Horacio Fumero Trío

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Horacio Fumero trío

“Vuelos”, BlueArt
Records, 2013


El contrabajista de Santa Fe (Argentina), afincado en Barcelona desde hace ya mucho tiempo, decidió dar el salto, uno más, y volver a su país para grabar este proyecto tan personal. Dentro del jazz, pero influenciado sin duda por el folklore de su tierra al que siempre se ha mantenido fiel, y con una formación de trío muy original nos presenta este Vuelos. Según Fumero el sentido del título es doble, por un lado esos vuelos que le permiten seguir disfrutando de la música de ambos lados del atlántico, por otro, si afición por los pájaros, cada uno de los nueve temas que componen este trabajo está dedicado a un pájaro. El Chimango (solitario) inicia el vuelo también solitario del contrabajo, una introducción muy descriptiva, donde casi podemos adivinar el aleteo persistente del pájaro, después del primer minuto en solitario aparecen sus compañeros de vuelo. Al piano,  Diego Schissi **y a la trompeta Mariano Loiacono. Cualquier aficionado sabe que el jazz argentino goza de excelente salud y estos son dos “pájaros” de cuidado. La trompeta describe trazos perfectos en un cielo limpio y en algunos momentos también nos recuerda el aleteo del pájaro. Torcacita, ahora es Loiacono quien inicia el tema, pero pronto el contrabajo de Fumero se erige en solista, permitirá que el piano le aconseje en su vuelo pero el mensaje lo lleva el contrabajo. Tero Tero, es un tema corto y rápido, la trompeta, ahora con sordina juega con el viejo swing. Cigüeña (la caricia perdida), le gusta a Fumero usar esos subtítulos que representan sus vivencias con el mundo de la naturaleza en su infancia. El piano de Schissi goza de libertad absoluta para ir marcando las veredas por donde andarán los músicos, el folklore argentino se instala en el pentagrama. Chajá, un ritmo totalmente diferente viene a alertarnos de que estamos ante otra especie, todo un ejercicio difícil para el trío, la trompeta sortea veredas complicadas, el piano entra y sale según el momento, y Fumero constante, seguro de su discurso impone unos cambios complejos pero hermosos. Las Golondrinas (tema de Eduardo Falú, el resto son todos de Horacio Fumero) lo aborda el contrabajista en solitario, un solo de más de tres minutos, donde  juega con ambas manos a crear espacios sonoros que te atrapan, ante esta manera de tocar tan lírica no puedo dejar de pensar Charlie Haden recientemente fallecido. Carancho, es otro ejercicio de jazz libre, de nuevo es Fumero quien inicia, pero pronto la trompeta de Loiacono saltará sin ataduras por los cielos más altos y limpios. Tordo músico***, si no recuerdo mal en algún concierto comentó Fumero que era un tema dedicado a su hermano mayor, responsable directo de su pasión por los pájaros y por la música. El piano “clásico” de Schissi establece las bases, la trompeta de Loiaconao colorea los detalles y de nuevo el contrabajo de Fumero nos habla desde la profundidad de la vida, un tema para dejar sonando varias veces consecutivas. Para terminar Ñandú, no conozco el pájaro pero dado el abanico de estilos que presenta esta composición, pasa con facilidad del hard bop al latin, o coquetea con la costa oeste, me permito imaginarme el Ñandú con un colorido de lo más variopinto. + info | relacionados | Candido Querol 




 

Horacio Fumero trío

piano está Diego Schissi y a la trompeta Mariano Loiacono. Cualquier aficionado sabe que el jazz argentino goza de excelente salud y estos son dos “pájaros” de cuidado. La trompeta describe trazos perfectos en un cielo limpio y en algunos momentos también nos recuerda el aleteo del pájaro. Torcacita, ahora es Loiacono quien inicia el tema, pero pronto el contrabajo de Fumero se erige en solista, permitirá que el piano le aconseje en su vuelo pero el mensaje lo lleva el contrabajo. Tero Tero, es un tema corto y rápido, la trompeta, ahora con sordina juega con el viejo swing. Cigüeña (la caricia perdida), le gusta a Fumero usar esos subtítulos que representan sus vivencias con el mundo de la naturaleza en su infancia. El piano de Schissi goza de libertad absoluta para ir marcando las veredas por donde andarán los músicos, el folklore argentino se instala en el pentagrama. Chajá, un ritmo totalmente diferente viene a alertarnos de que estamos ante otra especie, todo un ejercicio difícil para el trío, la trompeta sortea veredas complicadas, el piano entra y sale según el momento, y Fumero constante, seguro de su discurso impone unos cambios complejos pero hermosos. Las Golondrinas (tema de Eduardo Falú, el resto son todos de Horacio Fumero) lo aborda el contrabajista en solitario, un solo de más de tres minutos, donde juega con ambas manos a crear espacios sonoros que te atrapan, ante esta manera de tocar tan lírica no puedo dejar de pensar Charlie Haden recientemente fallecido. Carancho, es otro ejercicio de jazz libre, de nuevo es Fumero quien inicia, pero pronto la trompeta de Loiacono saltará sin ataduras por los cielos más altos y limpios. Tordo músico, si no recuerdo mal en algún concierto comentó Fumero que era un tema dedicado a su hermano mayor Hugo Fumero, responsable directo de su pasión por los pájaros y por la música. El piano “clásico” de Schissi establece las bases, la trompeta de Loiaconao colorea los detalles y de nuevo el contrabajo de Fumero nos habla desde la profundidad de la vida, un tema para dejar sonando varias veces consecutivas. Para terminar Ñandú, al igual que esta zancuda, el tema salta con facilidad del hard bop al latin, o coquetea con la costa oeste, gran disco de Fumero, que además de corroborar que es uno de los mejores contrabajistas que tenemos entre nosotros, nos acerca a un compositor de una sensibilidad especi. + info | relacionados | Candido Querol