Dobet Gnahoré
Dobet Gnahoré
”Na Drê”, Contre-Jour | Karonte, 2014
Quizás la marfileña Dobet Gnahoré no sea una artista africana tan conocida como Oumou Sangaré, Sally Nyolo, Mamani Keita o Angelique Kidjo, pero merecería serlo. Y no es solo mi opinión, todos los periodistas y público que la han visto actuar en directo acaban con esa misma impresión. Es cantante, bailarina y percusionista. Posee una voz con una gran riqueza melódica y canta con asombrosa facilidad en una docena de idiomas, además posee una enorme y carismática presencia escénica, por ella misma y, por sus originales y teatrales coreografiás.
Si queréis algunos apuntes biográficos podemos contar que con 12 años, Dobet pidió a su padre Boni Gnahoré, notable cantante y percusionista que posteriormente actuaría con ella, que la sacase del sistema de educación tradicional para poder formarse como artista, a lo que accedió. Esto significó que entrara y aprendería del particular ambiente de “Le Village Ki-Yi”, comuna artística co-fundada por WeréWeré LiKing (escritora camerunesa instalada en Costa de Marfil), en la ciudad de Abidjan. En ella, una de sus principales reglas es que los alumnos asistentes deben aprender y practicar el mayor número posible de idiomas y géneros musicales africanos. Esta experiencia supuso una excelente formación para Dobet, especialmente cuando un guitarrista francés llamado Colin Laroche de Feline se instaló en “Ki-Yi”. La pareja formó una sociedad musical que a día de hoy aún continua. Ha actuado en ciudades de todo el mundo, aunque quizás su gira más popular fue la de Acoustic Africa, un proyecto junto al trovador sudafricano Vusi Mahlasela y el guitarrista y también cantante Habib Koite, que les llevó por Europa, EEUU y África. Algo que repitió después junto a la gran bajista Manou Gallo, la embelesadora Kareyce Fotso o el maestro del balafón Aly Keita, entre otros. De hecho Dobet afirma que en está gira nacieron muchos de los temas que aparecen en Na Drê, que se trata de su cuarto disco y, al igual que los anteriores, una autentica joya.
“Dobet Gnahoré vuelve con fuerza. Pero una fuerza dulce, con una ternura que llega al corazón. Canta sobre la unidad de la mujer y de África. Una lleva a otra sobre sus hombros, en su corazón, en su dolor, en sus alegrías. Delante nuestro vemos aparecer a la mujer que nos une, por encima de las generaciones, más allá de los prejuicios. Dobet describe a esas mujeres reales, la que pierde la vida en el momento de darla. La que sufre bajo los golpes de su marido. La que niega ese matrimonio forzado. La que llora ese amor imposible. La que no comprende, que vacila, que siente, que trata de entender, que confía y que quiere ir por delante. La que, siguiendo el ejemplo de Dobet, aprende del día a día y aferrándose a la vida”. Esto es parte del texto que aparece en el libreto del disco, con un titulo acertadísimo, “directo al corazón”.
En la parte estrictamente musical se trata de un trabajo impactante que fusiona géneros musicales de toda África, de forma moderna y con toques de jazz y pop. Como hemos dicho antes, Dobet canta en varios idiomas, bété, malinké, dida, criollo haitiano, lingala congoleño y un poco de inglés y francés, pero hace que todas esas lenguas suenen especialmente agradables. El disco se abre con Allah, una corta intro donde priman unas preciosas combinaciones vocales que, en forma de oración, piden la bendición. Le sigue la canción que nombra al disco, una de las pocas que no ha compuesto Dobet, pero es que quien lo hace es nada menos que Lokua Kanza, uno de los músicos que le ha apoyado desde sus comienzos, y si conocéis a Lokua podéis imaginar el nivel melódico de está canción y de su belleza vocal. Pero el problema es destacar algún tema, porque todo el disco no tiene desperdicio. Con Tania es inevitable no moverte, en Baara te cautiva con su voz (una vez más), con la delicada Voisin o Maman es capaz de mecerte. Por no nombrar a las sugestivas Princesse Ever, Zina o Fourousiri. Y más o menos en la mitad suena la curiosa Gbaza donde Dobet además de cantar toca la mbira. El disco se cierra con la dinámica Botondi, una canción de agradecimiento a todos los que le han ayudado, inspirado y “soportado”, y que está compuesta a medias junto a Paco Sery (batería de Joe Zawinul y que ha grabado con Ray Lema, Papa Wemba o Salif Keita). Y todas las canciones están grabadas con una instrumentación básica, guitarras acústicas, bajo y percusiones, si bien encima de ello tenemos esa encantadora voz y esos coros hipnóticos. Todo ello salpicado con pequeños pero preciosos arreglos en cada tema, algo de piano, la aparición de un violín, un saxo o una flauta para apoyar o acentuar la melodía. Es espectacular como con su música, su energía, su humor, su dulzura, su ira o su ironía, puede evocar los horrores, heridas, riqueza o esperanza de África.
Un disco para dejarse llevar y emprender un fascinante viaje musical. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.