Kiki Morente y Pepe Habichuela

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Sala Sandaru. SFB El Dorado. 14 de enero de 2021

Mucha expectación para escuchar la propuesta del joven Morente. Como explicó Pedro Barragán, lo que íbamos a presenciar era prácticamente un ensayo de lo que será el nuevo disco que están preparando estos dos artistas. No es fácil ser el hijo de Morente, y menos cuándo te acompañas de uno de sus guitarristas históricos. Kiki Morente lo tuvo claro y quiso empezar la velada él sólo, sin más armas que su voz, y la siempre fiel poesía del zorongo gitano de Lorca. Conjugando perfectamente el recitado con el cante “suavecito” el joven Morente se fue metiendo por derecho en el corazón de los aficionados. Se retiró y salió Pepe Habichuela, grande entre los grandes, humilde entre los humildes, unas alegrías para calentar que supieron a aromas de salinas (con algún problemilla de sonido, y demasiado marcado el golpe en la caja)  y una solea que supo a hondura y a maestría. Y se juntaron voz y guitarra, ambos son poco habladores, pero pudo escucharse como Morente le pedía a Habichuela por dónde comenzar (¿malagueña? Decía el tío Pepe, no, Caña respondía Morente) dando idea clara de que el guitarrista estaba totalmente a sus órdenes y seguro de sus facultades, ¡faltaría más! Muy cercano a la forma de cantar de su padre en este estilo, es algo que Kiki tiene claro y que no le va a condicionar, tiempo habrá para ir forjando caminos diferentes. Y llegaron los cantes libres, y además Kiki Morente supo ponerle unas letras que aun que no eran fáciles de encajar (frases largas de amor) quedaron muy bien engarzadas, además Pepe Habichuela supo en sus momentos de libertad añadir la misma poesía con sus falsetas. Me gustaría que el disco nuevo fuese por ahí.  Entrada elegante para la seguriya, los ayes de Morente seguros, Habichuela agazapado esperando los espacios, Morente perfectamente metido en compás (me gustó mucho la seguiriya) compenetración perfecta entre dos músicos que caminan juntos. Momento tierno de la noche: Morente se había adueñado de la botella de agua del tío Pepe (así le llamó toda la noche)  sintiéndose culpable le pregunta ¿Quiere un poco de agua tío? – ¡Si hay! Siguieron con una especie de canción (después descubrí que eran unas letras de Manolo Vargas)  que se fue a los tientos y volvió a demostrar lo bien que se maneja el joven Morente con “otros” posibles textos.  Habichuela atento a los andares de  Morente y sabiendo asistir y acompañar perfectamente.   Cerró los cuartos con las letras de La leyenda del Tiempo del maestro Camarón, entre otros. Llegó el agua, Habichuela nos deseó Feliz Navidad y decidieron seguir por cantes de su tierra, Granainas. Otro momento álgido de la noche, para algunos lo mejor (según comentarios postreros) con una entrada de guitarra de las que arrancan oles entre el público, Habichuela fue creando ambiente para que Morente pudiese entrar como si le hubiesen puesto la alfombra roja, Habichuela matizaba el tiempo permitiendo que el cantaor tuviese esa libertad necesaria de escoger el tiempo para tu cante. No puede negarse que el estilo vuelve a llevarlo a su padre, pero fue bonito como fue separándose del micro, como jugando a ser él, sin complejos pero con libertad de decisión. Siguieron con una  entrada de la guitarra que te dejaba intrigado de por dónde nos iba a llevar. Con la letra de un poema de Antonio MachadoYo escucho los cantos”  (fue la noche de las sorpresas líricas), se agradece.  Se fueron entre una salva de aplausos y como era natural tuvieron que volver a salir para cerrar con unos fandangos, y como no, recordar con las letras que a él le enseñó su padre no sólo a cantar, escogiendo Decadencia para cerrar. Una noche de gran nivel, una manera perfecta de empezar el trimestre. + info | relacionados  | Fotos: Joan Cortès.

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