Go·Go Mambo!
Go·Go Mambo!
Barcelona, Mercat de les Flors
17 de abril de 2007
Si los payasos de la tele decían aquello de “¿cómo están ustedes?”, a los melómanos inquietos que faltaron la noche de aquel martes se les debería haber preguntado “¿dónde estaban ustedes?”. Y es que la ocasión y la propuesta bien merecían, por lo menos, curiosidad inicial: trece músicos (los del octeto del contrabajista estadounidense Joe Morris, líder del proyecto, más cinco instrumentistas catalanes y cubanos) saludando desde el jazz más heterodoxo al maestro Pérez Prado. Ante esta tesitura, el público estaba formado por dos bandos: quienes asistieron al concierto con el legado del cubano en la cabeza (y en los pies) y los que esperaban de tan numerosa formación furiosas descargas de notas expandidas. Probablemente nadie salió convencido del todo: los primeros debieron pensar que les faltó mambo, a los segundos tal vez la presencia del free jazz les supo a poco. Pero resultó más que evidente que hubo momentos para unos y para otros. Y en ese equilibro radica, a mi entender, la gracia de un asunto que, además, aún se puede pulir más. Porque el proyecto fue presentado hace escasos meses en la pasada edición del genial festival Periferias (¡vámonos a Huesca en otoño, hermano!) y tiene todavía mucho camino por recorrer. Los grandes dominadores del tempo del concierto fueron los tres saxofonistas: Jim Hobbs (alto), Timo Shanko (tenor) y Jaume Badrenas (barítono). Sus soplos, chillones o coquetos, pero siempre mordaces, marcaron la pauta frente a unas trompetas y unos trombones mucho más modestos. Aunque el que de verdad resultó imprescindible fue Bárbaro Torres, quien hizo honor a su nombre de pila marcando siempre, con un golpe sereno, eficaz e implacable desde las congas, el ritmo que convenía en cada momento y al que todos volvían una vez terminaban sus aventuras. No debemos olvidar que el punto de partida era siempre (excepto en el bis, cuando sonó un tema de Sun Ra) una de las legendarias melodías compuestas por Dámaso Pérez Prado. Destacó también el pianista Steve Lantner, aunque el vigor de los metales (seis contra uno) apagaba a menudo sus aportaciones. Pero si algo me quedó claro de lo que surgió del escenario fue que esos trece músicos aún tienen muchas más cosas por decir. Así que si vuelven dentro de unos meses, yo me apuntaré de nuevo para ver cómo camina la cosa. Espero verte allí. // Jordi Urpi