Ferraby Lionheart
Ferraby Lionheart
“Catch the brass ring”
Nettwerk Productions (2008)
Este recién estrenado treintañero, enjuto y flaco, de nombre –quizá un alias– Ferraby Lionheart, es uno de esos nuevos representantes de la última hornada de cantautores folkies que están recuperando las esencias anglosajonas de la música popular. Ferraby pasaría por un trovador de los de antes, con su guitarra a cuestas y un sombrero lacio para protegerse del sol, como los herederos ambulantes del romanticismo decimonónico. Artistas como éstos eran aquéllos que a cambio de un bocata de pan seco y cecina de gato tocaban la pianola en un cine mudo o en el saloon del pueblo por pasar la noche gratis en algún burdel lleno de chinches. La de Ferraby Lionheart (multiinstrumentista variado –que no virtuoso– y voz de timbre algo indómito –que no prodigio–) es una música fresquita, de ésa que si tuviera cuerpo sería abrazable como un peluche. Apoyado sobretodo en adornos de vientos y cuerdas, toques autobiográficos en sus letras y aderezos de raíz a la manera de Nashville o Nueva Orleans, el muchacho presenta un disco discretito y con encanto. De corta carrera –en su currículum sólo consta un anterior EP homónimo que recuerda demasiado a lo mil veces oído–, en Catch the brass ring (el título ya denota el por qué de tanta incidencia de saxos, trompetas y trombones) pone toda la carne en el asador, reivindicando declaradamente referentes como Gene Wilder –por simpático pirado-, Chet Baker –por la voz lloriquera–, Jon Brion –en lo compositivo–, Judy Garland –por querer parecerse a Rufus Wainwright, como todo quisque– y hasta Mary Poppins –por naif-retrokistch–… e incluso se atreve a citar entre las influencias al gran Gershwin, lo que demuestra la ambición y, por qué negarlo, también las pretensiones del autor (no acaban ahí los motivos para jugarse la llufa a priori: entre sus agradecimientos por la inspiración se cuelan literatos de la talla de Calvino o Saint-Exupery). Pero tras mucho de ese calculadamente ingenuo rollito circense en el grafismo de su disco y web, y esa estética de feria de caballitos y entretenimientos, asoma también la sombra de los Beatles –es inevitable pensar en la pareja de hecho y cohecho Lennon/McCartney al escuchar Small Planet y Vermont Avenue, por ejemplo–, o barajar con gracia préstamos al estilo de Mark Mothersbaugh (Un Ballo Della Luna), unos aires melancólicos tipo Nick Drake (Call me the sea) y los Wilco más festivos (Before we´re dead), et voilà!, ya tenemos chico nuevo en la oficina oficial del seriously but cool tendencies club. A ver lo que dura. www.ferrabylionheart.com // Iván Sánchez Moreno