Kila «Gamblers’ Ballet»
Kila
“Gamblers’ Ballet”
Kila Records / Resistencia, 2007
www.kila.ie
Tras la experimentación sonora que supuso el anterior disco en colaboración con el artista japonés Oki, Kila vuelve a sorprendernos con un nuevo y extraordinario trabajo, demostrando que, por ahora, son la banda de música celta más innovadora, interesante e impresionante de la actualidad, en un continuo guiño a nuevas concepciones y horizontes.Gambler’s Ballet, o, en su traducción, El ballet del jugador, nos devuelve a una banda en plena forma, moldeando un sonido, que aunque ya con marca de la casa, continua su camino de exploración sin caer en redundancias demasiado obvias. En el nuevo disco, quizás se hayan diluido los momentos de trance progresivo que ofrecieron en algunos de los temas de Luna Park, pero siguen creando unos ambientes y unas melodías que atrapan mente y cuerpo huyendo de los manidos esquemas que acostumbran a apoderarse de estilos musicales, como el celta, cuando pasan a tener un consumo más amplio y las bandas empiezan a ser numerosas. En esta nueva obra, Kila juega con el sonido irlandés, dotándolo de más brillo, de nuevos complementos que lo revitalizan. Percusiones que huelen a oriente, ritmos abiertos casi funkies, rock y base eléctrica y alguna programación, como cualquier otro elemento que pueda ser válido para mejorar la composición, son herramientas de uso válido para estos nuevos alquimistas.
Me atrevería a decir que casi cada tema tiene un algo que luce, que lo hace destacar y gustar, ya sea el puñado de canciones con la voz de Rónán, o los diferentes elementos melódicos que los hacen diferenciar de cualquier tipismo. Si abriendo el disco con Leath ina Dhiaidh a Hocht, se marcan un tanto con la utilización del clásico Canón en re de Johann Pachelbel, en Electric Landlady, juegan con sonidos reiterativos, y casi de club, mientras que en Dúisigi, Ronán juega con las melodías vocales de la propia letra del tema. Otra composición interesante es Fir Bolg donde los efluvios orientales nos embaucan cuando ya nuestros sentidos han claudicado y nuestra cabeza y cuerpo se rinden al ritmo que marcan nuestras piernas.
Se agradece, además, la traducción al español de las diferentes canciones del grupo, para saborear, a la vez, la belleza ancestral del gaélico // Antonio Álvarez