Eduard Iniesta | Els set pecats
Eduard Iniesta
“Els set pecats” Temps Record, 2011
Con una duración casi de EP (no llega a la media hora), Els set pecats supone otro notable trabajo del multiinstrumentista Eduard Iniesta, desmarcándose un poquito más del panorama musical actual en Catalunya. Su lenguaje estético, que amalgama estilos y esquiva etiquetas –en el disco se entremezclan acentos napolitanos, aires de bolero, rumba y jota, folk-jazz, instrumentaciones exóticas y antiguas, y guiños arabizantes en algunos pasajes–, ha vestido algunas de las mejores galas de Miquel Gil, Névoa, Serrat, Josep Carreras, Jaume Aragall, Clacsons, Titot… y hasta de Mozart y La formiga Piga, a quienes homenajea con sendos espectáculos infantiles que están de gira por la península. De sonido exquisito, como también lo presumía su anterior Nítid (Temps Record, 2010), en Els set pecats hay un mayor protagonismo de la electrónica, aunque quizá se deba a la presencia de Xavier Lloses (Sisa, Roger Mas, Gerard Quintana). También colaboran Ivó Ollé (La Locomotora Negra, Marcel Casellas, Omara Portuondo, Carme Canela) y el fiel escudero Miquel Àngel Cordero, ya acreditado en sus anteriores trabajos. Si en aquél se atrevía a cantar íntegramente todas las canciones que componían el disco, mientras que en Secrets guardats (Temps Record, 2008) eran otros quienes las interpretaban (Marina Rossell, Marc Parrot, Lídia Pujol), en Els set pecats tan sólo tararea o reserva su voz para un único tema (Avarícia), dando un mayor peso a la participación de amigos y convidados. Al respecto, la trompeta de Ivó Ollé brilla con especial dedicación en piezas como Enveja o la que cierra el disco, Tarum Pram contribuye con la tabla en todo el disco, y Eduard Iniesta parece haber sido un maestro de ceremonias muy agradecido, pues se nota el cariño que todo el mundo ha invertido en el proyecto. Cuánto ha llovido desde su errático Òmnibus (Columna Música, 1999), un debut que pecaba de la indeterminación y la irregularidad propia de alguien que tiene ganas de decir mucho, pero que aún no sabe qué quiere decir. Si Andròmines (Temps Record, 2006) le grangeó el respeto de crítica y público (no en vano se le galardonó con el premio Enderrock al mejor disco de world music de ese mismo año), a partir de Nítid cambia de tercio y empieza a crear discos conceptuales –sobre la noche, entonces; sobre los pecados capitales, ahora–. Quizá suene a cliché, pero a lo mejor es que estamos hablando de madurez. | Eduard Iniesta | Relacionados | Iván Sánchez Moreno