Javier Ruibal

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Javier RuibalJavier Ruibal
L’Hospitalet (Barcelona), Teatre Joventut
25 de febrero de 2007
Llegaba Javier Ruibal al agradable Teatre Joventut de L’Hospitalet, dentro del festival BarnaSants, poco tiempo después de haber participado en el Festival del Mil.lenni en pleno Palau de la Música Catalana. Todo ello en menos de dos meses y con un lleno casi absoluto en ambos sitios. Esto da una pista del estatus que este gaditano está consiguiendo, gracias a haberse trabajado durante años los escenarios de toda Cataluña. Y eso lo sabe bien ese público cómplice y complacido que se vuelca con él y sus canciones. Además, cada concierto de RuibalMunir Hossn, bajo y guitarra eléctrica, Raúl Rodríguez, tres cubano, y Javi Ruibal, percusiones. Con ellos dio un repaso más que vigoroso a su repertorio, pero sin perder un ápice de encanto. Sus aires arábigo-andaluces y flamencos se acercaron algo más al jazz, dando un toque especial a sus composiciones. Y su voz, como siempre, estuvo impecable e impresionante. En L’Hospitalet, y con un pequeño catarro que sólo se notó porque redujo esos comentarios tan bien puestos que salpican sus intermedios, dio otro concierto de maestro. Aquí fueron el ya recuperado Tito Alcedo, guitarra, y de nuevo su hijo JaviRuibal y Alcedo se conocen desde hace años y su compenetración es perfecta, mientras Javi, que se sabe las canciones desde antes de nacer, puede adornarlas a su buen gusto con su numeroso set de percusión. Elegante como pocos, Ruibal no tuvo reparos en ceder el escenario a dos nuevos valores en el mundo de los cantautores, dando la alternativa a Paco Cifuentes y Joaquín Calderón. En particular, Calderón demostró su virtuosismo, primero jugando con el slapping en su guitarra a la vez que cantaba, posteriormente acompañando en algunos temas a Ruibal con el violín. En esta ocasión el repertorio se centró en la que hasta ahora es su última entrega, Lo que me dice tu boca (18 Chulos, 2005). Pero en la veintena de canciones que nos regaló no faltaron clásicas como La Reina de África, que siempre marca un punto álgido en sus actuaciones, o La Gloria de Manhattan e Isla Mujeres, que irremediablemente ponen a la gente a bailar. Y es que Ruibal siempre suena cercano, emotivo, y sus canciones tienen esa magia especial que hacen que te lleguen muy adentro. Por eso es lógico que siempre le suelten piropos en sus conciertos. Y es que, como decía El Principito, “la belleza es invisible a los ojos, lo esencial se ve con el corazón”. // Miguel Amorós