Eliana Cuevas

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Eliana Cuevas
“Espejo”, Universal Music, 2014

Eliana Cuevas es otro de esos casos de cantante sudamericana, en este caso venezolana, que triunfa en Canadá. Nos acordamos ahora, por ejemplo de la peruana Silvana Kane, la cantante de Pacifika, pero no es la única. Nacida en una familia de músicos en Venezuela, como decíamos, creció rodeada de todo aquello que sonaba a su alrededor, la salsa, el joropo, los ritmos afro-venezolanos, la música pop y la música del vecino Brasil. Se fue a Canadá muy joven y en seguida empezó a cantar en clubs de jazz, incluso siendo menor de edad, para luego diversificar su actividad en diferentes proyectos. Entre ellos, la banda de jazz caribeño CaneFire, que lidera Jeremy Ledbetter, que forma parte del trio que la acompaña normalmente, y también de su familia, autor de los arreglos del disco que comentamos; con el compositor de jazz Darren Sigesmund, con quien ha grabado sus dos últimos discos, uno de ellos, Hebras II (hay un Hebras y un Hebras I), en el 2014; y con The Jorge Miguel Flamenco Ensamble, toda una sorpresa, con una forma absolutamente personal que tiene de cantar en ese estilo (vale la pena buscarlo por YouTube).

Espejo es su cuarto disco, después de Cohesión(2002); Ventura (2004) y Vidas(2007). Todos los temas de este trabajo son de su autoría, tanto música como letra, excepto uno de ellos que comentaremos luego. Estrellita, abre al trabajo; una canción con evidentes influencias de su país, con un ritmo frenético por encima del cual ella va desarrollando esa historia de felicidad: “Va caminando y camina bailando/Al son de su canción/ Con alegría en su corazón”. Luego, En un pedacito de tu corazón, una balada donde puede lucir su voz que modula a través de una melodía que se repite. Nacerá es la canción que la conecta nuevamente a las músicas de Sudamérica, incluso con influencias brasileñas, y con una letra llena de esperanza. El maracatú está presente en Llegó, tomando la senda del jazz, con un toque funk, especialmente por la intervención pianística de Jeremy Ledbetter.

Encontramos después Lamento, entre el jazz y el folclore, una balada que se inspira, posiblemente en esta ausencia que ella experimento a los 11 años con la muerte de su padre. Agua, cangrejo y sal está compuesta con la colaboración de Jeremy Ledbetter en la música y se nota ese espíritu más jazzístico, mientras canta: “Espejo frente a espejo/ Perdido en la eternidad”, una frase que da título al disco y que, para ella, significa que la creatividad, en el arte, en la vida…, es infinita, como cuando miras los reflejos de un espejo ante otro.

En Nueva vida, un medio tiempo con una melodía hacia lo latino, nos explica la odisea del que ha llegado a un nuevo país y cae en desgracia: “Ya me han robado todo/Un extranjero sin familia sin dinero/Sin documentos”. Se adorna con unos pasajes de scat, donde puede lucir su espléndida voz, preludio que será, aunque está antes en el álbum, del tema que comentaremos luego. Melancolía es el tema escogido como primer single, una dulce melodía con una letra que nos habla de las dificultades inherentes a la inmigración y la incertidumbre, y la soledad. Acaba el disco con un Antito, un diminutivo de elefantito, que es así como denominaba ella de pequeña ese animal, símbolo de la buena suerte, como en una broma en la que quiere compartir esta creencia con su hija Leila, que incluso interviene al final del tema, a la que está dedicado de alguna manera este disco, el primero que graba desde que esta nació.

Nos hemos saltado, de forma expresa, el tema El Tucusito. Compuesto por Jeremy Ledbetter, es un verdadero ejercicio vocal donde la cantante va doblando las endiabladas melodías que él ejecuta el piano. Se basa en el ritmo del joropo venezolano tradicional, mezclado con el jazz, como ella explica, con recuerdos a los cantos de las aves venezolanas. Un impresionante scatting que nos da la medida vocal de la cantante, donde también destacan las intervenciones de Aquiles Báez al cuatro y las maracas de Manuel Rangel. No voy a dar la lista de músicos que intervienen en el disco pues, además de la cantante, son veinte los instrumentistas que la acompañan, y, comentaba, con esta nutrida formación lo que ha querido es usar un espectro más amplio de su rango vocal.

Hablando del disco, decía que el trabajo muestra: “ Mi deseo de arriesgarme y hacerme más vulnerable para poder entregarme más a mi arte. La idea es crear música que nazca del alma y música que llegue al alma.” Un trabajo que define como una fusión de música venezolana, brasileña, funk, jazz, blues y pop, y que, como hemos comentado, tiene momentos verdaderamente interesantes que justifican, absolutamente, dejar que, según se desprende de sus deseos, nos pueda llegar al alma. +Info |Federico Francesch | DESAFINADO RADIO

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