Fripp & Eno

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Fripp & EnoFripp & Eno
”(No pussyfooting)”, “Evening Star”, “Thread”
Opal,  DGM, Pangyric, 2008
www.dgmlive.com / www.enoshop.co.uk

Recuperar obras musicales de la historia reciente es un ejercicio que debe ponerse en práctica para el conocimiento de las nuevas generaciones que, quizás, no hayan, o no hayamos, tenido la suerte de gozarlo en el momento histórico adecuado. Es el caso que nos depara esta reedición y remasterización de dos obras seminales perpetradas por dos personalidades necesarias en el desarrollo de la música en general. Planteemos los antecedentes… 

Hubo un tiempo en que, antes de acostumbrarnos a sus landscapes ambientales y frippertronics, a base de superposición de capas de sonido, Robert Fripp y Brian Eno hacían rock. Pero todo eso cambió a raíz de su breve matrimoniaje artístico. Algo hartos de las limitaciones expresivas del género musical del que provenían, se encerraron en un estudio casero y, con escasos medios, Fripp grabó dos tomas con su guitarra -una para los solos y otra para el loop de la guitarra secundaria-, mientras Eno manipulaba de manera selectiva las señales que llegarían a la pieza final. Con 21 minutos, ese primer experimento se convirtió en The Heavenly Music Corporation. El otro corte incluído en su primer disco conjunto sería el conocido como Swastika Girls, dando forma en su totalidad al álbum (No Pussyfooting) ("nada de pasitos de gatita", así, entre paréntesis). El disco se publicó en 1973 y vendió más de 100.000 copias, erigiéndose como un monumento electrónico a la música experimental, y abierto a los oídos de los roqueros de la época. Hoy, gracias a Robert Fripp, que ha supervisado las cintas originales, lo podemos tener entre nuestras manos, rayando nuestra cabecita.

Tras el sedante precedente de (No pussyfooting), el dúo gestó la secuela durante la gira mundial, reciclando las tomas de diversos conciertos. Si (No pussyfooting) era barroco y mareante, Evening Star era, en cambio, más austera y melódica. Y, a diferencia del par pelado de piezas del anterior, éste constaba de cuatro cortes y una larga suite –An Index of Metals, de seis movimientos canjeables entre sí-, que es pura angustia industrial compuesto por loops graves hasta la obsesión y sintetizadores de agobio, que termina con unas repetitivas e hipnóticas texturas de guitarras sucias y granulosas. Tanto estos discos, como la gira, en realidad, no fueron del todo bien acogidos por la crítica, aunque ahora se alaben como lo más rompedor del momento. En los conciertos, por ejemplo, la música enlatada ya sonaba en los altavoces cuando el público iba entrando en la sala, lo cual ya quebraba los dogmas al uso del ritual escenográfico establecido; los músicos se limitaban a salir cuando lo creían oportuno, improvisaban sobre ese fondo sonoro pregrabado en función de su estado presente -consiguiendo así que cada experiencia musical fuese distinta y subjetivamente genuina, al margen de los dictados de una canción cerrada o de un tema pautado- y se marchaban cuando consideraban agotada la inspiración de la noche. No hace falta decir que en su puesta de largo en salas solían ser despedidos con abucheos. Con el tiempo se ha constatado la importancia capital de lo que ambos genios pusieron en práctica.

Tras su desgaste en Roxy Music y junto con un Fripp en un misantrópico semiretiro del mundo, Eno retorcía un poco más esas etiquetas ridículas con que se encasilla a la(s) música(s) con la misma anárquica y avanzada actitud exploratoria que fundamentara John Cage décadas atrás.
Obras de transición, los dos discos resultan imprescindibles para el trabajo posterior de ambos, pues su influencia será crucial para la idiosincrasia estética de cada uno: Fripp desarrollaría aún más esa cualidad de las atmósferas opresivas en Let the power fall y God save the Queen (EG Records, 1981 y 1980, respectivamente), y Eno aplicaría lo aprendido con Fripp en la trilogía berlinesa de Bowie y los primeros discos de Talking Heads.
Casi resulta Evening Star tan indisociable del inicial (No pussyfooting) -las piezas o, mejor dicho, los cortes podrían ser intercambiables-, que si bien Wind On Water puede sonar como Swastika Girls, Wind On Wind recuerda a The Heavenly Music Corporation. De hecho, se trata de una versión "abreviada" de un extracto de Discreet Music (EG Records, 1975). Por el contrario, Evening Star (que da nombre al álbum) es más melódica-bucólica, construida entre uno de esos solos de Fripp tan aéreos con los que decoraba algunos de los más bellos instantes de King Crimson y, por otro lado, una de aquellas viñetas instrumentales que asomaban en Another Green World o Before and after science (EG Records, 1975 y 1977).

Como curiosidad, es interesante conocer que (No pussyfooting), cuando se retransmitió en Radio OneBBC, se escuchó al revés de cómo estaba concebido inicialmente a causa del proceso de archivo de las cintas. Eno y Fripp se dieron cuenta demasiado tarde, y avisaron a la emisora en directo. Es por ese motivo que la versión inversa ha sido recreada también para esta edición. Y, si aún se puede pedir más, el disco también ofrece una versión de The Heavenly… con el sonido que reproduciría un vinilo a 16 rpm o a 2/3 de velocidad. ¿La causa? Pues que más de uno, en aquellos tiempos, escuchaba los discos a menos revoluciones para poder aprender las partes de la composición. El resultado está ahí, para los amantes de las exploraciones sonoras e interiores… Ambos trabajos se basan en el sonido cíclico de la guitarra, al más puro y clásico estilo de Robert Fripp, con la base de los diferentes sonidos creados por el universo mental de Brian Eno. Para algunos neófitos en el tándem Eno/Fripp será una auténtica losa, pero otros -los más fieles… y los más freaks– encontrarán matices ocultos, loops trascendentes y ganas de explorar en la reiteración y en la ambientación atmosférica. Quizás en la época fueron un viaje estelar para muchas de aquellas mentes que crearon sin parar bajo una necesidad vital, fruto de las sustancias, o simplemente por la inquietud de estar viviendo un momento creativo único. Vale la pena disfrutarlo ahora, aunque sea 35 años más tarde.

Para redondear la recuperación de esta joyita -a la que por cierto no han depurado el ruido de la cinta donde se procesó la grabación originaria-, Fripp también ha editado junto al flautista/saxofonista Theo Travis el disco Thread. Concebido como una colección de paisajes misteriosos y oníricos, el protagonismo parece recaer sobretodo en el segundo, dado que es el encargado de la producción. Ocasionalmente cercano a la world music de vanguardia pero con cierto exceso del sopor (As snow falls, The silence beneath…), Thread hará añorar los tiempos junto a Ian McDonald en el seno de los King Crimson -¡qué bella es la Pastorale!-, sin dejar de ser un complemento más a la obra con Eno // Iván Sánchez y Antonio Álvarez