Anna Magnani, de quien, por lo que se desprende de esta película, poco ha heredado de su grandiosidad interpretativa–. Además de ofrecer una colosal invitación a la reflexión sobre la rutina, el fracaso y el sentido (o el sinsentido) de la vida de forma abierta, hay dos cosas que por sí mismas hacen grande al largometraje: la primera es una simple pero definitiva frase (“esto es lo más peligroso que he hecho en mi vida”) de Titta cuando, después de ocho años, se sienta por primera vez en un taburete de la barra del bar donde sirve Sofia; la segunda es uno de los finales más geniales y bellos jamás vistos en cine. // María José López Vilalta, ‘La Morocha’